Helos aquí reunidos
“El cerebro es mi segundo órgano favorito” Woody Allen
Frente a la inquietante estructura del Taj Mahal, un caluroso mediodía, se encuentran Woody Allen, Charles Chaplin y Groucho Marx. A estas alturas del siglo XXI ni fuman ni beben, con lo cual quiero decir que conversan en seco y sin gases.
Woody golosea maníes de una lata. Suda copiosamente. Se seca la frente con un diminuto pañuelo amarillo. Se dirige a sus compañeros con aparente humildad:
—Me interesan las antigüedades. ¿Cuándo nacieron ustedes?
Groucho, que cualquier cosa lo hace suspirar, contesta suspirando:
—Yo nací a muy temprana edad...
Chaplin, un poco ofendido, separa más las puntas de sus zapatos y dice:
—Yo en una época muy lejana. Creo que no habían construido esto. ¿Y tú?
—Confórmense con saber que soy un crío al lado de ustedes. Como los considero expertos, les preguntaré ¿qué es el humor?
—Me encantaría explicarte eso –responde Groucho–. Creo que es como un dolor, pero con alas, sin patines y sin faja, pero pintada la boca. Mi padre era sastre, por lo tanto tengo mucha tela para cortar en este asunto, pero ahora tengo que tomar un tranvía, quizás una ambulancia y, como un chino, esconderme en un barril de opio...
—¿Quién te persigue –pregunta Woody–, el sindicato de bananeros?
—No, mi hermano Harpo, a quien le debo un chiste... –aspirando de su tabaco apagado, lanza hacia arriba una invisible bocanada y agrega–: y también le debo algo a los dioses... si es que todavía queda alguno.
—El humor –interrumpe Chaplin– es la discrepancia con lo normal. Por el humor vemos cuán irracional es lo racional; el humor palpa la carencia de importancia de las cosas importantes. El humor incrementa nuestro sentido de sobrevivencia y a pesar de nosotros tres, siempre salvaguarda la cordura.
Woody se aleja del grupo para meter un maní en las fauces abiertas de una cobra de anteojos de un yogui bizco que los inquieta con su mirada. Al regresar dice:
—Por mi parte nunca he sabido lo que es el humor ni por qué la gente se ríe de las cosas serias que digo.
—Es por tu cara, hijo –dice Chaplin–, viendo las cejas comprimidas en la frente de Woody–. Míralo, Groucho, ¿qué te parece?
Ambos ríen a carcajadas.
Woody, como siempre que está muy serio, queda pensando con la boca abierta. El yogui bizco se acerca y le mete en la boca lo que creemos es un maní.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.