Palabras en sala de espera (II)
- Rodolfo de Gracia
Toda palabra debería tener un diccionario o debería tener cabida en el diccionario. El Diccionario no es superior a la palabra, sino al revés. La palabra hace al Diccionario, lo supedita, aunque los puristas crean lo contrario y por eso cierren filas y con ello, puertas.
Ya decía ese gran maestro, inmortal en su sapiencia, don Fernando Lázaro Carreter: “...podrían señalarse centenares que mantenemos a raya, algunas por mero olvido, pero otras por condenación presunta o efectiva, dado que ofendemos nuestro ideal de lengua o, si se prefiere, nuestro ideal de Diccionario”.
Dicho a la panameña
En un principio era la lengua... y después fue la suma de lenguas y de muchas palabras cruzadas, prestadas, fusionadas, fundidas, etc. Así lo aprendimos de la mano de esa gran docente que es doña Mercedes Bolaños en las clases de Gramática Histórica.
La lengua no se queda quieta, es un torrente continuo, indetenible.
En el gran diasistema, el español de Panamá ocupa un lugar de importancia vital para los panameños y de alguna trascendencia en el español general.
El mundo hispánico dice y Panamá se incorpora a ese decir. Ciertamente, en todo el sistema hispánico decimos “fácil, morir, ser infiel, trabajo extra, denunciar, ausentarse de clases”. En Panamá, sabemos y entendemos eso, pero nuestra idiosincrasia nos lleva a producir modos panameños (completamente permisibles en determinados contextos o niveles), a saber: jamón, pelar el bollo, pasar por la parrilla, camarón, sapear, pavearse, etc.
Cizañero sí... pero también cizañoso
Dice el DRAE, que el sufijo -ero, en adjetivos significa, en general, carácter o condición moral. Altanero, embustero, traicionero. Por ello está justificado el uso de cizañero, palabra derivada de cizaña.
Pero, no en el mundo hispánico, sino en el ámbito panameño, se emplea cizañoso. El sufijo -oso, según el DRAE, aparece en adjetivos derivados de sustantivos o de verbos. Tiene significado activo. Afrentoso, resbaloso, tropezoso. Cizañoso deriva ya del verbo cizañar o bien del sustantivo cizaña y tiene ese significado activo: Que mete cizaña, que actúa con cizaña.
Tenemos taxistas, pero mayoritariamente, en el habla popular, y en la preferencia de la gente (sin que entre en ello mi subjetividad) también tenemostaxeros. Más feo, dicen algunos, pero no por eso inválido. Tenemos perfumeros y perfumistas, estuferos y estufistas, drogueros y droguistas. El hablante escoge. Y al escoger hace la lengua viva, la real, no la ideal. Dice el DRAE que “el sufijo -ista forma sustantivos que designan generalmente a la persona que tiene determinada ocupación, profesión u oficio. Almacenista, periodista, taxista”.
Eso no inhibe al idioma (más bien a los hablantes) que también optaron por el sufijo -ero, que a su vez, indica oficio, ocupación, profesión o cargo: ingeniero, jornalero, librero.
Las nuevas realidades de la lengua
Venezuela, Honduras, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Puerto Rico y Paraguay registran, según el banco de datos de la Real Academia, usos de la palabra “contralora”.
Nosotros en Panamá hemos estado acostumbrados (y nada forzados) a emplear únicamente la palabra “contralor”, que, además, es la única que registra el Diccionario.
En 1997, el Nuevo Día de San Juan informaba: “El caso Nogueras comenzó en 1994 cuando la entonces contralora, Ileana Colón Carlo, le expuso a Díaz Saldaña...”.
Ese mismo año, el diario La Prensa, de Honduras, escribía: “Callejas y Membreño recibieron el finiquito un día antes de que el ex contralor, Teófilo Martell, entregara el cargo a la actual contralora, Vera Sofía Rubí, pese a que ambos ex funcionarios fueron denunciados...”.
¿Puede decirse que porque “contralora”no está en el Diccionario se debe censurar su uso o debe el hablante inhibirse de emplearla? Claro que no.
En el buscador de Internet por antonomasia, se dan 97 700 apariciones de “contralora”. Claro, muchas en función sustantiva, referida a persona, pero muchas otras en función adjetiva: “entidad contralora, acción contralora, función contralora, etc.”.
Sin lugar a dudas, en Panamá no faltarán quienes le huyan al uso de esta palabra femenina, primero porque no es usual (nada lo fue sino hasta que se hizo costumbre), segundo porque en su fonética las dos sílabas finales -lora semejan un sonido ya conocido que “podría” mover a burla, y tercero, porque existe la misma solución que para “la canciller” (en vez de “la cancillera”, que no prosperó), es decir, quedarnos con “la contralor”. El tiempo lo dirá, sobre todo si nos decidimos a tener a una mujer dirigiendo la Contraloría.
El espacio no alcanza, pero sin duda alguna, son moneda de curso corriente palabras como: “internauta, salvacuatro, rompehuesos, quitafrío, salvatrucha, sumatoria, chicha de piña, cantalante, porotera, macarronada, mondongada, a balazo”, y otras muchas, que todavía no encuentran la gran casa que es el Diccionario, aunque cuentan, a no dudarlo, con la gran patria que es el idioma.
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