¿Monsalto redactaba la verdad del glifosato ?Parte II
¿Monsalto redactaba la verdad del glifosato ?Parte II
La retractación del estudio sobre la seguridad del glifosato en 1999 llega "con años de retraso", como dijo uno de los abogados que reveló los correos internos de Monsanto. En ese lapso, miles de personas desarrollaron cáncer, especialmente linfomas no Hodgkin, y miles de demandas llevaron a Bayer, compradora de Monsanto, a pagar cerca de 10.000 millones de dólares en acuerdos extrajudiciales. La pregunta es incómoda pero inevitable: ¿quién asume la responsabilidad por las decisiones tomadas a la sombra de una ciencia manipulada?
La industria defiende que "el consenso regulatorio mundial" es que el glifosato puede usarse de forma segura y no es carcinogénico. Las agencias, por su parte, se refugian en sus protocolos: dicen basarse en más de 6.000 estudios y no depender de un único artículo. Sin embargo, el problema no es solo qué estudios se leen, sino quién los produce, quién los financia y cómo se presentan al mundo. ¿Es justo que quienes reciben dinero por vacunas en niños se infiltren como asesores en los gobiernos para dictar las políticas públicas de adulto?
Cuando un trabajo científico se convierte en una de las publicaciones más citadas sobre seguridad del glifosato, se vuelve un faro que orienta nuevas investigaciones, políticas públicas y percepciones sociales. Si ese faro estaba montado sobre datos no publicados de la propia empresa y redactado en buena parte por sus científicos, lo que tenemos no es un accidente, sino un sistema que permite a los actores poderosos moldear la "evidencia disponible".
La ciencia regulatoria, la que sirve de base a decisiones ambientales, laborales y sanitarias, no puede seguir funcionando a punta de confianza ciega en estudios "independientes" de empresas consultoras, que en realidad nacen en los departamentos corporativos. Hace falta algo más que retractaciones tardías. Se necesitan reglas estrictas de conflicto de interés, acceso público a los datos crudos, sanciones reales a las revistas que miran hacia otro lado y, sobre todo, organismos reguladores dispuestos a desconfiar, contrastar y corregir.
En Panamá y América Latina, donde el glifosato ha tenido un rol central en la agricultura y en políticas como la aspersión aérea, este episodio debería encender alarmas. ¿Cuántas de nuestras decisiones se han apoyado en literatura que hoy sería, cuando menos, cuestionable? ¿Quién audita la independencia de la ciencia que orienta el uso de sustancias con efecto masivo sobre suelos, aguas y cuerpos?
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