Jurado del Concurso de Cuento del 'Ricardo Miró' explica las razones y consecuencias del fallo
No es apropiado premiar los trabajos menos malos
El jurado dice que debe responder de manera contundente a esas voces que dicen que el premio se debe otorgar al trabajo menos malo. Tras el fallo, se han dado insultos, reclamos y acosos de algunos escritores que no han digerido que este año los cuentistas se quedaron cortos.
- Egbert Lewis (@EgbertLewis)
- - Actualizado: 07/12/2014 - 12:32 am
Perfil
- José Luis Rodríguez Pittí (www.rodriguezpitti.com) es un escritor y artista visual nacido en Panamá en 1971. Autor de varios libros, su obra ha recibido reconocimientos en Panamá y España. Trabajos suyos han sido elegidos para antologías y revistas publicadas en Panamá, Nueva York, Bogotá, Boston y Estocolmo. Algunos de sus cuentos han sido traducidos al inglés, portugués y sueco. Ha exhibido y presentado libros en Panamá, Guatemala, San José (Costa Rica), Santo Domingo, La Habana, Buenos Aires, México, Florencia (Italia) y Nueva York. Creador y director en Panamá de varios proyectos culturales, festivales y publicaciones cuyo objetivo era promover la literatura panameña. Fue editor de la revista literaria miniTEXTOS. En la actualidad, dirige una editorial con sede en Filadelfia, Pensilvania.
Ignoran a cuentistas
Enrique Jaramillo Levi
En cuanto a declarar desierta determinada sección del Concurso Miró por falta de méritos literarios de las obras participantes, estoy de acuerdo en que a veces es inevitable cuando no hay ni una sola de auténtica calidad. Pero siempre y cuando no haya más remedio, tras una discusión seria, meticulosa entre los miembros del jurado, la cual dé como resultado un consenso sólido y muy bien fundamentado. El Fallo de la sección de Cuento de 2014, mediante el cual se le declaró desierto, no estuvo bien fundamentado, se basa en puras generalidades, en juicios impresionistas, sin ningún sustento real, convincente. Sé de al menos 10 cuentistas de excelente trayectoria en este género, quienes este año concursaron entre los 38 participantes, quienes fueron ignorados como si la totalidad de su obra, en ningún caso, no tuviera mérito alguno. Por supuesto, el juicio del jurado es irrevocable, debe seguir siéndolo, pero sin duda también ellos se equivocan a veces. Pienso que este año se equivocaron y que una de esas obras bien podría ganar en el certamen de 201 ante un jurado de gustos y criterios literarios diferentes.
No se puede pegar mentiras
Carlos Wynter Melo
Es posible que a estas alturas alguien me diga: pero qué pequeñez, quiere que se premie una obra inferior. Pero es que las obras superiores no se construyen en los concursos, sino en talleres literarios, que hay pocos, y ninguno, dije ninguno, sostenido por el estado; en carreras de creación literarias, que hay un par, solo diplomados, pero ninguna, sí, dije ninguna, sostenidas por el Instituto Nacional de Cultura; y con círculos de lectura que, sí, deben haberlo adivinado, tampoco auspicia el estado en la más mínima proporción.
¿Entonces de qué obras superiores se está hablando? Si no se hace literatura sosegada, serena, es porque el escritor no tiene sombra en la que cobijarse. La cultura es lo que es el país, y eso es lo que hay que exhibir y mostrar. No se pueden pegar mentiras.
Tenemos un premio viejo...
Pedro Crenes Castro
Al final, el fallo del jurado desea que los escritores panameños que se vayan a presentar en el futuro reflexionen sobre tres cosas: “las exigencias del oficio literario, el cuidado del lenguaje y la coherencia compositiva que exige un conjunto de cuentos”. Bien, así se hará. Pero, dos cosas: por un lado, no hace falta no premiar para hacer reflexionar. Aquí casi nadie reflexiona sobre la escritura ni su oficio. Son pocos los escritores que leen y menos aun los que se dejan asesorar. Pero las bases permiten no premiar. Lo segundo, que, al calor de lo que dice el jurado, la cuantía del “desierto” la dedique el INAC a la extensión, promoción y mejora de los talleres literarios a nivel nacional. Llámenme ingenuo, pero deberían asumir el reto. Y déjense de necedades de tiempos y rigores legales, no hace falta tanto debate para estas cosas: falta voluntad política.
Tenemos un premio viejo, poco dinámico, que se burla “sin querer queriendo” cada año, de los escritores. Hablen con Manuel Orestes Nieto o con Giovanna Benedetti, grandes escritores, que tienen que montar en cólera para que se editen de manera correcta sus libros.
Mucho se ha dicho sobre el desierto de la sección cuento en el Concurso Nacional de Literatura Ricardo Miró. Hubo quienes cuestionaron la composición del jurado, también hay quienes dijeron que no se debió dejar escapar los $15,000 del premio, mientras que los más filosóficos abogan porque se hagan ajustes a la ley y la reglamentación del Miró.
Hoy, José Luis Rodríguez Pittí , expresidente de la Asociación de Escritores de Panamá, quien actualmente dirige una editorial con sede en Filadelfia, Pensilvania y quien fue jurado este año del Miró, cuenta a Panamá América las razones por las cuales ninguno de los 38 libros sometidos al escrutinio del jurado, que también integraron el peruano Jorge Eduardo Benavies y la chilena Andrea Jeftnovic, mereció ganar el diploma, la medalla ni la plata que tanto persiguen algunos concursantes.
Quítese la toga de jurado y dé su punto de vista sobre si conviene que no se premie una categoría.
Muchas de las reacciones han sido sorprendentes, las dos peores son el caso de un autor que se ha dedicado a acosar a los miembros del jurado a través del correo electrónico, reclamándoles por no haber elegido la menos mala de las obras, y otro que los ha acusado públicamente de ridiculeces sin fundamento. Reclamos que surgen solo después de haberse declarado desierto el concurso en el que ellos aceptaron las reglas que contemplan esta posibilidad. A estas personas habría que preguntarles por qué es hasta ahora que están en desacuerdo con las bases que pudieron objetar antes y qué buscaban al inscribirse.
Porque este concurso es claro en lo que busca y en lo que no busca. Según la Ley 27 de 1946 que lo formaliza, es un certamen para honrar la memoria de Ricardo Miró que, no solo era un gran poeta, sino que era un cuentista de primera. Siendo así, este concurso no es para elegir la menos mala entre muchas obras inscritas, para publicar un libro al año seleccionado entre un grupo reducido, para estimular a los principiantes o para entregar una ayuda económica a un escritor: es para que el jurado escoja aquella pieza de contenido y estética única, obra de arte literario, que sirva al propósito del homenaje a un escritor panameño ejemplar. Y hay que resaltarlo, el Miró no solo es el más importante de las letras panameñas, sino que es uno de los más antiguos premios nacionales de todo el mundo hispano.
Es por eso que el Miró contiene la cláusula que permite declararlo desierto. No es una cláusula absurda, ni improvisada, sino el mecanismo para que solamente se elijan trabajos del más alto nivel artístico.
Y es el jurado que nombra el Inac el que debe decidir esto, sobre las obras participantes. No es sencillo y puede ser muy doloroso, como lo fue este año, descubrir que las obras no cumplían con los estándares exigidos en las bases. Pero no debemos olvidar que se trata únicamente de la evaluación de los libros en competencia y para nada es un análisis de la situación de la literatura panameña actual.
Ahora veámoslo desde la perspectiva del género.
Hay quienes estiman que el cuento es el más fuerte de la literatura nacional, y mucho más en estos tiempos. ¿Cómo enfrentar eso con el hecho de que no pudo salir un ganador entre 38 prospectos?
Más fuerte, ¿en qué sentido? Si es con respecto al Miró, eso habría que preguntárselo a los que crearon esa hipótesis. Y si es así, según ellos, yo les preguntaría también cómo explican que el Miró en 2007 fuera declarado desierto por el uso en las obras de un lenguaje propio de siglos pasados, entre otras bellezas comentadas en el fallo correspondiente. O que el de 2013, aunque tuviera un ganador, el jurado hiciera tanto énfasis en el poco cuidado que tuvieron los autores con la calidad literaria de sus obras. Algo anda mal con esta hipótesis, al menos respecto al Miró. Y, en definitiva, algo está pasando con los cuentistas que concursaron este año que no está pasando, por ejemplo, con los poetas. Es hora de meditar sobre este asunto.
Ahora bien, esto no quiere decir que en Panamá no haya buenos cuentistas. Hay que tener claro que no todos los cuentistas participan en el Miró. Si creemos lo que muchos dicen, que inscriben dos o tres obras, entonces en la versión de este año participó menos del 20% de los casi 150 escritores activos en Panamá.
¿Las deficiencias que encontró el jurado fueron más de forma o de fondo?
Hubo de todo un poco. Este es un concurso abierto a todo el que quiera enviar la cantidad de páginas con textos que aceptan las bases. Así que hubo un par de colecciones de chistes y anecdotarios, y libros con errores de ortografía y gramática elementales. Algunos, escritos por principiantes que no dominan aún el uso del lenguaje o personas que, aunque saben redactar, desconocen lo que es la narrativa contemporánea. Pero esto ocurre en toda competencia literaria y no es preocupante.
Igual que otras veces en concursos panameños, es abrumadora la cantidad de escritores que desconocen los rudimentos del oficio, como el uso de guiones o comillas en los diálogos. No deja de sorprender cómo esto se repite año tras año, sin embargo, tampoco es algo que deba preocupar, pues son cosas que se pueden corregir en la edición sin cambiar para nada la obra literaria.
El problema más común de este año fue el alto número de obras con tramas defectuosas. Por ejemplo, cuentos que parecían haber sido alargados artificialmente, quizá solo para cumplir con el número de páginas solicitado, dañando el ritmo que debe tener toda narrativa. O historias nacidas de muy buenas ideas, pero con errores fundamentales en el desarrollo, que debieron haber sido eliminados en la fase de revisión. O libros con uno o dos cuentos excelentes, entre historias imposibles de publicar a causa de serias deficiencias.
Y esto es lo más doloroso de haber sido jurado este año: aunque con esas narraciones excelentes se pudiera hacer una muestra de la ficción breve escrita este año en Panamá, no se podía encontrar a un ganador. Pues en el Miró se premia la colección completa, es decir, aunque no se puede esperar que todos sean excelentes, el conjunto de cuentos debe tener una calidad adecuada y todos deben ser publicables. Estos autores deben dedicarle un poco más de tiempo a tener un libro completo de cuentos con textos del nivel que han demostrado que pueden lograr. O encontrarles salida a esas historias buenas que, en mi opinión, no merecen estar encerradas en espera de un premio.
¿Le pareció, en algún caso, que los libros de cuento fueron hechos para cumplir con inscribirlos y estar en carrera por los $15,000 y todo lo que implica el premio, más que un genuino trabajo literario?
No tengo cómo saber en qué pensaban todos los concursantes. Pero sí te puedo comentar que, leído el fallo del concurso, algunos autores se me han acercado y hemos conversado sobre sus libros. Algunas han sido personas jóvenes que, me he alegrado mucho, tienen toda la disposición de mejorar su trabajo. Un par de esos casos era de obras prometedoras, que estoy seguro que vamos a volver a ver, pero como ganadoras de un premio. También conversé con un escritor de más trayectoria y fue una experiencia muy positiva: hablamos de las tramas, los personajes, y aquello que va a hacer de su colección una pieza ganadora. Estas personas no me parece que anden a la carrera o solo interesadas en los 15,000 dólares. Son escritores preocupados por su trabajo literario y en plena creatividad, por lo que van a llegar muy lejos, sin embargo, no todos los casos han sido así. Como ya te dije, han sido lamentables los insultos, acosos y reclamos de algunos escritores. Pero solamente son un par de personas entre todas las que compitieron.
¿Dicen que los jurados nacionales debieran ser eliminados debido a que son susceptibles de dejarse llevar por simpatías y antipatías si reconocieran el estilo de algunos de los participantes en las obras presentadas?
La pregunta es quién ha dicho tal cosa y con qué objetivo. Si es alguien que conoce cómo funciona el Concurso Ricardo Miró o alguien que lo desconoce.
Si es lo segundo, le diría que hay varios mecanismos para evitar que esto suceda. Para empezar, le explicaría que todas las obras concursan de forma anónima. Y las bases exigen que si un jurado se entera o descubre la identidad de uno de los participantes, debe renunciar. Me parece que no podemos asumir que los jurados, solo por ser panameños, no van a ser lo suficientemente éticos como para cumplir con estas bases.
Además, las reglas del Miró van más allá: nacional solo hay un jurado, que es acompañado de dos personas extranjeras y residentes fuera del país. Ninguno se conoce entre sí hasta el día en que se reúnen para dar el fallo, que debe ser emitido en apenas unas horas. La posibilidad de llegar a acuerdos corruptos es muy pequeña, sobre todo, este año, gracias al trabajo cuidadoso y profesional de la jefa de Letras del Inac, la profesora Aleyda de Gracia.
Por otro lado, para decidir el ganador solo se necesitan dos de los jurados, pues los fallos pueden ser divididos. Así que supongamos que la frase es correcta y que el jurado panameño está corrompido: le sería imposible premiar, por las razones que sea, a una obra sin la calidad literaria, pues los otros jurados corregirían la decisión eligiendo otra obra con las cualidades adecuadas, y sin dar su fallo sobre la base de simpatías o antipatías. Para eso se requeriría que los tres jurados fueran delincuentes.
El problema, estimado Egbert, es si el que dijo esa frase conoce bien cómo funciona el Miró. Si ese es el caso, es una falta de respeto hacia los jurados y hacia todos los que han ganado este premio. Yo solo conozco el caso de una persona que ha escrito una carta en la que acusa a los jurados panameños de actuar por simpatías o antipatías, aseverando que ha pasado antes. Es patético que esta persona que ha participado varias veces en el Miró -y hasta lo ganó una vez-, que ha sido jefe de Letras del Inac, encargado de las bases y de los jurados, y que organiza concursos usando jurados panameños haga estas declaraciones sin fundamento. Y es más patético que lo haga solo después de conocer el fallo desierto de este año. Me parece que hay que ser serios a la hora de emitir estas opiniones, que hasta se podría decir que son injuriosas.
¿Qué debieran hacer los autores y qué debiera hacer el Inac para que el Miró mantenga su nivel y mejore?
Los autores deben escribir y pensar en publicar antes de pensar en inscribirse en cualquier concurso, incluyendo el Miró. Hay personas que dicen tener varias obras participando en este certamen, a veces por décadas, con la esperanza de ganar algún día. Esto es terrible, pues los escritores deben trabajar para ser leídos. La recompensa económica, necesaria para vivir y seguir trabajando, debe venir como parte de la publicación y circulación de las obras. Y los premios, como el Miró, deben servir como estímulo adicional y no como una forma de mantener al autor que, con mucha suerte, gana con una obra que ha estado cautiva en el sistema.
Por su lado, el Inac debe mantener el nivel del concurso exigiéndoles a los jurados que solamente elijan obras de alto nivel literario. Y debe responder de manera contundente a esas voces que dicen que el premio se debe otorgar al trabajo menos malo, como si en Panamá no existieran autores de alto nivel. Es obligación del Inac defender a nuestros mejores autores, algunos de los cuales han ganado el Miró, que están lejos de ser artistas mediocres. Y debe innovar, como te decía en la respuesta anterior, mejorando su trabajo editorial y metiéndose de lleno en la distribución de obras literarias, que tanta falta hace. O, de otra manera, premiando libros ya editados y, de paso, apoyando el desarrollo de una industria editorial en el país.
¿Si tuviera la oportunidad de recapacitar, volvería a fallar igual?
El fallo del Miró 2014 fue el resultado de un estudio previo, de más de tres meses de duración, de cada una de las obras, terminado en una discusión seria y meticulosa. No fue algo que se hizo al calor de un momento o de manera superficial. Así que las mismas obras obtendrían el mismo fallo, en el Miró o en cualquier concurso con un jurado serio.
Por supuesto, como te dije antes, hay algunas colecciones que, si son trabajadas por los autores, ojalá que con el apoyo de un editor, pueden convertirse en libros publicables y, algunos, en ganadores. Espero que lo hagan, pues hay cuentos que son muy buenos entre los trabajos presentados, pero así como está el material, no veo cómo podría cambiarse el fallo.
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