Cómo comunicarse con sus hijos
- Pablo Antonio Thalassinos
- - Publicado: 01/6/2000 - 11:00 pm
Con este artículo trato un tema de gran importancia para los padres y su relación con los hijos: La comunicación y el concepto de sí mismo, tan importante para desarrollar una personalidad saludable.
Un problema que viene preocupando a la sociedad moderna es el de la falta de comunicación entre padres e hijos. A esta falta de comunicación se le ha atribuído las típicas rebeldías de los hijos, las protestas sociales en contra de las normas establecidas por generaciones anteriores, los problemas de conducta, pobre aprendizaje, y hasta el problema de las drogas. Es esto lo que me ha motivado a escribir este artículo. El exponer una teoría fundamental en las relaciones interpersonales de todo núcleo familiar. Una teoría que trata de eliminar ese distanciamiento o falta de comunicación entre padres e hijos.
Según el Dr. Logan Wright, prominente fundador de la especialidad de Psicología Pediátrica, quien lamentablemente falleció el mes de diciembre pasado, los padres deben ser conocedores de los principios fundamentales que deben utilizar para comprender y tratar efectivamente con la conducta de sus hijos. El Dr. Wright, quien fue mi supervisor clínico, explica ampliamente, entre otras, la teoría del "Sí Mismo" cuyo autor y mayor exponente fue el teorista y gran "padre" de la psicólogía norteamericana, Dr. Carl Rogers, de La Joya, California, quien sugiere varios principios de la conducta que son de gran ayuda a los padres, en el papel de educadores de sus hijos. Esta teoría, no trata tanto sobre la conducta manifiesta del niño, sino sobre los sentimientos del mismo.
Al tratar de comunicarse con sus hijos, es muy importante tener en cuenta dos cosas: 1-El concepto de sí mismo o el concepto propio del niño, o sea, lo que él piensa y siente de sí mismo, como el factor más importante en determinar su conducta.
2-El niño actuará en forma consistente a su concepto propio. Si un niño se siente "bueno", él actuará bien; pero si el niño se siente "malo", él actuará mal, aunque no desee serlo. En la misma forma un niño que se considere intelectualmente capaz o brillante, se acercará a situaciones de aprendizaje con iniciativa y confianza. Sin embargo, si el niño se siente tonto, torpe o estúpido, actuará torpemente aunque no lo sea. Esto quiere decir que el problema de los padres, entonces, es el de establecer o crear en sus hijos un concepto positivo de "sí mismo". Un ejemplo que podemos emplear como ilustración de este principio es el del niño que trae a sus padres las calificaciones escolares. Cuántos padres al ver el o los fracasos en el boletín regañan al niño y le llaman torpe, perezoso y vago. De lo que no se dan cuenta es que con esta actitud le están creando un "bajo" concepto de sí mismo. Estos padres se fijan en dos o tres fracasos e ignoran que el niño ha aprobado las siete u ocho materias restantes. Castigan por el fracaso, pero no recompensan por la calificación de cuatro o cinco en el boletín. Este principio desde luego, es aplicado a los niños de inteligencia normal o por encima de lo normal, ya que los que tienen inteligencia sub-normal, no pueden evitar su pobre escolaridad. A estos niños de inteligencia normal debe creársele un "alto" concepto de sí mismo. Alabarle por sus buenas cualidades; siempre animándolo en forma "positiva" y no de manera "negativa". Todo niño tiene un "apetito de aprendizaje". Este apetito debe ser estimulado positivamente para que el niño lo utilice y lo canalice por los medios deseables y enriquezca su escolaridad.
Esto del concepto de "sí mismo" como factor importante en el aprendizaje del niño, vale igual para lo referente a su conducta en general como a su condición emocional. Los seres humanos se comportan consistentemente al concepto que tienen de sí mismo. Es por ello que los padres deben y pueden ejercer una influencia tremenda sobre sus hijos, y cumplir con una obligación importante, ayudándolos a que desarrollen un adecuado y positivo concepto propio. Debemos construir nuestros propios "héroes" en nuestras casas. Hacer que nuestros hijos se sientan que valen, siempre dentro de la realidad, sin levantar falsas expectativas, pero formarles un ego fuerte, sólido, que pueda resistir los embates de una sociedad, que cada vez es más confusa, más traumática, más desvalorizada. Ayudemos a construir seres humanos buenos, con valía personal, para lograr tener una sociedad sana...un país sano.
Un problema que viene preocupando a la sociedad moderna es el de la falta de comunicación entre padres e hijos. A esta falta de comunicación se le ha atribuído las típicas rebeldías de los hijos, las protestas sociales en contra de las normas establecidas por generaciones anteriores, los problemas de conducta, pobre aprendizaje, y hasta el problema de las drogas. Es esto lo que me ha motivado a escribir este artículo. El exponer una teoría fundamental en las relaciones interpersonales de todo núcleo familiar. Una teoría que trata de eliminar ese distanciamiento o falta de comunicación entre padres e hijos.
Según el Dr. Logan Wright, prominente fundador de la especialidad de Psicología Pediátrica, quien lamentablemente falleció el mes de diciembre pasado, los padres deben ser conocedores de los principios fundamentales que deben utilizar para comprender y tratar efectivamente con la conducta de sus hijos. El Dr. Wright, quien fue mi supervisor clínico, explica ampliamente, entre otras, la teoría del "Sí Mismo" cuyo autor y mayor exponente fue el teorista y gran "padre" de la psicólogía norteamericana, Dr. Carl Rogers, de La Joya, California, quien sugiere varios principios de la conducta que son de gran ayuda a los padres, en el papel de educadores de sus hijos. Esta teoría, no trata tanto sobre la conducta manifiesta del niño, sino sobre los sentimientos del mismo.
Al tratar de comunicarse con sus hijos, es muy importante tener en cuenta dos cosas: 1-El concepto de sí mismo o el concepto propio del niño, o sea, lo que él piensa y siente de sí mismo, como el factor más importante en determinar su conducta.
2-El niño actuará en forma consistente a su concepto propio. Si un niño se siente "bueno", él actuará bien; pero si el niño se siente "malo", él actuará mal, aunque no desee serlo. En la misma forma un niño que se considere intelectualmente capaz o brillante, se acercará a situaciones de aprendizaje con iniciativa y confianza. Sin embargo, si el niño se siente tonto, torpe o estúpido, actuará torpemente aunque no lo sea. Esto quiere decir que el problema de los padres, entonces, es el de establecer o crear en sus hijos un concepto positivo de "sí mismo". Un ejemplo que podemos emplear como ilustración de este principio es el del niño que trae a sus padres las calificaciones escolares. Cuántos padres al ver el o los fracasos en el boletín regañan al niño y le llaman torpe, perezoso y vago. De lo que no se dan cuenta es que con esta actitud le están creando un "bajo" concepto de sí mismo. Estos padres se fijan en dos o tres fracasos e ignoran que el niño ha aprobado las siete u ocho materias restantes. Castigan por el fracaso, pero no recompensan por la calificación de cuatro o cinco en el boletín. Este principio desde luego, es aplicado a los niños de inteligencia normal o por encima de lo normal, ya que los que tienen inteligencia sub-normal, no pueden evitar su pobre escolaridad. A estos niños de inteligencia normal debe creársele un "alto" concepto de sí mismo. Alabarle por sus buenas cualidades; siempre animándolo en forma "positiva" y no de manera "negativa". Todo niño tiene un "apetito de aprendizaje". Este apetito debe ser estimulado positivamente para que el niño lo utilice y lo canalice por los medios deseables y enriquezca su escolaridad.
Esto del concepto de "sí mismo" como factor importante en el aprendizaje del niño, vale igual para lo referente a su conducta en general como a su condición emocional. Los seres humanos se comportan consistentemente al concepto que tienen de sí mismo. Es por ello que los padres deben y pueden ejercer una influencia tremenda sobre sus hijos, y cumplir con una obligación importante, ayudándolos a que desarrollen un adecuado y positivo concepto propio. Debemos construir nuestros propios "héroes" en nuestras casas. Hacer que nuestros hijos se sientan que valen, siempre dentro de la realidad, sin levantar falsas expectativas, pero formarles un ego fuerte, sólido, que pueda resistir los embates de una sociedad, que cada vez es más confusa, más traumática, más desvalorizada. Ayudemos a construir seres humanos buenos, con valía personal, para lograr tener una sociedad sana...un país sano.
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