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Sistemas de salud de América Latina se preparan para enfrentar una gran crisis
Quienes reportan tener síntomas de Covid-19 a la línea directa de atención médica obtienen citas programadas para varias semanas más tarde, cuando probablemente ya se habrán recuperado o estarán muertos.
- The Economist
- - Actualizado: 22/4/2020 - 08:39 am
Los residentes de Guayaquil, la ciudad más grande de Ecuador, experimentan una serie de decepciones cuando son atacados por la enfermedad.
Quienes reportan tener síntomas de Covid-19 a la línea directa de atención médica obtienen citas programadas para varias semanas más tarde, cuando probablemente ya se habrán recuperado o estarán muertos.
Con los servicios de ambulancia abrumados, las personas afectadas llegan a los hospitales en camionetas, solo para descubrir que no hay camas vacías.
Cuando alguien muere en casa, el cadáver entra en una larga lista de espera para ser recogido. La ciudad se ha quedado sin ataúdes de madera. Algunos familiares arrojan los cuerpos de sus seres queridos en las calles sofocantes.
Guayaquil es la primera ciudad ecuatoriana donde el Covid-19 ha golpeado con fuerza.
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Los guayaquileños siguieron volando a Europa y regresando de ahí luego de que el nuevo coronavirus comenzó a extenderse, pero antes de que la cancelación de viajes se convirtiera en la norma.
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Los hospitales y la burocracia no pudieron con la enfermedad que trajeron.
El pronóstico de este artículo se basa en la falta de inversión estatal en el servicio de salud pública en A.L . La tragedia en el continente superará a las demás. Urgente su lectura. América Latina puede convertirse en la mayor víctima del COVID-19 https://t.co/jD1x3VPTJC
— Hollman Morris (@HOLLMANMORRIS) March 24, 2020
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En su desesperación, la alcaldesa de la ciudad, Cynthia Viteri, ordenó a vehículos municipales que se estacionaran en las pistas para bloquear el aterrizaje de los vuelos entrantes. Ella misma contrajo el virus.
Otras regiones de América Latina se preguntan si pronto vivirán los horrores de Guayaquil.
"Ningún sistema de salud del mundo" puede enfrentar a el Covid-19 una vez que la tasa de transmisión supera cierto punto, señala el director de un hospital público en México.
En general, los sistemas de salud latinoaméricanos, aunque aún son pequeños y están peor administrados que los de Europa, han mejorado mucho.
Colombia, que introdujo la atención médica universal financiada por los contribuyentes en 1993, tiene 10 veces más camas de cuidados intensivos.
Este año, el presupuesto de salud de Perú como porcentaje del producto interno bruto (3,3%) aumentó dos tercios en comparación con 2015.
En América Latina y el Caribe, el gasto público y privado en salud representa alrededor del 8,5% del PIB, en comparación con el promedio de 12,5% de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), una agrupación que reúne principalmente a países ricos.
La región tiene experiencia reciente en la lucha contra brotes de enfermedades infecciosas, como el cólera en 1991, la gripe porcina en 2009 y el virus del Zika en 2016..
La Organización Panamericana de la Salud, el organismo de salud internacional más antiguo del mundo, que fue fundado en 1902, ayuda a que muchos gobiernos aprendan de la experiencia de otros.
Pero la red de seguridad de América Latina tiene deficiencias que serán expuestas por el COVID-19. La fragmentación, la burocracia y la corrupción debilitarán su respuesta en algunas zonas.
No están en forma
La resistencia de los sistemas de salud de América Latina en parte dependerá de si su población joven necesitará menos atención que los ciudadanos europeos, de mayor edad. Pero la juventud latinoamericana no es tan saludable como la de Europa.
En Río de Janeiro, una cuarta parte de los pacientes con coronavirus internados en los hospitales tienen menos de 40 años.
Chile suspendió el requisito de reválida para los médicos migrantes. En Colombia, las aseguradoras privadas, que proporcionan la mayor parte de la atención médica, han sido ágiles.
Ofrecen consultas en línea y entrega a domicilio de meidicnas a los pacientes que no son de COVID-19.
El presidente de Perú, Martín Vizcarra, estableció un comando para coordinar la gestión de la pandemia y planificar reformas a largo plazo. El Congreso le otorgó al gobierno poderes para emitir decretos relacionados con la pandemia.
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, ha invocado una cláusula constitucional que le permite gastar el equivalente al 2 por ciento del presupuesto para enfrentar una calamidad. El Ejército de México se ha encargado de labores de aprovisionamiento, logística y de 35 hospitales.
Pero esa urgencia no compensará las viejas fallas. Varios países, incluidos México, Argentina y Ecuador, tienen sistemas fragmentados de salud, lo que genera ineficiencia y confusión entre los pacientes.
México, por ejemplo, cuenta con redes hospitalarias administradas por el gobierno federal para trabajadores del sector privado, servidores públicos, veteranos y trabajadores petroleros, y otro sistema para trabajadores de la economía informal y los sectores más pobres.
En Perú, los hospitales son dirigidos por el Ministerio de Salud, los institutos de seguridad social, los gobiernos regionales, la policía y el ejército.
La corrupción y la mala gestión empeoran las cosas. La agencia de seguridad social de Ecuador pagó 12 dólares por cada unidad de mascarillas faciales, lo que ocasionó el despido de un alto funcionario.
Los directores de algunos hospitales públicos de Colombia han robado millones de dólares, lo que ha ocasionado el colapso de sus organizaciones por la falta de inversión. Las áreas rurales están desatendidas porque el sector privado ve pocas posibilidades de obtener ganancias allí y ni los gobiernos nacionales ni los locales han intervenido.
La escasez incrementa el riesgo de que los pobres sufran mucho más por la pandemia que los ricos.
El sistema de salud privado de Brasil, que atiende principalmente al cuarto más rico de la población, tiene la mitad de los ventiladores y camas de cuidados intensivos.
Varios paises han declarado estados de emergencia que les permite a los gobienos ordenar a los hospitales privados cómo asignar sus camas.
El ministro de Salud de Argentina se retractó de su afirmación de que "todas las camas son públicas, tanto las estatales como las privadas", pero ha tomado el control de todas las compras de equipo.
En esas propuestas pueden estar las semillas del cambio. Todos los gobiernos de la región están aprendiendo una dura lección sobre el valor de invertir en la salud pública.
El problema es que el COVID-19 está destruyendo la prosperidad que ayudaría a que eso suceda.
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