La niña y el fardo
- Elaine Bressan
Sobre sus hombros carga un fardo pesado de ramas secas, en el que se refleja la carga de su vida. Sube la vereda, camina siempre hacia la cima, sabiendo que no llegará a ninguna parte. Su destino ya está escrito y es el de caminar siempre, sin llegar nunca. En toda su existencia tendrá que cargar el fardo pesado de la exclusión.
¿Quién es? Nadie sabe. Solo se sabe que es una niña más que no juega, que no va a la escuela, ni sueña, ni sonríe. Una niña sin infancia.
¿Su edad? Qué importa, da lo mismo: 10, 15, 20, 50, 100 años. El tiempo vivido, los años de más, la falta de esperanza, eso va por dentro. Ella nació vieja.
Los pies descalzos desconocen el derecho a protegerse con zapatos. Los callos y el dolor tampoco se los aceptarían. No conoce las letras, ni qué es un aula de clases. Lo único que aprendió de las matemáticas es muy empírico: que debe cargar el mayor número posible de ramas, para ir sumando viajes, de los que deberá restar su vida. Todo para contar con los dividendos justos para adquirir sobras de alimentos vendidos en el lado sórdido del mercado. Tendrá mucha suerte si consigue llegar con algo a su casa, y necesitará más si quiere que por el camino nadie le haga daño.
Ropas, solo las que le regaló una señora blanca, muy bonita, que llegó al pueblo en un carro igualmente muy lindo, de los que solo ha visto en sueños fugaces. La dama de finos modales dejó bolsas, muchas bolsas de ropa usada.
La niña encontró esa falda con volados abajo: así se parecería a la señora fina del carro lindo. Ella también sería elegante. Ese resto de vanidad era el único vestigio de su feminidad. Todavía soñaba con el derecho a ser bonita, pese a las dudas.
Sus manos no son delicadas; traen las marcas de las tristezas masticadas. La risa jamás subió a su rostro. A pesar de su poca edad, trae arrugas en el alma, y para esa ancianidad prematura no existe remedio.
Anda niña, camina bajo tu fardo de abandono. Te veo pasar y te convierto en palabra, en pincelada sutil que iré difuminando sobre la tarde, pensando que así haré más liviana tu carga.
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