opinion
El estado de inocencia en democracia
Shanghái, China - Publicado:
RESULTA preocupante para un Estado de derecho que se defina como tal, que en nombre de éste, con el pretexto de hacer justicia, se abaniquen y promuevan ideas que rememoran la "prehistoria" del Derecho Penal, donde el hombre que violentaba las leyes pactuales se le tenía como presunta o propiamente culpable.Sólo bastaba un señalamiento de actuación violatoria de normas punitivas para que el hombre quedara sometido a un calvario por la agresividad con que el funcionario de instrucción y también jurisdiccional procuraban una sentencia condenatoria.La humanidad, desafortunadamente, ha trasuntado estos caminos de transgresiones al ser humano, al hombre, al individuo.Sin embargo, es la humanidad producto de esas experiencias malsanas que se inscribían en esa esquizofrenia de que el Estado lo era todo y un fin en sí mismo.Desafortunadamente, la historia también da cuenta de que tales enfoques de hoguera, de inquisición, de aberrante corporativismo fachista, suelen rodearse de hombres preclaros y en el plano del pensamiento, elaboran y forzan ideologías para fundamentar y sostener tales aberraciones.En el plano del pensamiento jurídico no faltaron juristas renombrados como Garafaló, Manzini, Ferri, quienes no supieron apreciar la denominada presunción, hoy estado de inocencia, de los hombres.Manzini, quien llegó a señalar: "si es erróneo el criterio de que las normas procesales penales están esencialmente dirigidas a la tutela de la inocencia, más inexacta es aún la opinión de que en el procedimiento penal valga (más aún: "milite", como se dice en jerga forense) a favor del imputado una presunción de inocencia, por la que ese mismo imputado deberá ser considerado inocente, mientras no halla mediado la sentencia irrevocable de condena".En el caso de Garafaló, éste señalaba que al imputado no se debe presumir inocente ni culpable.Algunos de estos juristas llegaron a calificar a su colega científico que defendían la presunción de inocencia como intelectos proclives a la debilidad.El enfoque de dar por presunto culpable o el de la presunción de la culpabilidad, a nuestro juicio, resultaba una expresión de los denominados Estados fuertes o totalitarios que le instrumentalizaron con fines políticos, para perseguir adversarios reduciéndolo a latrocinios propio de mentes perversas y de la perdida de la libertad.Por fortuna, mentes preclaras que hicieron del respeto al hombre el núcleo central de la humanidad en tanto, que el hombre mismo es humanidad, reivindicaron la presunción de inocencia.A guisa de ejemplo, tenemos a la insigne Carrara, quien señaló que hay a favor del imputado la presunción de inocencia que asiste a todo ciudadano y ésta es asumida por la ciencia penal, que hace de ella su bandera para oponerla al inquisidor.Para la historia ha quedado aquello de que "protejo a este hombre porque es inocente y así lo proclamo hasta que no halláis probado su culpabilidad".Lucchini, como corolario de esta filosofía de Carrara, llegó a señalar que si el proceso tiene como objetivo práctico el descubrimiento de la verdad, con relación a la imputación del delito, es natural que se contraponga a él la hipótesis de que el mismo es inocente.En estos tiempos hasta el concepto de presunción de inocencia ha quedado rezagado, hoy se invoca el estado o el estatus de inocencia hasta que una sentencia irreculible diga lo contrario.El delito material o la prueba de la existencia del mismo no dice nada con relación a la responsabilidad penal.Por fortuna, de aquellas noches oscuras de los Estados depravadores de la libertad, vino la luz con la declaración universal de los derechos humanos, la cual reivindica la condición de inocencia de todo hombre, mientras no se pruebe su culpabilidad.Hoy, en América Latina, también en nuestro país, observamos algunos compatriotas que movidos por la sed de justicia y de lucha frontal contra la impunidad de manera inconsciente enervan este preciado derecho humano.Mucho cuidado con el argumento de la percepción de la sospecha de la actividad criminal o delictiva, ya que terminan desenfundado el látigo de la prehistoria del derecho penal déspota e inquisitivo donde se menosprecia el estado de inocencia y se sobreestima el enfoque que presume la culpabilidad donde ni siquiera se han verificado las reglas y los procedimientos del debido proceso.El estado de inocencia va de la mano con ese preciado bien del hombre que es la libertad.En días pasados gracias a la gentil invitación del Dr.Arturo Hoyos, jurista de extraordinario fuste académico y científico, participamos de la presentación de varias obras jurídicas, donde destacan aportes importantes al pensamiento jurídico nacional y a la jurisprudencia patria.En este evento donde se reunieron intelectos del pensamiento jurídico como el Dr.Mario Galindo, Dr.Octavio Amat, Dr.Jorge Fábrega, y el distinguido Abogado y Diplomático Eloy Alfaro.No sólo se dedicaron a comentar los libros del magistrado Hoyos, sino que también resultaron una cosecha de pensamiento jurídico remozado y acorde con las nuevas tendencias, sobre todo, de cuño garantista que luchan a capa y espada contra las visiones que tienen al Estado como el fin de todos los fines, la verdad absoluta y reducen al ser humano al peor de los cautiverios: la negación de su libertad, en estos tiempos jalonada por doctrinas y teorías como la de la guerra preventiva, la presunción de la culpabilidad y hasta la aberrante práctica de la tortura.El evento sirvió de escenario para que los presentadores destacaran la importancia de la relación de equivalencia que existe entre la preservación del orden democrático, el estado de inocencia, el debido proceso y la libertad.La intervención del Dr Alfaro fue toda una pieza de excelencia y alegato con relación a esa perversidad de los juicios sin audiencia previa, destacándose la crítica a la creciente ola inquisitiva que amenaza la paz y la integridad de las personas.(ramiroguerra50@yahoo.es)El señor Luis Alberto resume en una corta oración los momentos que atraviesan: "Estamos pasando páramos".Afirma que en la región es difícil conseguir trabajo como jornalero.Le angustia pensar que viene la estación seca y habrá poca hierba que cortar.Panamá América trató de obtener la versión de las autoridades de la ACP, pero se negaron a ofrecer detalles.Argumentan que esperan la reconstrucción de los hechos.El pequeño José Luis también cuida a quien considera su hermano, pues se han criado juntos.Cuando la señora Omaira se entretiene en las tareas de la casa, está pendiente de su hermano y avisa si éste se queja o llora.Sabe que si esto pasa, es que necesita atención.