Lupe fue una mujer excepcional
“La vi en una obra y dije: ‘ese registro de voz que ella tiene es muy similar al de La Lupe”, dijo Mara Bethancourt acerca de Odette Versailles. Esa obra donde actuó antes Odette, en agosto de 2013, fue “Hairspray, el musical”.
Lupe fue una mujer excepcional
“La vi en una obra y dije: ‘ese registro de voz que ella tiene es muy similar al de La Lupe”, dijo Mara Bethancourt acerca de Odette Versailles.
Esa obra donde actuó antes Odette, en agosto de 2013, fue “Hairspray, el musical”.
Le hicieron la propuesta, que ella aceptó y tres meses después, en noviembre, del 20 al 24, se presentó por primera vez en Panamá “La Lupe, la gran tirana”, en el Teatro Inida.
Impactó -entre el público había representantes de la colonia cubana establecida en Panamá- al igual que en esta segunda ocasión, en el Teatro En Círculo.
Los productores lo atribuyen al personaje, que conoció la cima y la sima.
Sí, La Lupe tuvo una vida signada por la desgracia.
Una niña pobre, nacida en Cuba, que partió de su amada isla. Se lanzó a recorrer mundo, a conquistar la gran manzana. Y, Nueva York estuvo a sus pies. Después la hizo añicos.
Sueños y esperanzas, como un castillo de naipes, se derrumbaron.
El alcohol fue su escape y la soledad su compañera, en esas horas, que parecían interminables, de humillación, de angustiosa espera a que el teléfono sonara porque algún promotor le había conseguido un contrato.
Con una orquesta en vivo, dirigida por Herbert Ureña, Odette cantó 9 temas de la diva de los 70.
“Fascinante”, “sorprendentemente parecida”, “espectacular”, “excepcional”, “excelente”, fueron algunas de las expresiones del público, para la magistral interpretación que hizo Odette.
Al director y actor Edwin Cedeño le pareció: “chévere, chévere. La historia, las canciones. La gente se emociona cuando las escucha. La voz, el timbre de voz...Es un registro muy parecido”.
Bueno y también ‘calcó’ Odette los gestos y el estilo único de la extraordinaria cantante de cabaret, que nació y descolló en la Cuba de Fulgencio Batista. La que parecía que tenía fuego en la sangre cuando cantaba con despecho a la vida y al amor, que le pagaron con mala moneda y solía quitarse los zapatos en el escenario y arrojarlos lejos de sí.
El director apuesta por la niñez
Daniel Gómez Nates, director artístico de “La Lupe, la gran tirana”, tiene 33 años de ser teatrista y no cambia su carrera por nada del mundo.
Esta y sus sobrinos ocupan sus días y noches. Es creativo, sincero, auténtico, perseverante, innovador, diligente, entusiasta y respetuoso.
Le encantan los niños, y él, a ellos. Disfruta compartiendo con ellos su arte, que exige entrega y disciplina. Es un gran facilitador. Con paciencia los ayuda a descubrir y potenciar su talento.
La ingratitud es, a su juicio, uno de los peores defectos de algunas personas. No la tolera. Tampoco la hipocresía, el egoísmo ni la envidia.
Entre sus obras predilectas está “Romeo y Julieta”, del padre de la literatura inglesa, el famoso dramaturgo William Shakespeare (también autor de “Hamlet”, “Macbeth”, “Otelo”, “Mucho ruido y pocas nueces”, “La tempestad”, “El rey Lear”, “Noche de reyes” y “El sueño de una noche de verano”), la cual dirigirá a finales de este mes.
En reiteradas ocasiones ha sido nominado al premio Escena a mejor director. El año pasado lo fue precisamente por “La Lupe, la gran tirana”.
Preferentemente le gusta dirigir comedias. También, obras infantiles. Es afable, sus obras tienen críticas constructivas a los distintos estamentos sociales. Apuesta por la gente, disfruta muchísimo de la vida familiar, escuchar a Mercedes Sosa y siempre anda ideando una nueva obra.