Pilar en una familia de destacados juristas
- REDACCION
El “Judge”, como lo apodaban sus amigos, se casó con la Señora Thelma Escoffery, de cuyo matrimonio nació Beatriz Valdés Escoffery, abogada, periodista, y Eduardo Valdés Escoffery, magistrado del Tribunal Electoral.
Eduardo Valdés Guardia fue hijo de Manuel María Valdés Arce y Emma Guardia Vieto.
Manuel María Valdés Arce, su padre, fue el único hermano varón del Presidente Ramón Maximiliano Valdés Arce, y como él, un destacado Jurista.
Emma Guardia era la hermana mayor de cuatro hijas de Aurelio Guardia, quien fuera Ministro de Hacienda de la joven República, y María del Rosario Vieto. Las hermanas de Emma Guardia también hicieron lucidas alianzas: Esperanza se casó con el Dr. Gregorio Miró, distinguido abogado y hermano del poeta; Luz se casó con el Dr. Octavio Méndez Pereira, gestor de la Universidad Nacional y su primer Rector; y Rosario, que se casó con el Dr. Harmodio Arias, Presidente de la República y eximia figura de la vida nacional. A Emma Guardia, madre de Eduardo Valdés Guardia, se le reconocía un intelecto brillante: hablaba varios idiomas y se interesaba ávidamente por la literatura universal.
Eduardo Valdés Guardia nació en Bruselas, cuando su padre ejercía un cargo diplomático ante el Gobierno de Bélgica.
Se graduó en la carrera de Derecho en la Universidad de Nueva York, Estado de NY, E.U.A. y al regresar a Panamá, realizó los estudios correspondientes a la revalidación de su título en la Universidad de Panamá, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, siendo luego Profesor de Derecho en la misma.
Tuvo el honor de ser uno de los Jueces del Distrito más jóvenes de Panamá y Conjuez de la Corte Suprema de Justicia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, fue Presidente de la Comisión de Reclamos y funcionario de enlace entre el Gobierno de Panamá y las autoridades civiles y militares de la Zona del Canal. Director del Departamento de Relaciones con la Zona del Canal, del Ministerio de Relaciones Exteriores. En esta delicada posición, logró evitar múltiples enfrentamientos entre poblaciones panameñas que eran afectadas por la ocupación de tierras para bases militares norteamericanas durante la guerra, dando muestras de una aptitud natural para la negociación innovadora, aptitud que luego se vería encauzada cuando se especializa en técnicas para propiciar la creatividad intelectual. Durante este período, 1945 y en plena Guerra Mundial, consiguió que se enarbolara la bandera panameña en la base militar de Río Hato, ceremonia de la cual guardó con especial orgullo la foto, en la que aparece en la tarima representando al Gobierno panameño, en compañía del general norteamericano que era su contraparte.
Tan pronto se crea la Zona Libre de Colón, el Lic. Eduardo Valdés es designado (por el Presidente Enrique Jiménez) promotor de la misma en Europa, por lo que recorrió varios países dictando conferencias ante importantes foros para atraer negocios hacia lo que en esos momentos apenas era el esbozo de una entidad que llegaría a significar tanto para la economía nacional.
El Lic. Eduardo Valdés fue Delegado de Panamá a distintas reuniones de la C.E.P.A.L., B.I.D. y C.I.A.P.
Como Presidente del Colegio Nacional de Abogados de Panamá, creó e impulsó los Consultorios Jurídicos Populares; y fue miembro del Consejo Directivo de la Federación Interamericana de Abogados. El concepto de mutua representación entre abogados de distintos países, que podríamos considerar precursor de la actual globalización de los servicios legales, despertaba su más vivo interés, y fue promotor de la creación del Bufete Interamericano Fournier, Tapia y Valdés, incorporando a destacados juristas como lo eran el Dr Fernando Fournier, de Costa Rica, y el Dr Felipe Tapia, de Panamá.
Ejerció la profesión de abogado en Valdés y Valdés, con su hermano Manuel María Valdés –el gestor y primer Director General de la Caja de Seguro Social-, luego en Valdés, Valdés y De Castro, cuando se unió al bufete en calidad de socio su amigo y digno exponente de la profesión, Woodrow De Castro, y finalmente en el Bufete Valdés, con su hijo Eduardo Valdés Escoffery y sus nietos Eduardo Valdés Alemán y Yolanda Valdés Crespo. Don Eduardo –quien consideraba que todas las personas debían estudiar Derecho antes de cualquier otra profesión por lo valioso de estos conocimientos en la vida ciudadana- sentía gran satisfacción al ser parte de una cadena de cinco generaciones de juristas: habiendo sido abogados su abuelo, el Primer Procurador General de la Nación, el Dr. Ramón Valdés López, su padre, Manuel María Valdés Arce, él mismo, su hijo Eduardo Valdés Escoffery, y nietos ya citados.
Fue autor de varias obras como “Explicación de la Ley 24 de 1941, sobre la nacionalización del comercio en Panamá”; “La Culpa o Negligencia como Base de Responsabilidad Civil”; “Los Consultorios Jurídicos Populares en Panamá”; “Manual Práctico de Creatividad” en 1969 y el “Poder Mágico de la Creatividad” en 1973.
En la década de los sesenta, decide iniciar una nueva etapa en su vida profesional y acude al Instituto de Solución Creativa de Problemas de la Universidad del Estado de Nueva York en Búfalo, E.U.A., a especializarse, bajo la guía de una autoridad en esa materia, el Dr. Sidney J. Parnes, sobre un tema que lo venía apasionando y al cual había ido dedicando incalculables horas de lectura, como lo demuestra la jugosa bibliografía que enriqueció sus obras en este tema. Don Eduardo tenía una marcada vocación pedagógica, que encontró salida en muchísimos artículos que publicó en diversos diarios de Panamá sobre la importancia de la gestación de nuevas ideas y las técnicas que estimulan la creatividad humana.
En 1966 fundó con su hijo Eduardo Valdés Escoffery, y los Ingenieros Jorge Loré y Jorge Barnett, prestigiosos profesionales al servicio del IDAAN, el Centro de Estudios de Creatividad de Panamá, impartiendo innumerables Seminarios de Solución Creativa de Problemas, tanto al sector público como privado, no solamente en Panamá sino en Costa Rica.
Don Eduardo o el “Judge”, como lo apodaban sus amigos por los años que ejerció como juez, se casó con la señora Thelma Escoffery, de cuyo matrimonio nació Beatriz Valdés Escoffery, abogada, periodista –creadora del semanario cultural El Heraldo-, y reconocida escritora con múltiples premios de literatura otorgados por el Instituto Nacional de Cultura de Panamá, en Costa Rica y Guatemala; y Eduardo Valdés Escoffery, quien ha fungido durante casi dos décadas en calidad de Magistrado del Tribunal Electoral.
Su hija Beatriz nos deja esta semblanza de su padre: “Era una persona increíblemente positiva. Desbordaba buen humor y le encantaba conversar, compartir cualquier novedad que estuviera leyendo o tema que le apasionara en ese momento. Lo acompañé en muchos viajes, pues le gustaba romper con la rutina. Además, mantuvo hasta su último día una mente ágil, abierta a los cambios y mirando complacido hacia el futuro. Jamás lo oí decir que los tiempos pasados fueron mejores, por el contrario, acogía enseguida las innovaciones. Un recuerdo muy temprano que conservo es el de un aparatoso aire acondicionado en su habitación, debió ser uno de muy pocos en Panamá, pues eso fue en 1944. En 1955 hizo traer en el barco en el que yo regresaba al país de mis estudios, un gran mueble con una de las primeras televisiones en el país para ver el único canal entonces operando, Canal 8, de la entonces Zona del Canal. Y en 1960 lo acompañé, más entusiasmado que un adolescente, en el que a lo mejor era, si no el primero, seguramente uno de los primeros vuelos de avión a propulsión que partía de Panamá.
Mi padre sentía un interés y una preocupación permanente y vital sobre el devenir de Panamá. Siempre estaba informado del acontecer político, y con su hermano Manuel María –Nen-Valdés, abogado, economista y fundador de varios periódicos, analizaban el futuro de nuestra democracia. En la vida familiar, fue siempre un padre paciente y justo en asuntos disciplinarios, y muy involucrado en nuestro desarrollo intelectual. Constantemente nos repetía, a mi hermano y a mí, que como la vida está llena de problemas, debíamos considerarlos oportunidades: oportunidades para cambiar una situación insatisfactoria por otra mejor y más promisoria.
En lo que sí era muy conservador y tradicional era en el valor que daba a los lazos familiares. Visitaba a sus parientes regularmente, en especial a los mayores. Además, se aseguraba de relatarme hechos de su vida que involucraban actos bondadosos de algún familiar hacia su madre, Emma, que había quedado viuda con cuatro hijos pequeños que educar, y cuyo recuerdo veneraba”.
Quisiéramos concluir este resumen de su hoja de vida, con la frase que aparece en la contraportada de su último libro, y en la que creía tanto: “Las grandes oportunidades no obedecen a circunstancias externas independientes, sino al estado de alerta, sensibilidad, receptividad y buen juicio que caracteriza al hombre creativo; porque cuando se está realmente listo, todo lo demás está listo también”.
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