Puyol estuvo inmenso

"Está implacable, lleva una temporada que parece que tenga 20 años". Ese es el diagnóstico de Josep Guardiola sobre Carlos Puyol, 31 años, capitán azulgrana, autor de una monumental actuación en el clásico, salvador postrero de su equipo tras dos remates de Marcelo e Higuaín.

Porque pasan los años y las modas y su peculiar melena sigue rompiendo moldes. 'Puyi' sigue siendo el corazón del mejor Barcelona de la historia.

Corría el minuto 86 cuando Higuaín intentó una nueva aceleración por la izquierda. Arrancó con poderío, confiado, pero de repente surgió Puyol para tapar el espacio y caer tras el manotazo impotente del Pipita. Entonces estalló el Camp Nou para corear el nombre de su capitán.

Fue la mejor manera de festejar su 20º clásico liguero ante el Madrid, casi una década clavada desde el debut, un ya lejano 13 de octubre de 1999. Desde entonces, ese muchacho de 21 años que actuaba de lateral derecho con el '32', que había debutado dos semanas antes de la mano de Louis Van Gaal, se ha convertido en el emblema azulgrana, el gran capitán del triplete, en un central al que se le puede encargar cualquier tarea.

Como lidiar de nuevo con la explosividad de Cristiano Ronaldo y el descaro de Higuaín. Al portugués ya le había atado en corto en los tres duelos previos con el United, el último en la final de Roma, donde le hizo perder los nervios. No falló tampoco en esta ocasión y el portugués se marchó cabizbajo en el minuto 70 todavía rumiando la gran parada con el pie de Víctor Valdés.

"Puyol ha estado enorme", reconoció al final del partido Joan Laporta, presidente del Barça, que hace dos semanas firmó la ampliación de su contrato hasta 2013, a razón de seis millones brutos anuales. Un premio a la fidelidad a unos colores, la bravura (ha jugado lesionado en numerosas ocasiones) y la polivalencia (el curso pasado actuó en todas las posiciones de la defensa).

Esta vez su rol decisivo se escenificó en las cercanías de Valdés. Primero con un cruce providencial a ras de césped para taponar el zurdazo y las dudas de Marcelo. Ya en la segunda parte se interpuso en el sitio exacto para desviar otra clarísima opción de Higuaín, que ya había sentado a Piqué. Y un puñado de despejes plagados de arrojo.