Investigación sobre la juventud
- Teheran
- - Publicado: 11/4/2002 - 11:00 pm
El gran interés que actualmente se manifiesta por la juventud y la niñez tiene sus raíces, según el sociólogo Andreas Flitner, en diversas corrientes espirituales. Tienen aquí particular importancia: el convencimiento humanístico del valor infinito de todo lo humano, la doctrina teológica sobre la inocencia infantil, la alegría de la plenitud de vida e ingenuidad de la juventud, la crítica de la civilización, los movimientos morales y ascéticos que quieren proteger cada paso de la vida humana y, por este motivo, conocerla.
Una juventud revolucionaria, por ejemplo, existe únicamente en una sociedad que se ha hecho insegura en su orden anterior y que estimula hacia una nueva orientación. La juventud posee una marca especial que permanece por encima de todas las características típicas del tiempo.
La juventud de hoy posee un alto grado de independencia. Es una cultura de una parte de nuestra sociedad. Sus concepciones específicas y directrices están orientadas al rendimiento profesional: capacidad y personalidad. La actitud obediente ha quedado reducida. Considerado desde el punto de vista lo social, la juventud está orientada hacia un compañerismo y hacia la formación de grupos informales, pero está menos orientada hacia una comunidad y camaradería en sentido estricto.
A pesar de que en la escuela se han amontonado las dificultades, los jóvenes responden por lo general afirmativamente; sin embargo, en lo relativo a los valores y a la importancia de la formación escolar, a pesar de que mucho de lo que se realiza en la escuela les parece ser de menos importancia para lo que se ha de realizar en la vida. Igualmente se pueden comprobar rasgos positivos en lo relativo a la política y a sus relaciones respecto al Estado. Los jóvenes tienen interés por la política, el Estado significa para ellos una garantía del derecho y de la libertad.
Por otra parte, en la juventud se reflejan, según la ley de la inducción social, los conflictos de la sociedad (de los adultos) de un modo claramente reconocible. Llama la atención, también, el hecho de que la juventud se encuentra dentro de una estructura cambiante de influjos, exigencias y procesos de aprendizaje, que la juventud se ve influenciada ciertamente, no por medio de la forma de un espíritu de época que se encuentra en todos lados, pero que en ninguno se puede palpar, sino en forma de exámenes, de grados de pruebas, de ofertas de escuela y de enseñanza, de medidas de educación y posibilidades de ascenso de toda clase, todo lo cual pertenece a la juventud y a su vida juvenil, que es incluso uno de los elementos que la definen y que, por ello, es un integrante de una historia de la juventud.
El ser humano y el hacerse humano están condicionados social, cultural y epocalmente. En ningún otro período del transcurso de la vida humana se pone tan de manifiesto la compleja problemática de la existencia humana como en el llamado tiempo juvenil: el tiempo, en el que el hombre, en proceso de maduración, tiene que arreglarse, con un alto grado de comprensión, con los factores existentes en su sociedad, cultura y época.
El hablar de "rasgos típicamente juveniles" - a pesar de que éstos pueden ser amortiguados, desfigurados y oprimidos, por un régimen político autoritario- tiene una justificación permanente. Pero debemos tener una idea clara sobre el hecho de que estos rasgos continúan existiendo en muchos hombres, una vez pasado el período juvenil, es decir, que pueden presentarse como características específicas de la personalidad (espíritu aventurero, esperanza, sencillez, desenfado, fantasía, apertura, desenvoltura y simultáneamente con ella, ductilidad y seductibilidad).
Puesto que en el período juvenil comienza a marcarse la peculiaridad de la estructura de lo individual, de la personalidad, puede ponerse de relieve, más o menos claramente, lo típicamente juvenil, según el grado de correspondencia entre fase y estructura.
Una juventud revolucionaria, por ejemplo, existe únicamente en una sociedad que se ha hecho insegura en su orden anterior y que estimula hacia una nueva orientación. La juventud posee una marca especial que permanece por encima de todas las características típicas del tiempo.
La juventud de hoy posee un alto grado de independencia. Es una cultura de una parte de nuestra sociedad. Sus concepciones específicas y directrices están orientadas al rendimiento profesional: capacidad y personalidad. La actitud obediente ha quedado reducida. Considerado desde el punto de vista lo social, la juventud está orientada hacia un compañerismo y hacia la formación de grupos informales, pero está menos orientada hacia una comunidad y camaradería en sentido estricto.
A pesar de que en la escuela se han amontonado las dificultades, los jóvenes responden por lo general afirmativamente; sin embargo, en lo relativo a los valores y a la importancia de la formación escolar, a pesar de que mucho de lo que se realiza en la escuela les parece ser de menos importancia para lo que se ha de realizar en la vida. Igualmente se pueden comprobar rasgos positivos en lo relativo a la política y a sus relaciones respecto al Estado. Los jóvenes tienen interés por la política, el Estado significa para ellos una garantía del derecho y de la libertad.
Por otra parte, en la juventud se reflejan, según la ley de la inducción social, los conflictos de la sociedad (de los adultos) de un modo claramente reconocible. Llama la atención, también, el hecho de que la juventud se encuentra dentro de una estructura cambiante de influjos, exigencias y procesos de aprendizaje, que la juventud se ve influenciada ciertamente, no por medio de la forma de un espíritu de época que se encuentra en todos lados, pero que en ninguno se puede palpar, sino en forma de exámenes, de grados de pruebas, de ofertas de escuela y de enseñanza, de medidas de educación y posibilidades de ascenso de toda clase, todo lo cual pertenece a la juventud y a su vida juvenil, que es incluso uno de los elementos que la definen y que, por ello, es un integrante de una historia de la juventud.
El ser humano y el hacerse humano están condicionados social, cultural y epocalmente. En ningún otro período del transcurso de la vida humana se pone tan de manifiesto la compleja problemática de la existencia humana como en el llamado tiempo juvenil: el tiempo, en el que el hombre, en proceso de maduración, tiene que arreglarse, con un alto grado de comprensión, con los factores existentes en su sociedad, cultura y época.
El hablar de "rasgos típicamente juveniles" - a pesar de que éstos pueden ser amortiguados, desfigurados y oprimidos, por un régimen político autoritario- tiene una justificación permanente. Pero debemos tener una idea clara sobre el hecho de que estos rasgos continúan existiendo en muchos hombres, una vez pasado el período juvenil, es decir, que pueden presentarse como características específicas de la personalidad (espíritu aventurero, esperanza, sencillez, desenfado, fantasía, apertura, desenvoltura y simultáneamente con ella, ductilidad y seductibilidad).
Puesto que en el período juvenil comienza a marcarse la peculiaridad de la estructura de lo individual, de la personalidad, puede ponerse de relieve, más o menos claramente, lo típicamente juvenil, según el grado de correspondencia entre fase y estructura.
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