Análisis
La idiosincrasia de los tranques
El fenómeno originario del congestionamiento vial suma numerosas causas en el área metropolitana (aunque también en las capitales provinciales), pero se debe principalmente al número desorbitado de automóviles con relación a su capacidad vial. La adecuación entre las partes ya descritas con la idiosincrasia panameña y sus posibles soluciones nos lleva nuevamente a ese enfoque ontológico mencionado al principio, o sea, ¿cómo se relacionan estas causas y efectos?
- Andrés L. Guillén
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- - Publicado: 21/9/2017 - 12:00 am
Toda división metodológica y valorativa que concede menos importancia al todo y se concentra más en sus partes, o que reduce un problema a sus efectos tiene sus raíces en Occidente en la forma de pensar analítica y lógicamente. Así, en el pensamiento occidental, para descifrar el "todo", primero hay que analizar sus partes, lo que en realidad crea un conflicto o discordia conceptual, al enfatizar las modificaciones y articulaciones del ser, olvidando la unidad del ente o del "todo".
Al desconocer esta diferencia ontológica, se crea dicha ambigüedad conceptual porque no se toma en cuenta la relación entre el todo y sus partes, que es lo más importante.
Los orientales, en cambio, piensan que el todo no está hecho de sus partes, sino de la relación entre estas; por eso y como ejemplo, al tratar enfermedades, regulan el cuerpo entero para balancearlo, no solo cuidan o tratan sus síntomas o la parte afectada, que para ellos únicamente reflejan un desequilibrio holístico.
Todo está conectado, nada se pierde o desaparece, aun cuando algo nuevo emerge, tanto así que, según teorías occidentales de la física, los átomos y partículas se reciclan eternamente.
Dicho esto, pasemos a ver la relación entre las causas y efectos del congestionamiento vehicular en Panamá, pero como parte integral de la idiosincrasia panameña que no podemos reducir a sus partes. Nuestros tranques de cada día son una enfermedad de "todo" panameño, que nos hostiga y fatiga como castigo o condena expiatoria, cual eterno purgatorio que afecta a buenos y malos por igual.
Su secuela de efectos incluye trastornos psicológicos, estrés, ansiedad, frustración, violencia, contaminación ambiental, desgaste, desperdicio, retrasos, pérdidas y un largo etcétera de síntomas, que traen consigo un deterioro en la calidad de vida de los panameños, que aceptamos como inevitable.
El fenómeno originario del congestionamiento vial suma numerosas causas en el área metropolitana (aunque también en las capitales provinciales), pero se debe principalmente al número desorbitado de automóviles con relación a su capacidad vial.
Otros factores son el manejo desordenado y egoísta de los conductores, transporte público deficiente, semaforización inadecuada, obras viales sin coordinación, accidentes, clima, embotellamientos, ineptitud administrativa, corrupción, protestas callejeras, retrasos en cascada, escasa educación vial, entre muchas otras causas, que provocan tranques cuyos costos se estiman en 30 millones de balboas mensualmente, solo en el área metropolitana.
La adecuación entre las partes ya descritas con la idiosincrasia panameña y sus posibles soluciones nos lleva nuevamente a ese enfoque ontológico mencionado al principio, o sea, ¿cómo se relacionan estas causas y efectos?
Esa relación desenmascara mentiras que nos decimos los panameños para esconder la verdad, pues la misma contiene y define la ilusión de nuestra supuesta "modernidad".
La realidad de los tranques solo la conocemos por sus manifestaciones, pero a la vez carece de esa relación asignable a nuestra idiosincrasia tercermundista.
Por lo tanto, no abre nuevos caminos ni ofrece soluciones, tristemente no evolucionamos ni sabemos cómo hacerlo. Hagamos, pues, un intento modernizador colectivo para cambiar nuestra idiosincrasia tercermundista.
Ciudadano
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