Lo que debe saber
Panamá, una sociedad de consumo
- Alberto Valdés Tola (opinion@epasa.com)
Cuando se habla de consumismo en Panamá, no se piensa específicamente en el Black Friday, sino que también en las Navidades, el Día del Padre, el Día
Cuando se habla de consumismo en Panamá, no se piensa específicamente en el Black Friday, sino que también en las Navidades, el Día del Padre, el Día de la Madre, etc. Curiosamente, este comportamiento consumista, característico de sociedades industrializadas de renta alta, que representan, económica y axiológicamente las premisas del capitalismo avanzado del siglo XXI, es el referente sociológico más evidente de que el Istmo ha adoptado dicha racionalidad de consumo exacerbado de bienes y servicios; al tiempo que, dicha influencia sociocultural ha redefinido los mismos patrones de vida, de una amplia proporción de la población panameña.
Ahora bien, no es posible entender la lógica de la sociedad de consumo, sin antes hacer referencia al proceso de americanización de la vida, el cual, no es más que la socialización global de los imaginarios, valores, costumbres, hábitos y comportamientos ideales de la sociedad norteamericana. Esta última, más allá de solo caracterizarse por ideales como el “Self made man” y el pragmatismo filosófico, también se caracteriza por patrones de consumo muy elevados; sostenidos por una infraestructura económica que genera una gran abundancia de mercancías y, una superestructura ideológica que legitima la libertad de consumo. Así, aunque la sociedad panameña represente, antropológicamente hablando, otros patrones culturales de vida, su misma idiosincrasia, en parte heredada de su relación histórica con los Estados Unidos, ha permitido una mayor apertura y flexibilidad, en cuanto a la asimilación de las premisas de la americanización; entre ellas, los patrones de consumo.
Así, la sociedad de consumo, al tiempo que genera una estructura económica basada en la producción masiva de productos de la modernidad, también implica una estructura ideológica de seducción. En este último punto, entran en el juego lo que se conoce como la publicidad y el marketing. Dos elementos fundamentales para la promoción del consumismo, ya que los mismos proponen toda una estrategia de venta, basada en la imagen y la hiperrealidad de la vida. Por ende, los carteles publicitarios, los afiches, la propaganda panfletaria en las calles y avenidas y, las mismas azafatas a fuera de los establecimientos; además, del bombardeo mediático de los medios de comunicación masivos, representan solo distintas tácticas psicosociales para la persuasión de los futuros consumidores. De esta forma, para entender la sociedad de consumo que se está cristalizando actualmente en el Istmo, es necesario partir de la concepción de que, aunque Panamá no es una sociedad de masas, las premisas importadas del proceso de americanización han estructurado en las conciencias de muchos panameños una cultura de masas. Por esta razón, las técnicas propagandísticas del consumismo se han valido del modelo hipodérmico, el cual pretende manipular los patrones de consumo por medio de la sugestión de los deseos.
De esta forma, cuando uno entra en los centros comerciales o malls, verdaderos templos del consumismo, en donde la implosión es la norma de la vida, ya que en estas infraestructuras es posible tener acceso a casi todos los bienes y servicios, desde comprar mercancías, ir al cine, comer en los populares Food Court; hasta, en algunos casos, atenderse en clínicas u hospedarse en un hotel; no podemos alejar la ilusión de consumir, ya que en este medio artificial, la publicidad de los almacenes, las tiendas, las boutiques constituye el escenario rector de la vida; en donde un consumidor puede hacerse de cualquier objeto de la modernidad que represente idealmente su identidad narcisista. De esta manera, el consumidor logra la gratificación emocional necesaria o, lo que es lo mismo, saciar sus deseos momentáneos de comprar.
En síntesis, el consumismo en Panamá no solo se está convirtiendo en el único valor existencial de la vida; sino que además, empieza a proponer una racionalidad consumista, en donde la sugestión y la persuasión de consumir empiezan a reinar hegemónicamente, por encima de las mismas necesidades humanas. Así, la sociedad de consumo en el Istmo, no solo determina los patrones de consumo de gran parte de la población panameña, indistintamente de su estrato socioeconómico o clase social; sino que además, influye poderosamente en sus propios anhelos como sociedad y seres humanos. En este sentido, dicha racionalidad consumista exalta el hedonismo y la individualidad; al tiempo que, desmantela la misma noción de solidaridad social y humana. Por ende, mantengámonos vigilantes y evitemos que el consumismo domine nuestra existencia como individuos y sociedad.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.