TUMPAPIRE
Sobre ‘De cutarras y machetes’, del escritor Luis Barahona G.
Publicado 2013/01/26 23:45:00
Héctor Collado/Escritor
Hace algunas fechas, la editorial de la Universidad Tecnológica de Panamá estrenó camisa nueva, como quien haciendo trocha, con la publicación del volumen “De cutarra y machetes”, de Luis Barahona González. El libro de relatos continúa la saga iniciada con el título “Entre zurrones y enjalmas”, donde la esencia interiorana se expresa en la voz de cada personaje.
“De cutarra y machetes” se trata de historias de tiempos idos, pero nunca olvidados que Barahona recupera para la posteridad. Es una especie de homenaje a los abuelos, se trata de aquellos momentos que hacen del lugar -los lugares de nuestros ancestros- un sitio de visita obligada.
Esta nueva entrega cuaderno es, decididamente, una apuesta por los usos y costumbres, muchos dejados de lado, aquello que hoy por hoy se suele nombrar patrimonio intangible, expresado en 16 viñetas de mediana extensión.
Las acciones expresan personajes, héroes y antagonistas que representan un sector del hombre y la mujer del campo, específicamente en El Carate de Las Tablas, pero también de una época, lo que deviene el documento en un ejercicio evocación y remembranza, como valor agregado de las historias dibujados en la voz de sus personajes.
El narrador se refleja en la sencillez de las vidas que convoca mediante el lenguaje “jondea’o” que resulta simplemente exquisito, por toda la carga de significados que se cocinan a semántica lenta.
Vínculos y valores van desgranando un rosario de experiencias y vivencias. En “La junta” ponderamos el ejercicio anecdótico y la puntualidad de las descripciones, organizado en un orden temporal y de contrapunto. Muchos de los remates brillan por la presencia de humor, elemento bastante extraño como necesario en nuestras letras.
Para el lector no acostumbrado al lenguaje del hombre de la tierra se ha destinado un glosario que es en sí mismo un estudio del habla del panameño. En el cuaderno se usan panameñismos y/o regionalismos, mismos que considero valiosos, por razones lingüísticas y, además, dan una nota de color a la redacción. El lenguaje en este caso es un personaje, pues el autor se expresa a través de la lengua de una región en particular.
Se trata de un cuentario que aporta una veta, y en cierta forma la recupera, cultivada por escritores que hicieron del criollismo su nicho. Se trata de un ejercicio de orgullo por el terruño y de eso en lo que nos hemos convertido con el tiempo.
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