Panamá
El tiempo
Un verde amor que nace del estiércol, una flor que nace en el fango. El tiempo es cariño y ternura, es orgullo y pasión. Los segundos donde el amor brota, las horas de un baile, se saltan la regla de la eternidad.
- Alonso Correa
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- - Actualizado: 15/6/2022 - 12:00 am
El ver en una fracción de segundo el paso de los años, sentir el golpe de mil martillos con cada movimiento del segundero. El tiempo pasa, queramos o no. El espacio cambia, nos guste o no. Conocer este fenómeno, el sentir que todo lo que conocías se está quedando atrás, es la primera ansiedad que se tiene. Avanzar en el camino, desconocido y atractivo, de la mano de la duda y el temor. Ir de espaldas a lo único que conoces. Perder el abrazo del tierno conocimiento, sentirse olvidado por la tierna mano de Gea. El tiempo es un ente impredecible, caprichoso y egoísta; el tiempo solo busca su propio placer, es un amante inútil, es un niño que solo busca diversión.
Detenerse, mirar hacia atrás y ver que hace pocos minutos eras una persona distinta. Sentir en tu piel los mil cambios por los que has pasado. Darte cuenta de que no tuviste tiempo para aceptarlos. Eso es la vida, eso es sentirse como un obelisco frente a una marea. El tiempo nos pierde y nos encuentra, nos cura y nos hiere. El tiempo no tiene favoritos, es la moneda que todos podemos gastar, pero no todos lo hacemos de manera efectiva. El tiempo justo e injusto por partes iguales. El tiempo es una espada que se afila con el aire, una montaña que se forma con la luz del amanecer. El tiempo es un diablillo que nos espera en la esquina, es un chiste a ser contado.
Un verde amor que nace del estiércol, una flor que nace en el fango. El tiempo es cariño y ternura, es orgullo y pasión. Los segundos donde el amor brota, las horas de un baile, se saltan la regla de la eternidad. El tiempo es sexualidad y crecimiento, son semillas que se reparten en el viento. Es sentirse en un muelle que revolotea con las estrellas. Un barco que corta el horizonte con su paso. El tiempo es algo roto que no se puede cambiar.
Es un pincel sin cerdas, lápiz sin carboncillo. El tiempo no puede existir sin ti, es un parásito que se bebe tu sangre. Siente miedo cuando no estás consciente, por eso el sueño es ligero, breve y maldito. La memoria de los momentos en el que el tiempo ya no está, solo se guarda en los ojos de los que estuvieron presentes. Es por eso que el sueño es pausado, ameno y reconfortante. Porque el tiempo que se cuela entre nuestros párpados nos lleva a las regiones más alejadas de las galaxias de la mente.
Nos muestra las soluciones y los errores. Es un puzle que se resuelve por sí mismo. Es el reflejo del mañana. Porque la tela en la que se escriben los recuerdos cae del cielo cual maná. Porque son piezas de una historia mucho más grande llamada vida. El tiempo es un puente que se quema desde el centro. El tiempo no existe dentro de su propia existencia. El tiempo es todo lo que nos queda.
Es incierto y seguro. Porque la belleza se esconde en lo que no se sabe. Está en los pétalos que se aproximan a la distancia. El tiempo es escurridizo y pegajoso. Es una brea que nos evita. Es una mosca tímida que se escapa por la esquina. Vivimos, ignorantes de su presencia, sumergidos en su esencia. El tiempo nos abraza y nos aparta. Es un río que nace de las lágrimas de las montañas de nubes. Es un aroma que entre más nos enteramos de su figura, más esquiva se aprecia su apariencia. El tiempo siempre está, ausente.
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