Milenario y de efecto rejuvenecedor: el té
Publicado 2005/03/27 00:00:00
- Omaira De León Watson
Todo en exceso es malo, y si sufre de alguna enfermedad, le recomendamos antes consultar con su médico.
EN LOS ÚLTIMOS años se ha popularizado la costumbre de tomar té, pero no como los ingleses a las 5 de la tarde, sino como un medicamento.
Tal vez por la influencia china, hemos adoptado la costumbre de tomar té verde, negro, de jazmín, de manzanilla y otras clases, para rebajar, para los riñones, diabetes, en fin para casi todos los males. Pero, realmente ¿qué sabemos del té?
Hay más de 3 mil variedades. Se le reconocen propiedades que van desde la prevención de males cardiovasculares, hasta el retraso del envejecimiento, debido al poder antioxidante. Los hay de hojas rojas, negras, verdes y hasta blancas, color que muchas veces depende de su envejecimiento.
Visitamos el Barrio Chino en el Casco Antiguo de la ciudad de Panamá, donde hay varias clínicas que sólo recetan té a sus pacientes.
Una de ellas es la Casa del Té del Dr. Wang Luan Song, naturista que diariamente atiende a más de 20 personas. Lo consultan por problemas circulatorios, artritis, diabetes, exceso de peso y colesterol.
Explica que los estudios han revelado que el té tiene propiedades de reducir hasta el 44% la probabilidad de infarto, es decir son cardioprotectores.
El más popular es el verde, y entre los chinos el favorito es el "oolong", o té negro, que disminuye el nivel de glucosa en la sangre y el colesterol malo o LDL.
Sin importar el color, al té se le reconoce poder antioxidante por la concentración de flavonoides, sustancias que evitan que los radicales libres (moléculas que producen las células) se combinen con el oxígeno del organismo para oxidar los tejidos y desatar enfermedades.
Una taza de té verde equivale a tres tazas de té negro. Su efecto es rejuvenecedor al aportar 450 miligramos de flavonoides frente a 150 del té negro. Por día, una persona necesita ingerir entre 350 y 500 miligramos de estas sustancias (tres tazas de té negro o una del verde).
Los taoistas lo denominaban el elixir de la inmortalidad y los budistas lo usaban para disminuir el sueño en sus horas de meditación. En la antigüedad, la ceremonia del té era vivida con honda veneración para sumergirse en lo más profundo del ser.
En el siglo XVII se convirtió en una bebida popular en Europa.
Es la segunda bebida más consumida en el mundo, sólo detrás del agua. En China, se utiliza desde hace casi 3 mil años, no sólo por sus propiedades estimulantes, sino porque ayuda a prevenir y mejorar numerosas dolencias. También se consume en la India, que junto a Sri Lanka es uno de los mayores productores de la más fina calidad.
Al té blanco, que se obtiene de las yemas nuevas de la camelia sinensis, se le atribuye en China el poder antioxidante de unos 12 vasos de jugo de naranja.
De ahí que en ese país, donde se cultiva a unos 6 mil metros de altura, desde hace siglos se le considera el elixir de la juventud.
Según estudios en universidades chinas, su infusión alivia el cansancio, evita la retención de líquidos, activa la circulación sanguínea y oxigena la piel.
El proceso de producción del té verde (secado con calor sin fermentar) le permite mantener propiedades que el negro no retiene.
Distintos trabajos le atribuyen un mayor poder antioxidante y la capacidad de inhibir la absorción del colesterol malo y prevenir las caries.
En Japón, los chicos lo beben después del almuerzo por el flúor que contiene, porque reduce la presión arterial, previene el crecimiento de células cancerígenas y mejora el metabolismo.
Para que el organismo pueda gozar los efectos beneficiosos de esta infusión, dos a tres tazas diarias son suficientes, según las investigaciones.
Pero los expertos advierten que como método para adelgazar no es bueno, porque lo que debe perderse es grasa y no agua.
Tal vez por la influencia china, hemos adoptado la costumbre de tomar té verde, negro, de jazmín, de manzanilla y otras clases, para rebajar, para los riñones, diabetes, en fin para casi todos los males. Pero, realmente ¿qué sabemos del té?
Hay más de 3 mil variedades. Se le reconocen propiedades que van desde la prevención de males cardiovasculares, hasta el retraso del envejecimiento, debido al poder antioxidante. Los hay de hojas rojas, negras, verdes y hasta blancas, color que muchas veces depende de su envejecimiento.
Visitamos el Barrio Chino en el Casco Antiguo de la ciudad de Panamá, donde hay varias clínicas que sólo recetan té a sus pacientes.
Una de ellas es la Casa del Té del Dr. Wang Luan Song, naturista que diariamente atiende a más de 20 personas. Lo consultan por problemas circulatorios, artritis, diabetes, exceso de peso y colesterol.
Explica que los estudios han revelado que el té tiene propiedades de reducir hasta el 44% la probabilidad de infarto, es decir son cardioprotectores.
El más popular es el verde, y entre los chinos el favorito es el "oolong", o té negro, que disminuye el nivel de glucosa en la sangre y el colesterol malo o LDL.
Sin importar el color, al té se le reconoce poder antioxidante por la concentración de flavonoides, sustancias que evitan que los radicales libres (moléculas que producen las células) se combinen con el oxígeno del organismo para oxidar los tejidos y desatar enfermedades.
Una taza de té verde equivale a tres tazas de té negro. Su efecto es rejuvenecedor al aportar 450 miligramos de flavonoides frente a 150 del té negro. Por día, una persona necesita ingerir entre 350 y 500 miligramos de estas sustancias (tres tazas de té negro o una del verde).
Los taoistas lo denominaban el elixir de la inmortalidad y los budistas lo usaban para disminuir el sueño en sus horas de meditación. En la antigüedad, la ceremonia del té era vivida con honda veneración para sumergirse en lo más profundo del ser.
En el siglo XVII se convirtió en una bebida popular en Europa.
Es la segunda bebida más consumida en el mundo, sólo detrás del agua. En China, se utiliza desde hace casi 3 mil años, no sólo por sus propiedades estimulantes, sino porque ayuda a prevenir y mejorar numerosas dolencias. También se consume en la India, que junto a Sri Lanka es uno de los mayores productores de la más fina calidad.
Al té blanco, que se obtiene de las yemas nuevas de la camelia sinensis, se le atribuye en China el poder antioxidante de unos 12 vasos de jugo de naranja.
De ahí que en ese país, donde se cultiva a unos 6 mil metros de altura, desde hace siglos se le considera el elixir de la juventud.
Según estudios en universidades chinas, su infusión alivia el cansancio, evita la retención de líquidos, activa la circulación sanguínea y oxigena la piel.
El proceso de producción del té verde (secado con calor sin fermentar) le permite mantener propiedades que el negro no retiene.
Distintos trabajos le atribuyen un mayor poder antioxidante y la capacidad de inhibir la absorción del colesterol malo y prevenir las caries.
En Japón, los chicos lo beben después del almuerzo por el flúor que contiene, porque reduce la presión arterial, previene el crecimiento de células cancerígenas y mejora el metabolismo.
Para que el organismo pueda gozar los efectos beneficiosos de esta infusión, dos a tres tazas diarias son suficientes, según las investigaciones.
Pero los expertos advierten que como método para adelgazar no es bueno, porque lo que debe perderse es grasa y no agua.
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