Desde madrid
Paco de Lucía: el silencio y la guitarra
- Pedro Crenes Castro (Especial)
Esa guitarra me acompañó, aquel año oscuro en que murió mi abuela, entre dos aguas volaba yo, entre el agua mediterránea hasta la caribe, entre la vida que se me fue y la muerte que se me quedaba.
Quien me iba decir que al levantarme esta mañana tus dedos se habían quedado sin música. Cuerdas detenidas, sostenidas por en el silencio. Detrás de una guitarra, como siempre tú, en la imagen del televisor. La voz de una locutora, la misma en su tedio de noticias, me anuncia tu muerte sin pesarme primero el brazo por encima de los hombros, sin apretarme primero contra ella, para llevar distinto que te hayas ido desde tu paraíso, desde ese mar de allá, junto a los tuyos, cerca de una playa.
¿Por qué esta congoja? Tus amigos de verdad callan porque la ausencia se agiganta y les tiñe de azul las tarde de ahora y para siempre, pero yo no quiero callarme esta ausencia que me ha sorprendido nada más levantarme y que me persigue entre mis libros, que se instala en las pupilas y me daña.
Esa guitarra tuya me acompañó de Madrid a Panamá, aquel año oscuro en que murió mi abuela, entre dos aguas volaba yo, entre el agua mediterránea hasta la caribe, entre la vida que se me fue y la muerte que se me quedaba. Mi abuela me parió en mi madre con notas de alegría y tú las tocabas, me consolabas a golpes de guitarra para estarme derecho y triste ante la usencia que me esperaba.
Paco de Lucía, Paco el de Lucía y esa vinculación tuya con tu madre para siempre, para la posteridad. Y a mí me vino una Lucía hermosa, una hija que ahora toca la guitarra y el ciclo se cierra y Lucía toca y Lucía te escucha y yo me quedo con Lucía y me entristece perderte Paco. Presencia andaluza, parte de mis genes vienen de allí aunque definitivamente, el duende todo, lo tienes tú.
Tienes, digo, porque la música sigue, porque nada nos hace más humanos que el hecho de ser conmovidos por una guitarra, por el sentimiento que llena el silencio, las penas o le da alas a la alegría y nos llena y nos hace reír y llorar allí donde estemos, da igual del país del que vengamos.
En el Café Gijón, en lunes, un amigo tuyo te recordaba. A aquella reunión que citaba de memoria iban dos escritores y Juancho Armas Marcelo, recordando, dice y Paco de Lucía iba a tocar la guitarra. Pensé que era una obviedad pero no, es Paco de Lucía, eras tú, no otro, el que estaría allí. Me corregí y me dije que la precisión, era necesaria.
Hoy se apagaron las cuerdas y, aunque la muerte siempre acecha, no salgo de mi asombro. Busco tu música y la pongo. Camarón canta y tú a la guitarra. En los videos, cierras los ojos y tocas, parece, al dictado de otros más allá.
Gracias, Paco de Lucía, por la música, por el arte, por haber perseguido la perfección, por haber sucumbido a la fusión de las músicas, por romper el denso velo del silencio para que pudiéramos mirar la alegría y las penas con otro oído.
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