Jesús te mira con amor
Jesús te mira con amor
¿Cómo te mira Jesús? Con amor compasivo. Porque sabe que eres humano, vulnerable, frágil, de barro y prometes una cosa, te comprometes en algo, te lanzas a hacerlo y al poco tiempo haces otra cosa, muchas veces todo lo contrario. Como los de Jerusalén que un día recibieron a Jesús extendiendo sus mantos y palmas en la tierra por donde pasaba el maestro, cantando himnos de alabanza, y a los pocos días gritaban que crucificaran al Señor. Pero él te sigue mirando con amor. Conoce tu fragilidad. Jesús te mira con misericordia como a Pedro, que confesó públicamente y de manera entusiasta que Cristo era el Mesías, el hijo del Dios vivo, y al poco tiempo lo negaba, y de manera cínica y cobarde en la última noche de la vida de Cristo. Y esa negación fue con las palabras más duras y groseras de un pescador de Galilea. Y Jesús oyó, escuchó las injurias, las ofensas y los insultos soeces de Pedro, y aun así lo miró con amor misericordioso. Te mira con comprensión sabiendo de tu situación y circunstancias, como cuando los soldados romanos, las autoridades religiosas y el pueblo judío participaban en la crucifixión de Jesús. "Padre perdónalos porque no saben lo que hacen". Eso exclamó Jesús, intercediendo por nosotros que estábamos también allí en el calvario. Jesús conoce nuestra miseria y siempre nos mira con amor. Con un amor mezclado de dolor, de angustia cuando pecamos, o de alegría y gozo, cuando seguimos su camino. Pero siempre con amor.
Las miradas de Jesús son variadas y dependen siempre de nuestra situación. Pueden ser de santa ira como cuando contempló el negocio que se hacía en el templo entre los sacerdotes judíos, los vendedores de animales que se iban a sacrificar, y los cambistas de dinero. Ahí no importaba el arrepentimiento de la gente, su conversión, sino que compraran animales para inmolarlos y creer que así Dios los perdonaba. Y todos los involucrados en eso recibían su comisión. Por eso con un látigo echó a los mercaderes del templo. Pero aun así, al final siempre era una mirada de compasión, de misericordia esperando entendieran que estaban ofendiendo a Dios y se convirtieran. La mirada de Jesús puede ser de alegría como cuando vio cómo Saqueo renunciaba a robar, y se comprometía a devolver cuatro veces lo robado, y la mitad de sus bienes darlos a los pobres. Son muchas las miradas de Jesús, pero siempre debajo de todas ellas, el común denominador, una mirada de amor, de misericordia, de compasión.