Carlo Gesualdo, entre cuernos y madrigales
Cantus interruptus La música de Gesualdo exagera el cromatismo.
Aquella noche, cuando Carlo encontró a María empiernada con su amante Fabrizio, fue como recrear lo que desde hacía mucho imaginaba: que en su ausencia, su esposa lo reemplazaba. Mató a María y mató a Fabrizio. A él lo vistió con las ropas de su mujer y lo tiró a la calle para que todos lo vieran al amanecer del día siguiente. Como si el muerto travestido pudiera sufrir más afrenta.
A Carlo Gesualdo (1561-1613) nunca le interesó otra profesión que la de músico, sin embargo sus seis libros de madrigales y casi toda su obra, la escribió después del oficio de homicida. Por aquel doble crimen lo persiguió un sentimiento de culpabilidad que lo atormentó y que le inspiró su estilo disonante y visionario. La música de Gesualdo exagera el cromatismo —notas ajenas a las escalas diatónicas—, y en pleno Renacimiento vislumbra el fatídico destino de la tonalidad, que Arnold Schoenberg se encargará de liquidar.
El madirgal era un género de la Edad Media, totalmente renovado a lo largo del siglo XVI. Secular, a cuatro o cinco partes vocales solistas, con texturas homofónicas y polifónicas, basado en una forma poética que combinaba versos de siete y once sílabas y sin acompañamiento instrumental (a capella). En el madrigal se encuentra resumido todo el pensamiento musical del Renacimiento.
A Gesualdo le tocó ser parte de las últimas innovaciones del género. Una de las técnicas más gustadas fue el "word-painting" —también conocida como figuralismo o madrigalismo. Consistía en invertir la onomatopeya: se imitaba lo que decían las palabras por medio de sonidos. La palabra muerte, por ejemplo, se representaba con escalas graves y descendentes. Una bella y tétrica ilustración de esta técnica, es el bajo ostinato en el "Lamento de Dido" de la ópera barroca "Dido y Eneas".
Julio Cortázar, el más músico de todos los escritores latinoamericanos —con la única excepción de Alejo Carpentier—, no resistió la tentación de ficcionar sobre Gesualdo. En "Clone", séptimo cuento de "Queremos tanto a Glenda", basa su trama promiscua en Gesualdo y su estructura intrépida en la "Ofrenda Musical" de Bach. Si los madrigales y la evocación biográfica de Gesualdo sostienen el relato, la realidad de los personajes cortazianos lo hacen creíble: “Tiene razón, qué joder, dice Paola, para mí cantar era como hacer el amor y ahora en cambio una mala paja”. Así lo dice Cortázar, y a él, ya se sabe, se le permite todo, hasta un onanismo frustrado.
[B]Repertorio[/B]
Carlo Gesualdo, "Moro, lasso, al mio duolo"
Henry Purcell, "Lamento de Dido"
J. S. Bach, "Ofrenda Musical"
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