Murió lo menos importante de Gabriel García Márquez
Los escritores panameños coinciden en que Gabriel García Márquez fue un mago de la palabra que supo dimensionar lo cotidiano hasta darle estatura universal
Murió lo menos importante de Gabriel García Márquez
Alberto Cabredo /Abogado y escritor
Los escritores panameños coinciden en que Gabriel García Márquez fue un mago de la palabra que supo dimensionar lo cotidiano hasta darle estatura universal, y de allí, el merecido reconocimiento que obtuvo en vida y trascenderá con su muerte.
Poetas, cuentistas, novelistas y escritores de diferentes matices y talantes parecen votar unánimemente por el escritor colombiano, cuando de reconocer sus méritos se trata.
Carlos Oriel Wynter Melo, considerado uno de los tesoros por descubrir de la literatura latinoamericana, se decanta por lo simbólico que es García Márquez para las letras de la región y el mundo.
“Las páginas de García Márquez tienen el verde del trópico y el habla del Caribe colombiano”, reflexiona Wynter Melo, autor de Cuentos con salsa, y añade, “son páginas con historia latinoamericana entretejida. Tienen lo mejor de la mejor literatura. Son páginas que merecen el recuerdo porque nos dicen qué fue y qué puede ser Latinoamérica”.
Esto conduce a Wynter a una conclusión rotunda: “Murió lo menos importante de García Márquez”.
Interrogante
¿Tendrán que pasar cien años antes de que se escriba otro libro tan portentoso que, como el suyo, haga estremecer al mundo?, se preguntó Ernesto “Neco” Endara al saber de la muerte de Gabriel García Márquez.
Endara, 15 veces ganador del Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró, señala que tienen razón quienes se hacen esa pregunta, pero se consuela diciendo que “Cien años de soledad son cien kilómetros de felicidad” porque “ningún libro me ha dado tanto placer. Lo leí cuatro veces…”.
“Seguro esta noche -continuó Endara- escapan de sus páginas y bailarán en una nube negra sobre el último cielo de ‘Gabo’ todos los Arcadios y los Aurelianos; el gitano Melquíades, capaz de vencer el tiempo con su chapa nueva; Úrsula, Remedios la bella, que descenderá de los cielos con sus mariposas amarillas; la insaciable Pilar Ternera, Amaranta… ¡Diablos! Cuántos personajes inmortales parió ese cerebro”.
Sello personal
Benjamín Román, otro laureado poeta criollo, asegura que el autor de La hojarasca nos marcó a todos por lo menos en América Latina sin distingos y ponderó la virtud de “Gabo”, a quien reconoce el mérito de haber sabido conquistar a los lectores: “Los que leímos algunos de sus libros o novelas, terminamos leyéndolos todos, cosa que no pasa con muchos”, aseguró Román.
Inmortal
Por su parte, el abogado y escritor Alberto Cabredo confiesa que nunca se imaginó a García Márquez trascendiendo a lo ignoto.
“Se nos fue físicamente. Confieso el asombro que me embarga porque hay gente que simplemente nos cuesta pensar que se pueda morir. Después de todo, hace rato había entrado por la puerta de lo imborrable”, sentenció.
Precursor
Como un “extraordinario escritor de Latinoamérica que alternó la fantasía y la realidad dentro de su propio Macondo”, recordó Genaro Villalaz García, exdirector del Instituto Nacional de Cultura.
“Popularizó el realismo mágico y abrió las puertas para que una generación de escritores latinos irrumpiera en el escenario de las letras cautivando a millones de lectores en el mundo. Demostró una capacidad imaginativa difícil de superar, un trabajo literario exhaustivo, una vida prolífica...”, continuó Villalaz, quien, además, consideró al malogrado bardo de 87 años como “un escritor extraordinario, irrepetible, prodigioso y fantástico”.
Heredero de Cervantes
El maestro Enrique Jaramillo Levi destaca un hilo conductor que comienza en Cervantes y se extiende hasta Gabriel García Márquez.
“La pérdida física de Gabriel García Márquez es, sin duda, un golpe inmenso para las letras del mundo, no solo las de lengua hispana. Él es el heredero más visible de Cervantes por su sabiduría humana profundísima, expresada con aparente simplicidad, por su rescate de mitos, leyendas y costumbres que les son consubstanciales a los seres humanos, por su atención al detalle localista cuya ampliación termina siendo perfectamente extrapolable a la vivencia universal, por su destreza sorprendente en el manejo de la lengua española y su capacidad técnica en el arte de narrar”, analiza el autor de Con calma y buena letra.
A juicio de Jaramillo Levi, novelas como Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba, El amor en los tiempos del cólera, Del amor y otros demonios, Crónica de una muerte anunciada, El otoño del patriarca (la más compleja) y El general en su laberinto son irrepetibles, el resultado de una mente brillante que, no obstante, estaba en contacto directo con la cotidianidad y supo expresarla artísticamente.