Entre estatuas gigantes
Publicado 2007/04/20 23:00:00
Veinte años y 23 millones de dólares (17 millones de euros) ha costado la obra, que fue sufragada por gobiernos locales y provinciales de China así como donaciones de empresarios y personalidades chinas.
China, amante de las grandes obras públicas con fines propagandísticos y nacionalistas, inauguró una estatua de 103 metros -la segunda más alta del mundo- que se aleja de la simbología comunista y está dedicada a dos emperadores, como símbolo del giro de Pekín hacia sus viejas tradiciones.
Después de décadas erigiendo grandes estatuas de Mao Zedong (una de ellas fue inaugurada el pasado año en el Tíbet), China ha decidido dedicar la mayor estatua del país a Huangdi -el Emperador Amarillo- y Yandi, dos reyes legendarios a los que los chinos consideran padres de su civilización.
Una espectacular ceremonia a orillas del río Amarillo (también considerado cuna de la cultura china), que contó con dragones voladores manipulados por control remoto, ofrendas florales y fuegos artificiales, sirvió para recibir a la nueva estatua, con la que la cercana ciudad de Zhengzhou espera atraer el turismo.
Miles de maestros de tai-chi y niños que estudian kung-fu junto al cercano templo de Shao Lin, así como batallones en perfecta formación de policías, soldados, enfermeras y líderes comunistas, dieron a la ceremonia el carácter masivo que suele ser habitual en un superpoblado país como el chino.
Los chinos, siempre dispuestos al más difícil todavía en este tipo de acontecimientos propagandísticos, sorprendieron con una original puesta en escena: la estatua y todos los alrededores fueron cubiertos con niebla artificial, y llegado el momento, ésta se disolvió por arte de magia, presentando al mundo la gran obra.
Se trata de un doble busto de cemento reforzado, cubierto con sillares de piedra blanca, en la que sobresalen las caras angulosas y esquemáticas de los emperadores Yandi y Huangdi, en realidad caciques de tribus prehistóricas que fueron deificados por dinastías posteriores como forma de insuflar orgullo nacional.
Para ello, y para dotar a la figura imperial de un carácter casi mágico, a Yandi y a Huangdi se les atribuyeron inventos como la medicina y la música tradicionales de China, la brújula y el calendario lunar.
La obra supera en ocho metros a la neoyorquina Estatua de la Libertad y en 18 a la Madre Rusia de Volgogrado, dos de las de mayor altura del mundo.
En lo más alto de esta clasificación permanecerá el Buda Amida Ushiku de Japón, que con 120 metros es la estatua más alta del planeta, aunque tanto China como la India preparan grandes estatuas de Buda que podrían superar los 150 metros en un futuro cercano.
La erección de nuevas estatuas en honor a emperadores o Budas en China, donde hace 30 años muchas de esas imágenes fueron destruidas durante la Revolución Cultural, muestra como el gobierno comunista intenta salirse un poco de la simbología de la hoz y el martillo y adoptar en su beneficio símbolos que antes consideró "feudales".
"Todas estas nuevas imágenes marcan el regreso de la cultura tradicional. Con ello además se quiere promover un desarrollo de la cultura, la sociedad y la economía locales", señaló al respecto Xia Xueluan, sociólogo de la Universidad de Pekín.
"China está buscando sus raíces en el proceso hacia la modernización, y promover una recuperación de la nacionalidad china", destacó el experto, en declaraciones a Efe.
La nueva estatua, por otro lado, muestra cierta competición de las provincias chinas por ver cuál de ellas es realmente la cuna de la cultura china y sus 5.000 años de historia.
En esta lid combaten principalmente Henan, provincia en la que se encuentra la nueva estatua, y la vecina Shaanxi, también en el centro del país, donde se encuentra el famoso Mausoleo del Primer Emperador y su aún más célebre Ejército de Terracota de Xian.
Mientras Henan exalta la figura del Emperador Amarillo, que consideran nació en sus tierras, la vecina Shaanxi prefiere recordar a los turistas que el monarca que de verdad unificó los reinos de la región para crear el germen de la China actual fue Qin Shihuang, el Primer Emperador, originario de Xian, su capital provincial.
A modo de comparación, una lista con algunas de las mayores estatuas del planeta:
Ushiku Amida Buda (Ushiku Arcadia, Japón): con 120 metros de altura, es considerada la estatua más alta del mundo. Aunque 10 metros corresponden a un pedestal y otros 10 a un segundo podio en forma de flor de loto, habitual en las figuras de Buda. Construida con acero y bronce, fue inaugurada en 1995. Para hacerse una idea de su tamaño: los dedos de la mano miden más de siete metros cada uno.
Estatua de Pedro el Grande (Moscú, Rusia): 96 metros de altura, a orillas del río Moskva. Su autor es el polémico escultor ruso-georgiano Zurab Tsereteli, famoso por su empeño en regalar algunos de sus faraónicos proyectos a diversas ciudades.
Estatua de la Libertad (Nueva York, EEUU): se alza a 93 metros de altura, aunque si se descuenta el pedestal, que es más alto que la figura en sí, serían sólo 46. Fue un regalo de Francia a EEUU en 1886, para conmemorar el centenario de la independencia estadounidense. La obra en cobre, del escultor Frederic Auguste Bartholdi, se forjó en Francia y fue transportada en barco a Nueva York.
Madre Rusia (Volgogrado, Rusia): 82 metros de altura, erigida en cemento reforzado, con excepción de la espada que porta la mujer que simboliza a la patria rusa, y que es de acero inoxidable. Obra de Eugeny Vuchetich, fue inaugurada en 1967 en el Museo Kurgan, construido para conmemorar la batalla de Stalingrado (nombre que recibió la ciudad entre 1925 y 1961).
Cristo Redentor (Río de Janeiro, Brasil): Más bajo (30 metros) que las estatuas nombradas, aunque dispone de un espectacular "pedestal" natural, el monte Corcovado, de 709 metros. Se trata de una escultura americana que se creó en Francia en 1931.
Después de décadas erigiendo grandes estatuas de Mao Zedong (una de ellas fue inaugurada el pasado año en el Tíbet), China ha decidido dedicar la mayor estatua del país a Huangdi -el Emperador Amarillo- y Yandi, dos reyes legendarios a los que los chinos consideran padres de su civilización.
Una espectacular ceremonia a orillas del río Amarillo (también considerado cuna de la cultura china), que contó con dragones voladores manipulados por control remoto, ofrendas florales y fuegos artificiales, sirvió para recibir a la nueva estatua, con la que la cercana ciudad de Zhengzhou espera atraer el turismo.
Miles de maestros de tai-chi y niños que estudian kung-fu junto al cercano templo de Shao Lin, así como batallones en perfecta formación de policías, soldados, enfermeras y líderes comunistas, dieron a la ceremonia el carácter masivo que suele ser habitual en un superpoblado país como el chino.
Los chinos, siempre dispuestos al más difícil todavía en este tipo de acontecimientos propagandísticos, sorprendieron con una original puesta en escena: la estatua y todos los alrededores fueron cubiertos con niebla artificial, y llegado el momento, ésta se disolvió por arte de magia, presentando al mundo la gran obra.
Se trata de un doble busto de cemento reforzado, cubierto con sillares de piedra blanca, en la que sobresalen las caras angulosas y esquemáticas de los emperadores Yandi y Huangdi, en realidad caciques de tribus prehistóricas que fueron deificados por dinastías posteriores como forma de insuflar orgullo nacional.
Para ello, y para dotar a la figura imperial de un carácter casi mágico, a Yandi y a Huangdi se les atribuyeron inventos como la medicina y la música tradicionales de China, la brújula y el calendario lunar.
La obra supera en ocho metros a la neoyorquina Estatua de la Libertad y en 18 a la Madre Rusia de Volgogrado, dos de las de mayor altura del mundo.
En lo más alto de esta clasificación permanecerá el Buda Amida Ushiku de Japón, que con 120 metros es la estatua más alta del planeta, aunque tanto China como la India preparan grandes estatuas de Buda que podrían superar los 150 metros en un futuro cercano.
La erección de nuevas estatuas en honor a emperadores o Budas en China, donde hace 30 años muchas de esas imágenes fueron destruidas durante la Revolución Cultural, muestra como el gobierno comunista intenta salirse un poco de la simbología de la hoz y el martillo y adoptar en su beneficio símbolos que antes consideró "feudales".
"Todas estas nuevas imágenes marcan el regreso de la cultura tradicional. Con ello además se quiere promover un desarrollo de la cultura, la sociedad y la economía locales", señaló al respecto Xia Xueluan, sociólogo de la Universidad de Pekín.
"China está buscando sus raíces en el proceso hacia la modernización, y promover una recuperación de la nacionalidad china", destacó el experto, en declaraciones a Efe.
La nueva estatua, por otro lado, muestra cierta competición de las provincias chinas por ver cuál de ellas es realmente la cuna de la cultura china y sus 5.000 años de historia.
En esta lid combaten principalmente Henan, provincia en la que se encuentra la nueva estatua, y la vecina Shaanxi, también en el centro del país, donde se encuentra el famoso Mausoleo del Primer Emperador y su aún más célebre Ejército de Terracota de Xian.
Mientras Henan exalta la figura del Emperador Amarillo, que consideran nació en sus tierras, la vecina Shaanxi prefiere recordar a los turistas que el monarca que de verdad unificó los reinos de la región para crear el germen de la China actual fue Qin Shihuang, el Primer Emperador, originario de Xian, su capital provincial.
A modo de comparación, una lista con algunas de las mayores estatuas del planeta:
Ushiku Amida Buda (Ushiku Arcadia, Japón): con 120 metros de altura, es considerada la estatua más alta del mundo. Aunque 10 metros corresponden a un pedestal y otros 10 a un segundo podio en forma de flor de loto, habitual en las figuras de Buda. Construida con acero y bronce, fue inaugurada en 1995. Para hacerse una idea de su tamaño: los dedos de la mano miden más de siete metros cada uno.
Estatua de Pedro el Grande (Moscú, Rusia): 96 metros de altura, a orillas del río Moskva. Su autor es el polémico escultor ruso-georgiano Zurab Tsereteli, famoso por su empeño en regalar algunos de sus faraónicos proyectos a diversas ciudades.
Estatua de la Libertad (Nueva York, EEUU): se alza a 93 metros de altura, aunque si se descuenta el pedestal, que es más alto que la figura en sí, serían sólo 46. Fue un regalo de Francia a EEUU en 1886, para conmemorar el centenario de la independencia estadounidense. La obra en cobre, del escultor Frederic Auguste Bartholdi, se forjó en Francia y fue transportada en barco a Nueva York.
Madre Rusia (Volgogrado, Rusia): 82 metros de altura, erigida en cemento reforzado, con excepción de la espada que porta la mujer que simboliza a la patria rusa, y que es de acero inoxidable. Obra de Eugeny Vuchetich, fue inaugurada en 1967 en el Museo Kurgan, construido para conmemorar la batalla de Stalingrado (nombre que recibió la ciudad entre 1925 y 1961).
Cristo Redentor (Río de Janeiro, Brasil): Más bajo (30 metros) que las estatuas nombradas, aunque dispone de un espectacular "pedestal" natural, el monte Corcovado, de 709 metros. Se trata de una escultura americana que se creó en Francia en 1931.
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