¡Adiós, mi Kenny!
Seis décadas son más que suficientes para llamar a un estadio hogar. Enrique Serracín es la prueba viviente de ello. Llegó al coliseo que lleva el nombre de su padre allá por...
- Karol Elizabeth Lara ([email protected])
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- @KarolElizabethL
- - Publicado: 01/4/2016 - 12:00 am
Seis décadas son más que suficientes para llamar a un estadio hogar.
Enrique Serracín es la prueba viviente de ello. Llegó al coliseo que lleva el nombre de su padre allá por 1956 (específicamente el 15 de octubre) y desde entonces no ha podido separarse de ese místico lugar.
"¡Ay, si las paredes hablaran!", dice con orgullo el exjugador, horas antes de que los trabajos de demolición se pongan en marcha.
Tiene sentimientos encontrados. Se siente afligido porque allí ha vivido momentos de gloria, pero a la vez está feliz porque el progreso alcanzará el béisbol chiricano.
"Estoy triste, pues con la demolición se va toda una vida", hace una pausa y recuerda los beneficios que traerá la nueva casa de Chiriquí. "Todo sea por la modernidad y por el bien del béisbol", agrega.
Para algunos, la vida en un estadio puede ser poco interesante. Este no es el caso de "Kiko", un hombre que respira béisbol.
"La vida en el estadio es atractiva, me ha permitido conocer a mucha gente. Mi vida es el béisbol", explica, al tiempo que rememora el lado menos amable de su morada.
"Esto me trajo problemas con mi familia. Mis hijos me reclamaban porque no compartía mucho tiempo con ellos. Querían que me fuera. Aquí yo no me aburro ni me siento solo", confiesa.
Sesenta años como huésped de honor le conceden el privilegio de conocer el estadio detalladamente, de arriba abajo y de izquierda a derecha. Comenta con emoción que es uno de los pocos funcionarios que trabaja 24 horas al día, los siete días de la semana y los 365 días del año.
"Este estadio nadie lo conoce como yo. Sé cómo funciona todo", explica el ex campo corto chiricano.
"El Fantasma" está a cargo del Kenny Serracín desde el 14 de junio de 1976. El primer administrador, curiosamente, fue su padre.
"Kiko" confiesa que uno de los pocos motivos que lo hacían alejarse del estadio, por pocos días, eran las enfermedades.
"Gracias a Dios, siempre he gozado de buena salud. Me enfermo poco, pero las veces en las que estuve mal me iba a donde mi familia", dijo Serracín.
Tanto tiempo en el feudo de Chiriquí le ha dado infinidad de momentos para atesorar a Enrique, pero en el corazón siempre hay instantes que calan más que el resto.
Sobre este tema, "Kiko" reconoce que el día en el que le pusieron el nombre de su papá al estadio fue uno de los más felices.
Ayer, Chiriquí jugó contra Coclé su último partido en el Kenny Serracín. Pasarán aproximadamente 20 meses para que la afición chiricana vuelva a congregarse en este coliseo.
El tiempo de espera valdrá la pena porque el nuevo Kenny reunirá todas las comodidades para jugadores y fanáticos.
Entre los cambios se tiene previsto construir graderías con butacas, además de enfermería, elevadores, estacionamientos para 300 autos y lo más importante, un campo que cuente con dimensiones de Grandes Ligas.
Durante todo este lapso, "El Fantasma" ya tiene planeado qué rumbo tomará. Irá a casa de su familia.
No obstante, cuando los trabajos acaben y las instalaciones estén listas para volver a albergar partidos, el experimentado instructor volverá a la que siempre ha sido su casa.
Se lo prometieron y él espera que su cuarto también forme parte del novedoso coliseo.
Siempre ha estado feliz de ver en primera fila cómo se escribe la historia del béisbol nacional, y aunque el sitio que lo cobijó no era el más lujoso, para él sí lo era.
"Yo llamo a este cuarto mi penthouse", relata entre risas.
Hoy, desde temprano, equipo pesado pondrá fin a los capítulos gloriosos e inolvidables que ahí se han registrado, mismos que de seguro la gente nunca olvidará. "Kiko", por su parte, no duda que entonces las lágrimas inundarán su rostro.
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