Las jubilaciones

El gobierno de turno debe ofrecer un estímulo económico a los jubilados.

Después de haber laborado tanto, luego de un periodo copiosamente extendido, llegan las nupcias del individuo con el acto jubiloso.

Dicen presente, promovidas por el tiempo, las esperadas y codiciadas jubilaciones, indicándonos un precepto delicado, la decadencia de la vida, postrados de incontables acontecimientos deplorables, pues es evidente que los años transcurridos jamás se podrán recuperar.

De aquí en adelante el sufrimiento cunde porque las enfermedades han vigilado con atinadas devociones, esperando las oportunidades de atacar sin poseer el derecho de poderlas silenciar.

Es aquí donde la pobreza establece sus parámetros imperdonables, castigando las imprudencias cometidas, ausentes del debido razonar.

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Este dúo siniestro termina la función existencial, pecado mortal espantoso, aparecido en la mengua de la vida donde han crecido los sufrimientos aprensivos por el cursar de los años.

He aquí el trueque con la decadencia doliente.

Y a esta hora puntual debe actuar el gobierno de turno ofreciendo un estímulo económico a todos aquellos que un día ya pasado guiaron a la patria por el camino impecable del esfuerzo personal, ausentes de estorbos tendenciosos de ritmos disonantes.

Gravita un cúmulo de apatías en este calvario que nos torna infelices, lo actuado por algunos personajes que corrieron a tildar el suceso de desagradable porque no concuerdan con el modo operativo del pensar encantador.

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Pero ¿qué conducta optimista es aplicada tomando una pequeña cantidad de dinero para gastarla en las necesidades básicas hogareñas que acuden diariamente a golpear los bolsillos desolados?

Solo con anunciar que se nos iba a dispensar un pequeño aumento salieron sin dilación a denunciar a todo pulmón y a tambor batiente pretendiendo descalabrar sin demora, asintiéndonos que con esta práctica los fondos económicos de la República iban a caer desvanecidos llevándonos al caos general.

Tanto que trabaja la mayoría con notables sacrificios, pero los sueldos son bajos y así el pobre llega a viejo sin casa y sin comida, para liar las estrechas necesidades sutiles y, de esa manera, lo único que podemos capturar es el conjunto vacío sin alcanzar ningún contenido evidente.

Es cierto que trabajamos duro, por ende, se debe recibir en este decadente periodo un ajuste monetario, mitigando las deudas acreditadas, no obstante, ello no suele suceder. Mientras más tiene una persona es más feliz y más desea los puestos solventes, donde se aprisionan cantidades envidiables de dinero para resolver sus entuertos, y nosotros qué.

La inspiración bondadosa de Salomón la hemos perdido, pues en estos eventos domina el usual examen diletante.

Es de lógica creíble en afirmar que el cuerpo consta de un gran número de energías, tanto mentales como físicas que operan juntas y así se proyectan a solucionar el debido objetivo, vivir bien y trabajar bien con todos los medios palmarios empleados a sus caprichos.

Aquí se le recomienda al joven de hoy mejor preparación, pero tenemos por delante un futuro contendiente con los robots, cuyo actuar indicarán los máximos exponentes del mañana, cumpliendo actividades semejantes al hombre dinámico del presente.

Escritor.