Mensaje
Qué implica el diálogo
- Monseñor Rómulo Emiliani (Monseñor cmf.)
Existe una grave falla que se da muy a menudo entre las personas y cuyo nombre es la incomunicación. Es un obstáculo muy grande que aparece en muchos hogares, en muchas comunidades. Grandes problemas surgen por la falta de una buena comunicación.
Dios nos hizo a su imagen y semejanza y Él en sí mismo es comunicación, comunión, entendimiento, comprensión mutua, amor perfecto entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La comunicación es la base de la convivencia humana. Profundicemos en lo que implica el diálogo, la correspondencia y veamos qué podemos hacer para relacionarnos eficazmente.
Dialogar significa revelar y expresar pensamientos y sentimientos con confianza, con deseos de un intercambio profundo. El Señor quiere que nos comuniquemos, que entremos en comunión con los demás. La expresión humana ha sido y es uno de los grandes logros del hombre. Somos esencialmente comunicativos; por eso, cuando usted se reprime le hace un daño tremendo a su propio ser. El diálogo nos hace más humanos. Es importante aprender a dialogar. La incomunicación nos convierte en auténticas islas.
Dialogar supone escuchar. Y esta es una de las tareas más hermosas y difíciles que hay. Escuchar no es solo oír; escuchar significa leer el corazón del otro, interpretar lo que el otro está diciendo. Es profundizar en su alma para comprenderlo y aceptarlo haciéndolo parte de mi ser. Escuchar implica hacer silencio fuera y dentro de uno mismo y permitir que el otro entre con todo lo que es: con su amor y su odio; con su dolor y con su paz; con sus alegrías y sus tristezas; con sus miserias y sus riquezas, con sus virtudes y sus pecados. Que se adentre tal y como es en mi corazón y que yo lo acoja, lo acepte y lo comprenda.
Los impedimentos que ponemos los humanos para que exista un diálogo auténtico son muchos. Veamos algunos: 1.- No hay tiempo para escuchar ni para dialogar. 2.- Etiquetamos a las personas con nuestros prejuicios asumiendo que aquel no tiene nada que decirnos. 3.- No sabemos hacer silencio interior. Para entender y atender al otro hay que hacer silencio en el alma y en el corazón. 4.- Indiferencia, frialdad y falta de interés en el otro.
¡Qué tristeza! Tantos hogares donde no florece el diálogo, donde no hay revelación de pensamientos ni sentimientos!
Aprenda a comunicarse con sus seres queridos y con todas las personas con las que tiene que relacionarse. Pídale la fuerza necesaria al Señor. Con Él todo se logra, porque ¡Con Dios, usted es invencible!
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