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Se nos acabó la mama
Richard Brooks - Publicado:
Luis Fernando Pitty Ceballos irrumpe con acierto en el Panamá literario con su novela Tambores de Guerra.Hoy nos conmueve con Quién vive detrás de la montaña, publicada en el 2009.El autor es neurocirujano, un ávido lector, un poeta inédito.Con sus dos narraciones comprueba nuestra afirmación de que la literatura no se improvisa, el arte de escribir es un proceso aluvional que requiere de muchas lecturas, disciplina y una vocación permanente.A diferencia de Changmarín con su énfasis social en Faragualy de Mario Augusto Rodríguez con su dramatismo en Sequía, Luis Fernando nos toca el alma con una composición literaria preñada de las más antagónicas emociones que se dan en el devenir humano.Se nos acabó la mama… Refleja la expresión lacónica de la pena y tristeza profunda de Agapito ante la muerte de su madre y lo trágico de su desenlace.Es el estoicismo ancestral de un dolor sin nombre.Además, su padre lo manifiesta así: Ella era mi vida donde yo pisaba, ella pisaba, teníamos el mismo suelo es el puntual grito de amor de su marido.Nos recuerda a Kenizé Mourad en De parte de la princesa muertacuando afirma: Somos una sola alma tú y yo, no existe entre yo y tú, ni yo ni tú.Ese amor sin condiciones fue el que unió a Virgilio con su esposa Diamantina, un sentimiento con el aroma del jazmín y los naranjos.El entorno de las biografías noveladas de Quién vive detrás de la montaña,se localiza en la agreste región de Azuero entre Herrera y Veraguas, en las áreas de Ponuga, Mariato, el Cebadero, la Atalaya.y el Golfo de Montijo.Luis Fernando con un extraordinario don descriptivo dibuja con palabras líricas el paisaje geográfico de los panameños que viven enterrados en el olvido en esos milenarios cerros donde están habituados al hambre eterna de alimentos y esperanzas.En el relato sobresale el traslado de la madre de Agapito hacia el hospital de Santiago, primero en una hamaca hasta conseguir un transporte hacia la ciudad.Tal como ocurre en la capital con los diablos rojos, el conductor con la cruel actitud de un hombre bestializado con licencia de conducir, al darse cuenta de la muerte de la anciana, los baja del bus.La escena me recordó otro pasaje similar en Soñar con la ciudad,de Ramón Fonseca, otra obra que manifiesta la vida de privaciones del campo panameño.Aquí toy yo.Es uno de los incidentes más pintorescos del libro del Dr.Pitty Ceballos.Una viuda ocueña instala un jorón taberna en el cruce de caminos de las comunidades mencionadas.Allí hay de todo, sal, azúcar, lentejas, enlatados, seco, cerveza y ron.Pero en especial un remanso para compartir sinsabores.Ese lugar es también el centro de una terrible verdad, de un suceso infame que marcó a una familia, allí el suspenso habla y brotan las telarañas complejas que tejen la vida en sus designios fatuos.Pero también Aquí toy yopropicia el encuentro mágico entre Leovigildo y Lita, él lo diría así: ¡jo, esa mujer sí valía la pena!Erotismo virginal.Luis Fernando es un poeta que hasta hoy oculta el lirismo consustancial a su ser, pero la fuerza vital de sus palabras enriquecen con hermosas metáforas su texto narrativo, dándole a su prosa la fluidez de un ritmo que seduce al lector.Y es en la relación de Agapito y Florencia cuando el río erótico llega a su clímax.Florencia, enigmática mujer, sólo abría sus labios para despedir flores y aromas de amor genuino, así en sentidas frases siempre descubre con instinto atávico lo que su corazón anida y así le confiesa al amado: cuando estemos solos, me colgaré de tu cuello; vuelve mi amor, que yo te amo con el alma, yo sé quién eres y sé que tu corazón no está hecho para engaños.Tengo la tristeza de no verte.Diseño literario.Quién está detrás de la montaña es una sucesión armoniosa de hechos tiernos y crueles que humanizan la vida campesina en un torbellino de pasiones paradójicas.El amor y el odio, la generosidad y la infamia alientan las vivencias de una trama de un devenir exuberante.La acción de tiempos simultáneos interrelaciona en sus conjuntos narrativos a múltiples personajes como Clotilde, Marina, Don Temo, Jacinta, Blanca Azucena.Son nombres que habían crecido con el anonimato a cuestas y los pies descalzos.El don descriptivo es otra de las cualidades del autor, lo hace con elegancia y puntualidad cervantina.Además, el uso del lenguaje campesino nos sitúa en esa realidad cotidiana de pesares, angustias y esperanzas.El perfil de los personajes está trazado con profundidad psicológica.Sensualidad, intriga, violencia, desprendimiento visten a los protagonistas de una crónica de miserias y penurias, pero contrastadas por nobles sentimientos.Reseña dedicada a Judith Anguizola, Carmen García y Marta Barría, extraordinarias lectoras.Pensamientos cardinales