En tiempo de crisis
La enseñanza del Derecho
El docente de Derecho debe generar en sus estudiantes un deseo, una voluntad y una pasión por cambiar radicalmente los vicios del sistema y convertirse en una nueva generación de juristas que ayude a transformar de raíz la administración de justicia y la percepción ciudadana sobre la misma.
- Miguel Delgado P.
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- - Publicado: 07/1/2018 - 12:00 am
En la actual época de vertiginoso desarrollo tecnológico, la función del docente universitario es ser un orientador que, además de trasmitir los conceptos fundamentales de sus materias, debe dotar al estudiante de las competencias para adquirir y generar nuevos conocimientos. Para esto, el docente requiere despertar en sus alumnos el interés y el amor por la búsqueda del conocimiento y generar pasión y fe en que su disciplina académica cumple con el noble fin de ayudar a satisfacer necesidades sociales o individuales. En el caso del estudio del Derecho, se debe inculcar al futuro abogado que el fin último de esta profesión es promover un sistema de control social para regular la vida en sociedad, mediante la búsqueda permanente del ideal de justicia, que consiste en el deber de dar a cada quien lo que le corresponde.
El abogado no puede ser visto y mucho menos autoconsiderarse un mero tramitador de procesos dentro del sistema judicial. El abogado es un auxiliar de la justicia. Es una mujer o un hombre que ha decidido dedicar su estudio y su labor a lograr un esquema normativo para la sociedad que sea correcto, justo, equitativo y que sirva de marco para lograr prosperidad, convivencia pacífica y armonía entre los conciudadanos de un Estado. El problema se inicia cuando quienes ocupan los más altos cargos del sistema de administración de justicia y de persecución del delito (magistrados, procuradores, fiscales, etc.) se encuentran en un impresionante nivel de desprestigio y repudio ciudadano, plenamente justificado. ¿El proceso de nombramiento de los magistrados de la corte o los procuradores coloca a juristas probos que por sus ejecutorias y méritos profesionales y académicos merecen ocupar los puestos cúspide de nuestro sistema de administración de justicia? ¿Pueden ser nuestros magistrados o procuradores un ejemplo que seguir por las nuevas generaciones de juristas? ¿Si las nuevas generaciones de juristas emulan el accionar de los actuales magistrados y procuradores, tendríamos la justicia decente, accesible e igual para todos que el pueblo panameño demanda y merece? Desde nuestra óptica, la respuesta a todas estas preguntas es un rotundo NO.
Ante esta situación, resulta fácil para el abogado y el estudiante de Derecho caer en la desmoralización con respecto al sistema de justicia y entrar en una espiral individualista de tratar de sobrevivir en el sistema, sin cuestionarlo y mucho menos intentar su reforma. Por esto, el profesor de Derecho debe inculcar en sus alumnos amor al Derecho, pero sobre todo a la justicia. Esto pasa por mostrar una posición crítica frente al "statu quo" de la justicia. El docente de Derecho debe generar en sus estudiantes un deseo, una voluntad y una pasión por cambiar radicalmente los vicios del sistema y convertirse en una nueva generación de juristas que ayude a transformar de raíz la administración de justicia y la percepción ciudadana sobre la misma. Son estos los nuevos abogados que requiere la patria y, por ende, es esta la misión de quienes impartimos Derecho en las aulas.
Docente de Derecho - Universidad de Panamá.
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