El Diablo que escupe poesía
- Ernesto Endara
“El cielo, se les antoja, / una vitrina de espuelas” Lorca
Puedo escupir los versos más dietéticos en este atardecer, escupir por ejemplo: “Tengo el hambre gris y el horno está apagado”. ¿Hambre de qué?, preguntan mis cachudos compañeros. Me gustaría decir la verdad: hambre de masticar las brusquitas de la vida. Pasarle la lengua a un dolor violeta, mirar el fondo de un agujero negro, escapar a este chorro de poesía que me aruña la garganta. En vez de eso, levanto el vuelo y me miro en el espejo del Titicaca y mira tú qué veo: más caca que titi y a un plumífero sin pico; veo un aburrido cascador de avellanas, un asador de almas de marañón. Diablo neogótico, demonio fracasado, estrujador de senos silicónicos; diablucho de parroquia sin piropos, cometa en un vendaval de azucenas; heteróclito descomponedor de sonetos y desmesurado pichicuma.
Quiero blasfemar y eructo poesía. Gruñiré a ver si capto la maledicencia activa. Grrrr. La escupo. Me pregunto, ¿qué hago por estos mundos? Jugar a las canicas de las maldades, vaya estupidez. Y dicen que para escanear pinches espíritus al Otro, al Inmencionable. Bah, almas de basura. Polvo cósmico, más bien cómico. Estoy a punto de largarme de una vez por todas a otra galaxia! Si algo me detiene, son las brujas. Esas sí que son buenas gentes.
Quiero maldecir y me salen susurros como pétalos, notas suaves de violines submarinos; sabores derretidos de aceituna, de café recién colado; prismas de atardeceres, primeros besos. Quiero odiar y el corazón se me encoge buscando un beso. Quiero destruir y me detiene mi bruja favorita. La que me saca con la lengua los poemas que se me atragantan en la boca. Bruja que acompaña mi soledad de diablo dodecasílabo. Grrrr. Soy un areópago de tiburones.
No hay criatura contabilizada en este mundo que no tenga un alguientesalva, un aguantacallao, un casihermano, alguien de simulada generosidad dispuesto a clavarte alfileres en la espalda. Hasta Satanás, pobre diablo, me tiene a mí.
¿Existimos los diablos? Nos manifestamos, luego existimos. Es la poesía la que te hace dudar, ¿no? Por mucho menos existen los políticos, los que rellenan balas con pólvora; los pedófilos con sotana; los escritores sin rumbo, los chupadores de coca; los terroristas sin esperanzas, los amantes sin amadas.
¡Diablos! me gustaría salir a cazar brujas, pero de alcanzar alguna, exigiría el derecho de hacerle el amor ipso facto.
Quiero tragar buco palabras aunque para mi maldición termine escupiéndolas como poesía.
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