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Laos, un mundo aparte
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Laos es el país menos conocido del sureste de Asia, pero aún sin las increíbles playas y "vida nocturna" tailandesa, ni la extraordinaria maravilla de los milenarios templos camboyanos, el número de visitantes extranjeros aumenta por la simpatía e interés que generan su ambiente y su gente.Comparable en tamaño, clima y población con Panamá, es un mundo aparte en cuanto a su cultura y política.La República Popular Democrática de Laos está entre Viet Nam, China, Tailandia y Cambodia, sin acceso al mar.En los siglos XIX y XX, fue víctima de guerras, invasiones, gobiernos coloniales, trasiego de armas y tropas, bloqueos económicos y políticos de parte de tailandeses, franceses, japoneses, vietnamitas y estadounidenses.Todavía muere gente y se dejan de usar zonas fértiles por la presencia de minas terrestres y bombas sin explotar, resabios de las guerras de independencia y agresiones anti-comunistas del siglo pasado.En algunos lugares se ven reliquias de guerra y puentes provisionales, donde aviones estadounidenses derribaron los originales.Laos es un país agrícola de sólo 5 millones de habitantes.Su capital, Vientiane, tiene menos de un millón.Contrario a la gran mayoría de las capitales asiáticas, se caracteriza por edificios de poca altura y su cómodo tráfico vehicular.Tanta guerra y destrucción lo tienen como uno de los países más pobres de Asia, pero Vientiane es muy limpia, las infraestructuras funcionan al nivel que se necesitan, las calles y aceras no están todas pavimentadas, pero no se ven huecos de ninguna clase.El agua, uno de sus puntos débiles, no es muy saludable pero sale limpia.Se nota en las nuevas construcciones que el país está progresando.El lenguaje laosiano es muy parecido al tailandés.Se escribe con símbolos fonéticos equivalentes a las letras de los lenguajes occidentales.Se percibe la influencia de la época colonial francesa en algunas comidas, edificios, y los muchos letreros bilingües que usan francés en vez de inglés.Tiene un gobierno socialista que es a la vez tradicionalista: promueve el budismo, la familia y la virginidad...Son delitos que una pareja local comparta habitación sin estar casada y el besarse en público.No se ve ni miseria, ni ostentación.Contrastando con países vecinos con ingreso promedio mayor, bastante mayores, hay muy pocos mendigos y es raro ver personas con ropas raídas o que vivan en la calle.Tampoco hay niños vendiendo en las calles ni viviendas precarias en las ciudades.Los productos básicos, especialmente los comestibles, son muy baratos.Hasta en algunas calles urbanas se ven productos agrícolas secándose al sol en las aceras.El crimen es raro, y casi no se ven por las calles policías ni soldados.No hay paqueterías en las tiendas, y nadie registra a uno al entrar a ningún sitio, y menos al salir.Tampoco hay guardias armados en bancos ni oficinas de servicio del gobierno.En zonas rurales y boscosas hay decenas de distintas comunidades étnicas con diferentes lenguas, costumbres y vestimentas.A lo largo de la carretera que une a la capital con la segunda ciudad del país, se ven chozas de distintos estilos, pero casi todas aprovechando el bambú en distintas variedades.No es raro ver entre las chozas antenas de recepción satelital.Cerca de esas comunidades hay plantaciones de banano y otros productos, pero más allá proliferan las montañas despobladas y selváticas, algunas con siluetas que dejan boquiabierto al visitante.No hay que ir a un parque nacional para estar cerca de tigres o elefantes salvajes, pero sí hay parques muy interesantes.Luang Prabang, su antigua capital real rodeada de montañas, ha sido declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO.Es uno de los lugares más agradables para visitar por su entorno urbano, sus grandes tesoros artísticos y culturales y su infraestructura turística.Por precios módicos llevan a los turistas a comunidades étnicas, cuevas, cascadas, y caminatas por la selva a pie o en elefante.En un parque nacional cercano, el turista puede pernoctar en casas construidas en el ramaje de árboles gigantes a decenas de metros de altura, con una alta probabilidad de ver desde su balcón aves exóticas y distintos micos, incluyendo los raros gibbons.La ciudad es fresca, bonita, con hospedajes y comida variados y económicos.Parece hecha para caminarse, y a veces se ven charcas llenas de lirios acuáticos en medio de las manzanas de casas.Está junto al caudaloso río Mekong, al igual que la capital.Las comunidades étnicas vecinas venden sus artesanías en un mercado nocturno a precios muy bajos.Se pueden visitar una docena de interesantes templos/monasterios budistas, tesoros de arte y tradición.Algunos tienen más de 500 años --aunque varios han tenido que ser parcialmente reconstruidos tras actos de guerra.A poca distancia se pueden visitar cuevas que han sido convertidas en templos por los fieles budistas.Los ríos son importantes medios de transporte local debido a la escasez de carreteras y lo agreste de las montañas.Además, se puede llegar por el Mekong a esta ciudad y a la capital desde China, Tailandia y Cambodia.Contrario a la mayoría de los países, en Laos prevalecen formas arquitectónicas tradicionales hasta en estructuras nuevas en hormigón: techos inclinados de uno o más niveles, muchos con proyecciones que suben desde sus extremos con siluetas parecidas a cabezas de dragones.En Vientiane la mayor parte de las féminas usan ropas tipo occidental, pero en Luang y el interior se prefiere la ropa tradicional, caracterizada por una atractiva falda estrecha parecida a la pieza kuna.Las personas que han visitado a Laos no solamente aprecian sus atractivos turísticos, sino que destacan el carácter amigable y cooperador de sus habitantes, independientemente de la etnia a la que puedan pertenecer.