La leyenda del acordeón
- Eliécer Navarro
Dicen que cuando tocaba, fumaba, y lo hacía con tal destreza que las cenizas del cigarrillo no caían al piso. También se le culpa de hacer que su instrumento, el acordeón, ganara la disputa contra el violín, por ser el rey de la música vernácula. La fama de sus interpretaciones fue tanta que todos conocen el nombre del poblado donde nació, Mogollón, bien arriba, en las cimas del Canajagua.
Más que ninguna de las historias que de él cuentan, una foto nos revela el carácter de “Gelo” Córdoba. Sentado en un taburete, en el portal de una casa tradicional con dos puertas al frente, joven mozo, santeño, pantalones y camisa remangados, cutarras y un singular acordeón de una sola línea.
Dice Carlos Cleghorn, autor de música típica, que el instrumento mostraba las carencias de esos poblados en los años cincuenta. Con sus tempranas interpretaciones, comenzó a deslumbrar a los bailadores y a los asistentes de las fiestas.
Aún hoy cuando viajamos al poblado, cuna del héroe folclórico, hay un trayecto sin asfaltar, donde caminos con nubes de polvo dan la bienvenida a los visitantes.
Entre esa polvareda, se ve adelante, por las lomas distantes, resecas por el sol de marzo y devastadas por los años de práctica de la ganadería intensiva, un bus de Las Mañanitas, barriada de las afueras de la ciudad de Panamá. Después sabríamos que llevaba a los familiares del acordeonista. Su hijo, sus nietos y hasta biznietos, lo que nos demuestra que la leyenda fue realidad.
Repercusión
Gracias a intérpretes y compositores, el acordeón TIENE uN sitial en la sociedad
Artistas y compositores como Dorindo Cárdenas, Colaquito Cortés, Tito Pito de Guararé, Carlos Cleghorn, Alfredo Escudero, Ñato Monga, Fito Espino cumplieron con la romería, y se encontraban en Mogollón el 15 de marzo. La fecha despertara un gran revuelo en el mundo de la música típica.
Allí afuera, de una capilla a medio construir, bajo un sol inclemente se reunieron todos, cantaron, tocaron el Mogollón y develaron un monumento en honor a “Gelo” Córdoba.
Quizás el mejor homenaje que se le ha hecho al músico santeño ha sido que el concurso de acordeones del Festival de Guararé lleve su nombre. Todos los años, jóvenes músicos llegan hasta este poblado, suben a la tarima de eventos frente al parque para concursar y tratar de ganar la competencia. Es un pasaporte a la fama musical lo que le cambiará la vida del ganador.
Sociólogos como Milciades Pinzón Rodríguez ven en la vida musical de “Gelo” Córdoba muchas cosas. Entre ellas, el desafío a las clases elitistas pueblerinas, de un joven encutarra’o, que bajó de la montaña y logró empujar con su acordeón manifestaciones netamente populares.
Desde los tiempos de “Gelo”, el músico panameño toca el acordeón de manera singular. Sus florituras aventajan, a mi manera de ver, a las de los músicos colombianos y mexicanos. Dicen que con “Gelo” el acordeón logró salir de las cantinas hasta dominar por completo las festividades populares. Dejando atrás los bailes de salón, amenizados por el violín, que era el preferido de las clases de ascendencia española.
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