"Fast Track"
- Mario Alvarado
- - Publicado: 21/8/2004 - 11:00 pm
El Segundo Puente sobre el Canal de Panamá, conocido como "Puente Centenario", es la obra de ingeniería civil de mayor envergadura emprendida por la presente administración gubernamental. El costo inicial de $$90 millones se ha elevado a unos $$103 millones. El MOP emitió un comunicado, en el cual señaló que las variaciones en el diseño y costo final del puente se deben al método constructivo conocido como "Fast Track" o de "Vía Rápida" (El Panamá América, 12-8-2004).
El costo final de un proyecto de ingeniería civil es fuertemente afectado por el método de construcción elegido y por el tipo de contrato utilizado. Hay una secuencia lógica en las distintas etapas del proyecto que incluyen el análisis de pre-factibilidad, el desarrollo de planos, la fase de licitación y contratación, la fase constructiva y la entrega y recibo de la obra. Se concluye una etapa antes de iniciar la siguiente. Esto permite tener una idea exacta sobre la cantidad de actividades y materiales involucrados y sobre el costo final de la obra. Este sistema toma tiempo y es conocido como el "Método Tradicional".
El Fast Track es una variación del sistema "Diseño-Construcción", donde una sola empresa asume, simultáneamente, la responsabilidad por el desarrollo de los planos y por la construcción de la obra. El dueño de la misma, en este caso el Estado, la recibe llave en mano y lista para operar (turnkey). El Fast Track se implementa cuando hay prisa o urgencia notoria definida por fechas límites de cumplimiento (deadlines). Las fases secuenciales del proyecto son trasladadas y las obras se inician sin tener un conocimiento claro del alcance de las mismas, ya que se construye a medida que avanza el diseño.
En los contratos internacionales de ingeniería civil los riesgos se reparten justa y equitativamente entre las partes. El riesgo se define como la variación en el posible resultado que existe en la naturaleza para una situación dada. Los riesgos siempre han estado presentes en la industria de la construcción. El constructor que firma un contrato tipo Fast Track no acepta fácil los riesgos inherentes a una obra cuyos alcances técnicos son conocidos sólo parcialmente. El riesgo del contratista se diluye a través del sistema de pago "costos reembolsables", y se paga una cantidad adicional por los servicios prestados.
En todos los casos donde se utiliza el Fast Track, el riesgo para el contratista es bajo y para el dueño es alto. El Estado, como dueño , deberá apoyarse en una inspección de obras rigurosa, se verá obligado a tomar decisiones sobre la validez de los costos y tendrá que cubrir económicamente todos los imprevistos que puedan incidir en el diseño, debido a que la obra se inicia en base a estudios incompletos.
El Fast Track es un método usado bajo condiciones especiales de fechas límites, ya que permite una rápida iniciación de los trabajos conociendo apenas el 30% del alcance técnico de la obra. Se diseña y se construye sobre la marcha.
El Puente Centenario ha tenido dos fechas límites incumplidas en su haber: el 3 de noviembre de 2003 y el 15 de agosto de 2004, cuando estrenamos un puente sin vías de acceso terminadas.
Panamá ha recordado las ejecutorias y obras de Estado de sus gobernantes. Belisario Porras es el organizador del moderno Estado panameño. Harmodio Arias dotó al país de su clase profesional a través de la Universidad de Panamá. Demóstenes Arosemena sacó al país de la oscuridad del analfabetismo, por medio de los miles de maestros formados en la Escuela Normal. Roberto Chiari replanteó las relaciones asimétricas con Estados Unidos después del 9 de Enero. Arnulfo Arias fundó la Seguridad Social y finiquitó el secular conflicto de límites con Costa Rica. Omar Torrijos consiguió la reversión canalera. Guillermo Endara levantó al país de su crisis más profunda y sentó las bases actuales del rejuego democrático al organizar un tribunal electoral probo e independiente. Ernesto Pérez Balladares liquidó constitucionalmente al Ejército, impulsó el desarrollo portuario e incorporó, por carretera, a Bocas del Toro a la geografía económica del país. Nuestra actual mandataria obvió el complejo tema de Estado que la esperaba: el futuro del Seguro Social y su déficit financiero, que pone en riesgo a miles de pensionados, jubilados y cotizantes. Prefirió transitar el camino a corto plazo de financiar obras estatales con el patrimonio del Fondo Fiduciario para el Desarrollo. Obras requeridas, mas no transcendentales.
Las autoridades se eligen para gerenciar el país. La proliferación de letreros anunciando obras estatales es una epidemia de la que no escapan representantes de corregimientos, alcaldes municipales, legisladores, gobernadores y presidentes. Es una forma burda de utilizar recursos estatales con fines electorales .Es la manera de proclamar nuestro subdesarrollo político y cultural. Las ejecutorias de Estado no son a corto plazo. Muchas veces desapercibidas y adversadas por los ciudadanos hasta que sus beneficios se palpan a través de los años.
La posición oficial del gobierno de imputarle al Fast Track el sobregiro en el proyecto del Puente Centenario, el mismo sentido que decir "llueve porque está tronando". La utilización del Fast Track para construir dicho Puente obedece al cálculo político y no a una decisión técnica. El Fast Track tiene como desventaja el que no incentiva al contratista a maximizar su eficiencia, ya que el pago está garantizado a través de los costos reembolsables. Tampoco hay mayores incentivos para que el contratista termine el proyecto según el programa establecido.
El sobrecosto del Segundo Puente supera en $$13 millones el costo original. Un precio muy alto para un país muy pobre .
El costo final de un proyecto de ingeniería civil es fuertemente afectado por el método de construcción elegido y por el tipo de contrato utilizado. Hay una secuencia lógica en las distintas etapas del proyecto que incluyen el análisis de pre-factibilidad, el desarrollo de planos, la fase de licitación y contratación, la fase constructiva y la entrega y recibo de la obra. Se concluye una etapa antes de iniciar la siguiente. Esto permite tener una idea exacta sobre la cantidad de actividades y materiales involucrados y sobre el costo final de la obra. Este sistema toma tiempo y es conocido como el "Método Tradicional".
El Fast Track es una variación del sistema "Diseño-Construcción", donde una sola empresa asume, simultáneamente, la responsabilidad por el desarrollo de los planos y por la construcción de la obra. El dueño de la misma, en este caso el Estado, la recibe llave en mano y lista para operar (turnkey). El Fast Track se implementa cuando hay prisa o urgencia notoria definida por fechas límites de cumplimiento (deadlines). Las fases secuenciales del proyecto son trasladadas y las obras se inician sin tener un conocimiento claro del alcance de las mismas, ya que se construye a medida que avanza el diseño.
En los contratos internacionales de ingeniería civil los riesgos se reparten justa y equitativamente entre las partes. El riesgo se define como la variación en el posible resultado que existe en la naturaleza para una situación dada. Los riesgos siempre han estado presentes en la industria de la construcción. El constructor que firma un contrato tipo Fast Track no acepta fácil los riesgos inherentes a una obra cuyos alcances técnicos son conocidos sólo parcialmente. El riesgo del contratista se diluye a través del sistema de pago "costos reembolsables", y se paga una cantidad adicional por los servicios prestados.
En todos los casos donde se utiliza el Fast Track, el riesgo para el contratista es bajo y para el dueño es alto. El Estado, como dueño , deberá apoyarse en una inspección de obras rigurosa, se verá obligado a tomar decisiones sobre la validez de los costos y tendrá que cubrir económicamente todos los imprevistos que puedan incidir en el diseño, debido a que la obra se inicia en base a estudios incompletos.
El Fast Track es un método usado bajo condiciones especiales de fechas límites, ya que permite una rápida iniciación de los trabajos conociendo apenas el 30% del alcance técnico de la obra. Se diseña y se construye sobre la marcha.
El Puente Centenario ha tenido dos fechas límites incumplidas en su haber: el 3 de noviembre de 2003 y el 15 de agosto de 2004, cuando estrenamos un puente sin vías de acceso terminadas.
Panamá ha recordado las ejecutorias y obras de Estado de sus gobernantes. Belisario Porras es el organizador del moderno Estado panameño. Harmodio Arias dotó al país de su clase profesional a través de la Universidad de Panamá. Demóstenes Arosemena sacó al país de la oscuridad del analfabetismo, por medio de los miles de maestros formados en la Escuela Normal. Roberto Chiari replanteó las relaciones asimétricas con Estados Unidos después del 9 de Enero. Arnulfo Arias fundó la Seguridad Social y finiquitó el secular conflicto de límites con Costa Rica. Omar Torrijos consiguió la reversión canalera. Guillermo Endara levantó al país de su crisis más profunda y sentó las bases actuales del rejuego democrático al organizar un tribunal electoral probo e independiente. Ernesto Pérez Balladares liquidó constitucionalmente al Ejército, impulsó el desarrollo portuario e incorporó, por carretera, a Bocas del Toro a la geografía económica del país. Nuestra actual mandataria obvió el complejo tema de Estado que la esperaba: el futuro del Seguro Social y su déficit financiero, que pone en riesgo a miles de pensionados, jubilados y cotizantes. Prefirió transitar el camino a corto plazo de financiar obras estatales con el patrimonio del Fondo Fiduciario para el Desarrollo. Obras requeridas, mas no transcendentales.
Las autoridades se eligen para gerenciar el país. La proliferación de letreros anunciando obras estatales es una epidemia de la que no escapan representantes de corregimientos, alcaldes municipales, legisladores, gobernadores y presidentes. Es una forma burda de utilizar recursos estatales con fines electorales .Es la manera de proclamar nuestro subdesarrollo político y cultural. Las ejecutorias de Estado no son a corto plazo. Muchas veces desapercibidas y adversadas por los ciudadanos hasta que sus beneficios se palpan a través de los años.
La posición oficial del gobierno de imputarle al Fast Track el sobregiro en el proyecto del Puente Centenario, el mismo sentido que decir "llueve porque está tronando". La utilización del Fast Track para construir dicho Puente obedece al cálculo político y no a una decisión técnica. El Fast Track tiene como desventaja el que no incentiva al contratista a maximizar su eficiencia, ya que el pago está garantizado a través de los costos reembolsables. Tampoco hay mayores incentivos para que el contratista termine el proyecto según el programa establecido.
El sobrecosto del Segundo Puente supera en $$13 millones el costo original. Un precio muy alto para un país muy pobre .
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