Meter la pata
- Ernesto Endara
"Y, sobre todo, no vayas a meter la pata". Los Polivoces
Meter la pata es una chambonada, fraguada, dirigida y lograda por nosotros mismos.
Se meten las de andar, ¿dónde? Casi siempre en un hueco mental que nos hace tropezar verbalmente. También se puede meter la pata en un manhole sin tapa (puerta de registro de albañal para los puristas), recién robada por nuestros poco imaginativos ladrones, y romperse la crisma literalmente, sin punto ni coma de literatura.
Nunca falta el codazo de un buen vecino para señalarnos la metida de pata. Mas siempre llega tarde la fastidiosa alarma, cuando es irreversible el patinazo.
Las metidas de patas pueden resultar graciosas, y son tan humanas como la risa; algunas no tienen serias consecuencias, como la del embajador que le preguntó a la reina Isabel si era de Calle Arriba o Calle Abajo; pero otras pueden ser muy cruentas, como la de Hitler al abrir el frente ruso en la II Guerra Mundial.
Antes de mediar este siglo llegaremos a la estremecedora cifra de siete mil millones de habitantes en un planeta con aire, agua y alimentos para cinco mil millones. Estamos metiendo -irresponsablemente- algo más que la pata. Cero no mata cero sino hombres y mujeres, y niños y viejos. ¡Epa!, me desvío. Lo que quiero decir es que entre esta multitud de seres humanos será difícil, si no imposible, honrar a un ser extraordinario que nunca haya metido la pata. Por tal razón nos atrevemos a afirmar que así como el "sentido común" es el menos común de los sentidos, "meter la pata", en seres que no tenemos patas sino piernas, es lo más frecuente.
Meter la pata es una acción tan antigua como el hombre. La expresión fue suavizada e inmortalizada en latín: Errare humanum est.
Admitir la metida de pata requiere una buena dosis de valor y una cucharada de galante ingenuidad (la ingenuidad, en este mundo tan cizañoso, es más defecto que virtud). Es matricularse en el curso de la autocrítica. Ah, pero no basta reconocer la metida de pata. Ese acto bizarro incluye el intento de sacarla de donde sea que la hayas metido.
Y cuidado al intentar sacar la pata no vayamos a meter la otra y se queden las dos adentro.
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