Más del 50% de los menores en riesgo de todo el país se encuentran en este distrito ubicado al oeste de la capital
Alerta en Arraiján por alta tasa de menores en riesgo
Menores retenidos en horarios no permitidos, evasiones, consumo de alcohol y problemas de conducta son los casos más atendidos. Los especialistas culpan a la falta de autoridad en el hogar y la desintegración familiar, pero aceptan que falta apoyo permanente de las instituciones.
Opinión
- David Aparicio Gómez
- Psicólogo y editor general de Psyciencia.com
Un problema colectivo
- Es increíble pensar que hace unos años, Arraiján era considerado como un lugar recomendado para vivir, caracterizado por su tranquilidad y la amabilidad de su gente. Actualmente se conoce como uno de los más peligrosos del país. Esto hace que nos preguntemos: ¿Qué está causando este incremento delictivo en nuestros jóvenes? ¿Qué podemos hacer para reducir la violencia?
- Primero hay que entender que la criminalidad juvenil no tiene una causa, no existe un factor determinante que explique sencillamente porque un joven delinque, sino que, como toda conducta humana, depende de un conjunto de factores que facilitan su aparición. Entre los factores de riesgo encontramos los siguientes: biopsicológicos que son todas las características individuales y rasgos que predisponen a los adolescentes a cometer delitos; familiares: padres desatendidos, padres delincuentes, maltrato infantil, conflictos familiares, divorcios o separaciones conflictivas; escolares: alto fracaso escolar, absentismo escolar, pocas horas de clases; sociales y comunitarios: amigos delincuentes, pertenencia a una banda, acceso a las drogas o armas de fuego.
- Los jóvenes que son víctimas de discriminación social, que son excluidos de las decisiones importantes de su vida, que carecen de planes o proyectos de vida y son considerados incapaces de adaptarse al medio social, toman a la delincuencia como una alternativa de supervivencia. Para ello necesitamos que intervengan todos los actores relacionados al delito, es decir, una prevención en relación con los agresores, víctimas, comunidad y ambiente físico. En la prevención también debe incluirse la colaboración de diversos especialistas, entre las que destacan: psicólogos, educadores, trabajadores sociales, sociólogos y abogados que trabajen sobre los factores de riesgo mencionados.
En poco tiempo, el distrito de Arraiján ha pasado a liderar las estadísticas de menores en riesgo y supera ampliamente a jurisdicciones más pobladas, como San Miguelito, Panamá y Colón, situación que mantiene en alerta a las autoridades e inquieta a la población de este sector localizado al oeste de la ciudad capital.
Allí, en Arraiján, donde el desarrollo inmobiliario y comercial se asoma, las autoridades han identificado a un número considerable de menores que corren el riesgo de convertirse en un problema para la sociedad; una tendencia en crecimiento y sin control que dejó a las autoridades desarmadas por la falta de una coordinación permanente para encarar el problema, que a diario se vive en las calles y que afecta a unos 220 mil habitantes.
Hasta julio pasado, los reportes del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) dan cuenta de que 505 menores de edad fueron detenidos por causas que van desde la inasistencia a las escuelas, deserción escolar, deambular a deshoras, toque de queda, mendicidad infantil, evasión del hogar, menores en las calles, vagancia y consumo de alcohol, entre otros. Esto representa entre el 50% y el 75% más de los casos que se registran en otras áreas vulnerables del país.
Las autoridades achacan el problema fundamentalmente a la pérdida de autoridad en los hogares y a la desintegración familiar y pronostica que de mantenerse la tendencia, al finalizar el año la cifra podría rebasar las 1,000 detenciones, comparado con 2012, que cerró con 592 casos de menores considerados en riesgo.
La tendencia registrada allanó el camino para que Arraiján encabece la lista de distritos con más casos, a pesar de que en población ocupa el tercer lugar. Le anteceden en población Panamá y San Miguelito con 800 mil y 315 mil habitantes, respectivamente.
Mitzy de Sanjur, del Centro de Orientación y Atención del Mides, perdió la cuenta de las veces que han impartido charlas de orientación tanto a los padres de los menores detenidos como a los propios infractores, “sin embargo, las cifras se reproducen y hasta se duplican por mes”.
Sanjur asegura que ahora se escapa de las manos de la sociedad a falta de oportunos controles, autoridad y disciplina en los hogares.
No obstante, está convencida de que a través de una coalición se podrían detener las cifras en los menores que aún se levantan. “Es una cuestión difícil de explicar ver cómo los jóvenes han perdido el interés en los estudios y han desafiado a las autoridades pasadas las horas permitidas”, contó Sanjur.
En Vista Alegre, donde funciona la sede del Mides, la procesión de menores de edad empieza los lunes. A aquellos que fueron detenidos y no fueron retirados por sus padres durante el fin de semana se les levanta un expediente y pasan a la instancia correspondiente según sea el caso como juzgados, fiscalías o tutorías.
Pero allí empiezan las inconformidades de quienes atienden el problema. La Coordinadora de Orientación y Atención del Mides dice que es a la Secretaría Nacional de la Niñez y Adolescencia (Seniaf) a quien corresponde la atención de los casos relacionados a menores. “Había un enlace en La Chorrera que ya no existe, y si bien se trata de un tema que nos compete, es potestad, según ley, del Seniaf ”, comentó.
En muchos casos, según dice, se desatienden proyectos para priorizar en el tema que hasta julio reporta 42 jóvenes que no asisten a las escuelas, 35 abandonaron los estudios, 26 deambulando en horas nocturnas, 20 menores trabajadores y 37 evasiones del hogar como los casos de mayor incidencia en corregimientos como Burunga, Arraiján Cabecera y Vacamonte.
En la sede del Seniaf informaron que si bien conocen del problema en el sector oeste, para este año solo se contempló la construcción de nuevas sedes en Bocas del Toro y Darién.
Al alcalde Manolith Samaniego le preocupa la falta de coordinación permanente entre las instituciones encargadas de atender que, según dice, pudieran ser la causa del aumento de los casos. Reconoce que existen estrategias individuales para atacar el problema pero la efectividad sería evidente “si se trabaja de manera conjunta: Policía, Senadis, Seniaf”.
Samaniego, con experiencia como abogado de familia, expuso su estrategia, y la enfoca a corto y mediano plazo. “Tenemos proyectos culturales, religiones y deportivos que buscan captar y mantener a los jóvenes alejados de las influencias que los llevan en su mayoría a las calles”.
Intentando justificar el incremento de las casos relacionados a menores en riesgo, el alcalde cree que el fenómeno es secuela del aumento de la población en el sector durante los últimos cinco años, sin embargo no está convencido de que sea Arraiján el que encabece las estadísticas.
A Isalia del Cid, responsable de la Policía de Menores que opera para el sector en Hato Montaña, no le asombra el escepticismo de las autoridades en reconocer el problema. “Se trata de una realidad creciente en la que la población en general tiene su parte”. La agente policial hace referencia a la pérdida de valores, atención de los padres e influencia de los medios televisivos con programas que en nada contribuyen a la buena conducta de los jóvenes.
Del Cid se atrevió a profundizar en el tema responsabilizando a la serie de leyes que protegen a los jóvenes consideradas por ella como “un arma de doble filo porque por una parte se castiga, pero por otra se le concede tolerancia en cuestiones que no se deben negociar”.
La agente cree que producto de esas benevolencias en las salas de guardia los fines de semana se apiñan por noche hasta 80 adolescentes que, mediante los operativos de profilaxis, son captados en algunos de los ocho corregimientos que tiene el distrito con 220 mil habitantes.
A Jeffrey, de 16 años, lo encontramos en la sede del Seniaf en Vista Alegre. Cuenta que accidentalmente quedó en medio de una balacera en la Esperanza N.°2 en Veracruz. La situación lo llevó a permanecer por todo el fin de semana en la Policía de Albrook y el lunes siguiente fue trasladado a la sede del Seniaf, donde por segunda ocasión su madre tendría que retirarlo.
En la primera ocasión, Jeffrey contó que fue detenido por deambular pasadas las ocho de la noche cerca de su casa. Donde vive no tiene la vigilancia diaria de sus padres porque ambos trabajan. Y a pesar de que recibe el apoyo económico de su madre y padre, prefirió abandonar la escuela porque sus calificaciones eran bajas y durante sus horas libres opta por ser ayudante de soldadura.
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