El encantador de serpientes y la trama en Panamá
- Moscú
Entre tragos y orgías -en uno de los hoteles cinco estrellas de nuestra capital- se finiquitaron tratos especiales con capos del narcotráfico, lo que dio lugar a la entrega de más de un centenar de ellos.
Parece una película de James Bond. Peligrosos narcotraficantes, operaciones secretas, lujos, mujeres hermosas, millones de dólares, policías que rayan en la corrupción, un príncipe árabe que trafica drogas, terrorismo y un fotógrafo con doble vida que “encanta serpientes”. Es una trama con actores reales, y en medio de todo: Panamá.
DíaD conversó en la ciudad de México con el periodista colombiano Gerardo Reyes, ganador del prestigioso Premio Planeta 2007, con su libro “Nuestro hombre en la DEA”.
Con su modestia de siempre, Reyes contó cómo en Panamá se negoció la entrega de 15 importantes jefes del narcotráfico colombiano a la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), entre los años 2000 y 2003, mediante un peculiar “programa de conversión de narcos”.
En este guión de la vida real, Panamá interpreta un papel estelar. “Si tuviera que hacer un mapa de esta trama, Panamá sería un punto cardinal, tan importante como Bogotá y Caracas para el envío de las drogas, o Miami para la detención de los narcos”, define Reyes.
Fotógrafo y agente encubierto. El personaje central es Baruch Vega, un bogotano de unos 50 años de edad, que pasó de ser un empleado de la multinacional ITT, a uno de los agentes secretos más famosos y controversiales de Estados Unidos. Vega es el responsable de la entrega de 114 importantes narcotraficantes a la DEA.
Muy pocos sospechaban que este fotógrafo de modelos, que vivía rodeado de las mujeres más lindas y famosas del mundo en su estudio, ubicado en un penthouse del centro financiero de Miami, en realidad trabajaba para “una sopa de letras” (como lo define Reyes): la DEA, FBI y CIA.
A través del programa de conversión, ubicó a capos acorralados por Estados Unidos y les ofreció un ventajoso trato: entregarse a las autoridades estadounidenses, devolver el 42% de sus ganancias y revelar las rutas usadas, a cambio de una corta condena, residencia y protección para su familia en ese país.
“Con la fe de un vendedor de enciclopedias”, Baruch convenció a los narcos de que los delitos más complejos y las situaciones más comprometedoras tenían solución, si él actuaba como mediador ante Estados Unidos, en donde se jactaba de tener importantes amigos.
Este intrépido personaje desafiaba a la muerte presentándose ante peligrosos capos armado solo de su poder de convencimiento. Con copias de expedientes y solicitudes de extradición bajo el brazo, los convencía de que estaban en apuros y que él, con la ayuda de funcionarios en Washington, podía conseguirles un trato preferencial.
Uno de los narcos a los que convenció lo definió de una manera muy especial: “Era un encantador de serpientes”.
A cambio de “rendir a peligrosos narcos sin disparar un solo tiro”, cobró millones de dólares a razón de $250 mil por cada uno. Una vez cobraba el dinero, ponía a los narcos en contacto con autoridades y abogados en Miami para que tramitaran su entrega.
En medio de este trabajo, Baruch entraba y salía de Panamá con frecuencia, en donde mantenía buenos contactos. Se le atribuye haber vivido varios años en este país siguiéndole los pasos al general Manuel Antonio Noriega, preso en Miami por narcotráfico y lavado de dinero.
Los Cíclopes. Y como sacados de un capítulo de “ficción literaria”, surgen Carlos Ramón Zapata y su cuñado Juan Gabriel Usuga, un médico y un ingeniero mecánico, que formaron una de las sociedades más importantes del narcotráfico llamada “Los Cíclopes”.
¿Por qué este peculiar nombre? Además de la ambición por el dinero fácil, ambos compartían el drama de haber perdido uno de sus ojos. Lejos de representar una tragedia para ellos, Zapata y Usuga decidieron burlarse de su defecto y del mundo llamando así a su organización.
El éxito de estos exóticos y refinados narcos los llevó hasta el príncipe Al-Shaalan de Arabia Saudita, quien se valió de su influencia para traficar dos toneladas de cocaína a Europa en su avión oficial y lavar las ganancias en España y Suiza mediante inversiones en hotelería y otros negocios.
¿Cómo un multimillonario príncipe, dueño de un banco en Ginebra, se vincula al narcotráfico? Las autoridades estadounidenses descubrieron después que el dinero de la droga sería utilizado para financiar actos terroristas en Europa.
Zapata y Usuga cayeron en la Operación Milenio que realizaron a principios de la década del 2000 Colombia y Estados Unidos. A través de Baruch lograron cambiar información que vinculaba a Al-Shaalan por una sustanciosa rebaja de condena, residencia y protección en Miami. "Los Cíclopes" están libres en Miami y el príncipe sigue prófugo desde hace años.
“Si yo me hubiera puesto a crear estos personajes en mi imaginación, tal vez no los hubiera encontrado”, dijo Reyes.
Parrandas en Panamá. Baruch negoció entregas de narcos en tres continentes diferentes. Panamá, por su cercanía a Colombia, era uno de sus lugares preferidos. En varias ocasiones, y luego de intensas reuniones, Vega, los agentes de la DEA, los narcos y sus guardaespaldas aprovechaban la alegría nocturna y los prostíbulos panameños para pasar un buen rato.
Todo se desarrollaba bajo un ambiente de camaradería. Narcos, agentes del Grupo 43 de la DEA de Miami y Baruch se hospedaban en la suite presidencial del principal hotel de Panamá a principios de la década del 2000. Allí comían y tomaban tragos mientras negociaban. Después seguían la rumba en un club nocturno del área bancaria, de donde sacaban prostitutas para llevarlas a orgías en el hotel.
Esto ocurría bajo un entorno de extrema confidencialidad e impunidad. Al parecer, las autoridades en Panamá no sabían o no querían saber sobre estos encuentros. Hasta que un día, la DEA de Colombia se enteró de una de estas reuniones e intentó arrestar a narcos, agentes antidrogas de Miami y a Baruch.
El poder de Baruch. “La agenda de la lucha antidrogas estaba en manos de un fotógrafo de modelos”. Reyes explica esto como una intensa guerra de celos, por un programa que “estaba en la frontera de lo legal”.
El primer narco importante que Baruch logró entregar en Panamá fue Orlando Sánchez Cristancho (aparece en las fotos), alias “El Hombre del Overol”, considerado un "temible" miembro del Cártel del Norte del Valle.
Otro de los que atrajo a Panamá fue Luis Hernando Gómez Bustamante, “Rasguño”, el primer gran capo de este cártel que quiso cooperar con la DEA. La reunión, efectuada en enero del 2000, fue muy productiva para descifrar una compleja operación de narcotráfico que involucraba a altos oficiales del Ejército de Colombia.
La Operación Milenio le propinó golpes tan certeros a los narcos colombianos que se produjo una avalancha de éstos hacia Panamá buscando a Vega y a los agentes del Grupo 43 de la DEA para negociar su entrega.
Las habitaciones del prestigioso hotel estaban repletas de narcos y agentes de la DEA. Hubo que alquilar salones adicionales para las reuniones. Había cerros de papeles con encausamientos judiciales y jets privados pagados por la DEA que salían del Aeropuerto de Tocumen a Fort Lauderdale con narcos.
El hotel se había convertido en una antesala de los tribunales de Estados Unidos, en donde los narcos hacían fila. Muchos de ellos eran rechazados por tratarse de traficantes de poca monta. “Panamá era el centro de reuniones de Baruch, la DEA y los narcos, quienes están en apuros por la Operación Milenio”, describe Reyes.
Al final, Baruch Vega fue detenido por autoridades estadounidenses que no participaban en el programa de conversión de narcos, porque se pensaba que era un timador que cometió la osadía de tumbar a la mafia. El fotógrafo estaba en medio de una investigación de la propia DEA contra algunos de sus agentes que pretendían quedarse con una fuerte suma de dinero que los narcos entregarían en Panamá.
Pero Baruch apeló a sus amigos en Washington y los cargos que le formularon por conspiración con narcotraficantes se cayeron uno a uno. Lo que parecía una larga condena en las cárceles de Florida se convirtió en un arresto domiciliario por evadir al Fisco. "El encantador de serpientes" sigue hechizando, pero esta vez a bellas mujeres en Miami, a las que fotografía para prestigiosas revistas.
Sin duda, esta fue una época muy intensa en la lucha internacional contra las drogas. Gran parte de ella se libró en Panamá, mientras los panameños hacían su vida de manera desprevenida.
Reyes ha escrito otros libros como "Don Julio Mario Santo Domingo, biografía no autorizada'', "Periodismo de Investigación", "Made in Miami" y "¿Por quién votar? Su consejo a los periodistas investigadores es que tengan como meta escribir libros mezclando la narración, la crónica y la investigación.
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