Se nos educaba para no pensar
- Carlos Wynter
Últimamente se pregona en los entornos educativos más avanzados que el estudiante debe ser el protagonista de su propio aprendizaje. Este principio no es nuevo: los griegos reconocían la importancia de conocerse interiormente antes de pretender incidir en el mundo externo. Y sus enseñanzas se apoyaban más en las reflexiones de los propios discípulos, que en reglas fijas. ¿Cierto?
Lo que sí es nuevo es que los países que representan el canon económico y científico actual asuman este principio como una verdad a promover. Y es nuevo porque, durante toda la era industrial, fuimos educados para no pensar. Esto no lo inventé yo; todas las teorías organizativas de principios del siglo XX hablan de dejar las decisiones y los análisis a los directivos de las empresas.
¿Qué significa, entonces, este cambio? Lo que me sugiere es que no queda, ante la complejidad de nuestro entorno actual, ante las crisis económicas, ambientales, políticas y un largo etcétera, más opción que formar a cada persona para que pueda defenderse por sí misma. Ya nadie puede asumir el control de los otros sin sacrificar la velocidad de respuesta.
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