Aullido de loba
El uso correcto de todas las palabras
No sé por qué se montó el escándalo que se montó en este país por una simple palabra. Que, además, estaba perfectamente utilizada. Desde luego que estoy
No sé por qué se montó el escándalo que se montó en este país por una simple palabra. Que, además, estaba perfectamente utilizada. Desde luego que estoy de acuerdo, claro que sí. Las palabras están para usarse, obviamente. Y para usarlas con corrección, ciñéndose al significado que las mismas tienen en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Me encanta ver que los gacetilleros mediocres (ojo, me estoy ajustando al significado que estas palabras tienen en el DRAE) están empezando a poner en práctica esta costumbre tan sabia.
Hablemos todos a calzón quitado, usemos las palabras según su sentido estricto. Por ejemplo, nos encontramos con una conocida en el supermercado, ¿por qué no podemos decirle?: “Pero oye, que horrible te ves esta mañana. Ese vestido es espantoso (muy feo, desprovisto de belleza y hermosura)”. Y ella no debería molestarse, ¿verdad? Si sólo le estamos diciendo la verdad, así la ayudamos a que mejore su elección para la próxima.
Como se habrán dado cuenta, entre paréntesis he incorporado los significados del Diccionario, y pueden comprobar que, en muchos casos, se ajustan exactamente a lo que deseamos decir. Otro ejemplo sería este: “¡Hombre, Fulanito, ¿como te va en tu trabajo de chupatintas (oficinista de baja categoría) mediocre (de calidad media, de poco mérito, tirando a malo)? ”Y nuestro amigo no debería de enfadarse, puesto que sólo le estamos diciendo la verdad verdadera, ¿no?
Deberíamos aprender todos a ser menos puntillosos, (suspicaces, quisquillosos) y empezar a llamar a las cosas por su nombre, ¿no? Si eres negro, (que es o se considera propio de los grupos étnicos caracterizados por este color de piel) que no te llamen trigueño, o culizo. Y si eres simplemente gordo (o sea, de abundantes carnes), nadie debe llamarte ‘agarrado’. Hay personas horteras (vulgares y de mal gusto) a las que deberíamos de dejar de decir que son ‘distintas’. Y a los niños afeminados y de poco ánimo y esfuerzo tendríamos que seguir llamándoles ‘maricas’ como se ha hecho toda la vida, sin que nos jodieran (molestaran o fastidiaran) con esas tonterías de la discriminación ¡pero si viene en el diccionario!
Tampoco entiendo cual es el escándalo que se ha preparado por un titular que resume en una palabra el honroso cuarto puesto de un atleta panameño en las Olimpiadas. Si fracasó (dicho de una persona, tener resultado adverso en un negocio) pues fracasó, ¿no? ¿Porqué atacar al gacetillero (persona que redacta gacetillas) que escribió ese bodrio (cosa mal hecha, desordenada o de mal gusto) sin ninguna delicadeza (finura, calidad de fino, que hace las cosas con primor y oportunidad)? ¡Por una vez que utilizan el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española correctamente y se atienen al significado estricto de las palabras!
No deberíamos tildarlos de atolondrados (que proceden sin reflexión) ni de empecinados (obstinados, tercos, pertinaces) deberíamos aplaudir su esfuerzo por buscar palabras que se ajusten con precisión a lo que desean decir. Y todos los demás podríamos empezar a hacer lo mismo por la calle, olvidémonos de la buena educación, de la compasión, de la simpatía. Si hueles mal que te lo digan en la cara con adjetivos como sucio, maloliente, asqueroso o repulsivo. Si metiste la pata sin querer en un trabajo en la oficina tu jefe debería de decirte que eres un inútil, un inepto, un incompetente, y un incapaz. Aquellos cuyo desarrollo mental no se corresponde con su edad no deberían enfadarse si los llamasen anormales. Y los necios y faltos de inteligencia no deberían cabrearse si los llamaran estúpidos, puesto que eso significa, la palabrita.
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