Faraones construyen la gran piramide del éxito

La selección egipcia renovó su condición de campeón de África y con su victoria por 1-0 sobre Camerún, alzó el trofeo por sexta vez.

Egipto repite título, pero con una diferencia.

Hace dos años, lo hizo tras imponerse en la tanda de penaltis a Costa de Marfil, al amparo de su público.

Ahora, justo un año después, lo ha hecho sin necesidad de llegar a la prórroga ante la selección camerunesa de Samuel Etoo, tras ganar cinco encuentros y empatar uno, marcar 15 tantos y encajar tan sólo cinco.

Ha sido la mejor selección, un conjunto que, sin la agresividad física de Camerún o Costa de Marfil, mostró una buena circulación del balón y un ataque letal.

Contra Camerún, a la que ya había derrotado por 4-2 en el primer partido de su grupo, la selección egipcia creó las mejores ocasiones y no se fue en ventaja al descanso por la buena actuación del meta del Espanyol Carlos Idriss Kameni.

Egipto, sin embargo, logró adelantarse en el minuto 76, por medio del delantero del Al Ahly Mohamed Aboutrika y conservar su ventaja hasta el final, cuando Camerún no pudo más que reclamar un penalti, por unas manos de Shady Mohamed (m.

84), en un centro de Etoo, que un par de minutos antes tuvo que ponerse un vendaje en la rodilla derecha y acabó renqueante el encuentro.

El delantero del Barcelona que durante este torneo se ha convertido en el máximo goleador de la historia de la Copa de África (16 tantos) no pudo sumar su tercer título.

Para Camerún, además, esta Copa de África significaba la confirmación de su recuperación, después de no haber logrado la clasificación a la fase final del Mundial de Alemania 2006.

Celebración.

El triunfo sacó a la calle a cientos de miles de personas en todo el país y que mantiene a Egipto en la cúspide del fútbol africano.

Los egipcios estallaron de alegría segundos después de que el árbitro Koffi Codjia pitara el final.

A lo largo del país, los egipcios se mostraron eufóricos por un nuevo triunfo de su selección, que no partía como favorita.

Banderas egipcias, tambores improvisados con palos y bidones, y el sonar del claxón de los coches fueron los grandes protagonistas.