El final de nuestros suelos
Publicado 2000/06/04 23:00:00
- Octavio Colindres
Es común escuchar a algunas personas jactarse de la posición geográfica y bondades de Panamá, sin embargo, de acuerdo con estudios de campo realizados por la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), la calidad y hermosura de los suelos que "tanto amamos" podrían fenecer dentro de unos 30 ó 40 años.
Los problemas ambientales en Panamá parecen adoptar, entre autoridades y ciudadanos, un grado de importancia del que antes no gozaba, y es precisamente ese interés lo que ha provocado estudios del aire que respiramos así como nuevos métodos de producción agrícola.
En algunas ocasiones la preocupación ha nacido de análisis realizados a lo interno del país, mientras que en otras son provocadas por la visita de especialistas como la doctora cubana Nery Urquiza, designada por la secretaría de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que maneja la Convención de Lucha Contra la Desertificación, de la cual Panamá es signatario.
Urquiza visitó el país para cooperar en la elaboración del Informe Nacional sobre Desertifiación, que ya otros países han adoptado para determinar la calidad de sus suelos y las acciones que tomarán para mejorarlos.
De acuerdo con el director Nacional de Cuencas Hidrográficas de la ANAM, Jaime Johnson, el Informe Nacional, elaborado tras la visita de Urquiza, "no es exactamente un diagnóstico del estado de los suelos, sino que más bien, trata sobre lo que Panamá ha hecho en materia de desertificación".
Señala Johnson que el Informe "ha dado un impulso a las actividades de la ANAM, además de concretar un proceso de consulta acerca del tema de la degradación de las tierras con la secretaría de la ONU".
Nosotros enfocamos a lo interno del país dos áreas que consideramos importantes al momento de hacer un análisis de estos problemas como "el arco seco del país que comprende la faja costera de las provincias de Coclé, Herrera y Los Santos, así mismo la franja de tierras altas de alta fertilidad de la provincia de Chiriquí", explica el funcionario.
El interés de visitar estas áreas de acuerdo con Johnson, surgió porque "tienen una extraordinaria importancia económica y social dentro del país".
De hecho las tierras altas de Chiriquí son las que hacen un aporte sustancial en la producción de alimentos para el consumo nacional y la exportación.
Por otro lado las tierras agrícolas de las provincias de Coclé Herrera y Los Santos también realizan un aporte importante a la economía a través de su producción agroindustrial, de azúcar, sal, enlatados de tomate y lácteos, por mencionar algunos.
Johnson explicó que las tierras altas de Chiriquí, en la región de Boquete y Cerro Punta son de origen volcánico, profundos y fértiles, pero con en una topografía excesivamente empinada.
"Entonces esta condición de relieve de montaña en un ámbito tropical como el nuestro, donde las lluvias son voluminosas e intensas, aunado al proceso de intervención del hombre, la deforestación o pérdida de las zonas boscosas y la implementación de prácticas de producción agrícolas inadecuadas, lo cual ha desatado un proceso de erosión de los suelos".
Señala Johnson que "nuestros productores de papa en su experiencia para el control de la humedad prefieren realizar su laboreo a favor de las pendientes", es decir, que las zanjas que alimentan con agua a las plantaciones, se preparan en dirección de la pendiente acelerando el proceso erosivo.
En la región montañosa de Chiriquí, según se informó, hace 20 años hubo una misión francesa estudiando los procesos de erosión.
Ellos mediante mediciones directas en campos y parcelas de investigación determinaron que la erosión estaba por orden de las 250 toneladas por hectáreas anuales.
Tomando en cuenta que el nivel normal de la erosión en los países tropicales se encuentra entre las 10 y 12 toneladas por hectárea anuales, un nivel que la naturaleza es capaz de reemplazar y que en Panamá el ritmo de erosión es 25 veces más alto de lo normal, entonces estamos en una situación de riesgo.
"Eso fue hace 20 años", explica Johnson, "advertían que en 30 ó 40 años esos suelos se perderían irremediablemente si se insistía en la forma de utilización de los mismos".
Desafortunadamente a pesar de los alarmantes estudios se mantienen los mismos sistemas de laboreo de las tierras actualmente, con muy contadas excepciones.
A raíz de la devastación de los suelos, Johnson explicó que los productores "sienten que la productividad de las tierras se ha ido perdiendo paulatinamente porque el escenario de Cerro Punta no es el de la tierra negra que se veía anteriormente, la coloración actual es la de un suelo marrón, porque esa capa de suelos negros ha ido a dar aguas abajo, las quebradas ríos y el mar".
"Cuando usted entra en estas zonas de producción debido al abuso de los agroquímicos usted fácilmente se marea porque se utilizan fuertes plaguicidas", indicó Johnson alarmado, "yo siento que el día que se investiguen las causas de las enfermedades que padecen las personas que viven en estas regiones es posible que se encuentre alguna correlación con el uso de plaguicidas".
En la consulta los agricultores, señoras e hijos directamente relacionaban, sin necesidad de ningún estudio, muchos de sus males con la contaminación grave que sufre la atmósfera en las montañas de Chiriquí.
Lo peligroso del problema no es sólo la contaminación en el aire, sino también que las lluvias arrastran los pesticidas del suelo a los ríos y quebradas donde inciden en al vida silvestre y las actividades humanas.
Al ser consultado si los productores se protegen de alguna manera para contrarrestar los efectos de los pesticidas, Johnson visiblemente preocupado indicó: "de ninguna manera, porque hay una tradición dentro de nuestra cultura machista de que el que se pone un guante para realizar labores de cultivo es afeminado así como el que se protege debidamente con sus cascos y botas".
El otro escenario que visitó Johnson junto a expertos de la ANAM fue el "Arco Seco", que comprende las provincias de Coclé, Veraguas, Herrera y Los Santos.
En esta región de "Arco Seco", cuyo tamaño es comparable al de la cuenca del Canal, existe un proceso evidente de desertificación, ya que contiene características de tierras secas o semi áridas, en la cual las precipitaciones anuales no alcanzan los mil milímetros.
Bajo esta condición natural adversa también existe un modelo de producción que no toma en cuenta la necesidad de proteger y conservar los recursos naturales, por las quemas, la deforestación, el uso excesivo de maquinarias y pesticidas, los cuales marcan un descenso de la biodiversidad del área que tiene implicaciones directas en las poblaciones que habitan en Antón, Río Hato, Chitré, La Villa, Las Tablas.
Antes este locuaz escenario de deterioro, de acuerdo con Johnson, "la esperanza está en la puesta en marcha de un sistema que le permita a la gente realizar un cambio en su forma de interactuar con el ambiente.
Los problemas ambientales en Panamá parecen adoptar, entre autoridades y ciudadanos, un grado de importancia del que antes no gozaba, y es precisamente ese interés lo que ha provocado estudios del aire que respiramos así como nuevos métodos de producción agrícola.
En algunas ocasiones la preocupación ha nacido de análisis realizados a lo interno del país, mientras que en otras son provocadas por la visita de especialistas como la doctora cubana Nery Urquiza, designada por la secretaría de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que maneja la Convención de Lucha Contra la Desertificación, de la cual Panamá es signatario.
Urquiza visitó el país para cooperar en la elaboración del Informe Nacional sobre Desertifiación, que ya otros países han adoptado para determinar la calidad de sus suelos y las acciones que tomarán para mejorarlos.
De acuerdo con el director Nacional de Cuencas Hidrográficas de la ANAM, Jaime Johnson, el Informe Nacional, elaborado tras la visita de Urquiza, "no es exactamente un diagnóstico del estado de los suelos, sino que más bien, trata sobre lo que Panamá ha hecho en materia de desertificación".
Señala Johnson que el Informe "ha dado un impulso a las actividades de la ANAM, además de concretar un proceso de consulta acerca del tema de la degradación de las tierras con la secretaría de la ONU".
Nosotros enfocamos a lo interno del país dos áreas que consideramos importantes al momento de hacer un análisis de estos problemas como "el arco seco del país que comprende la faja costera de las provincias de Coclé, Herrera y Los Santos, así mismo la franja de tierras altas de alta fertilidad de la provincia de Chiriquí", explica el funcionario.
El interés de visitar estas áreas de acuerdo con Johnson, surgió porque "tienen una extraordinaria importancia económica y social dentro del país".
De hecho las tierras altas de Chiriquí son las que hacen un aporte sustancial en la producción de alimentos para el consumo nacional y la exportación.
Por otro lado las tierras agrícolas de las provincias de Coclé Herrera y Los Santos también realizan un aporte importante a la economía a través de su producción agroindustrial, de azúcar, sal, enlatados de tomate y lácteos, por mencionar algunos.
Johnson explicó que las tierras altas de Chiriquí, en la región de Boquete y Cerro Punta son de origen volcánico, profundos y fértiles, pero con en una topografía excesivamente empinada.
"Entonces esta condición de relieve de montaña en un ámbito tropical como el nuestro, donde las lluvias son voluminosas e intensas, aunado al proceso de intervención del hombre, la deforestación o pérdida de las zonas boscosas y la implementación de prácticas de producción agrícolas inadecuadas, lo cual ha desatado un proceso de erosión de los suelos".
Señala Johnson que "nuestros productores de papa en su experiencia para el control de la humedad prefieren realizar su laboreo a favor de las pendientes", es decir, que las zanjas que alimentan con agua a las plantaciones, se preparan en dirección de la pendiente acelerando el proceso erosivo.
En la región montañosa de Chiriquí, según se informó, hace 20 años hubo una misión francesa estudiando los procesos de erosión.
Ellos mediante mediciones directas en campos y parcelas de investigación determinaron que la erosión estaba por orden de las 250 toneladas por hectáreas anuales.
Tomando en cuenta que el nivel normal de la erosión en los países tropicales se encuentra entre las 10 y 12 toneladas por hectárea anuales, un nivel que la naturaleza es capaz de reemplazar y que en Panamá el ritmo de erosión es 25 veces más alto de lo normal, entonces estamos en una situación de riesgo.
"Eso fue hace 20 años", explica Johnson, "advertían que en 30 ó 40 años esos suelos se perderían irremediablemente si se insistía en la forma de utilización de los mismos".
Desafortunadamente a pesar de los alarmantes estudios se mantienen los mismos sistemas de laboreo de las tierras actualmente, con muy contadas excepciones.
A raíz de la devastación de los suelos, Johnson explicó que los productores "sienten que la productividad de las tierras se ha ido perdiendo paulatinamente porque el escenario de Cerro Punta no es el de la tierra negra que se veía anteriormente, la coloración actual es la de un suelo marrón, porque esa capa de suelos negros ha ido a dar aguas abajo, las quebradas ríos y el mar".
"Cuando usted entra en estas zonas de producción debido al abuso de los agroquímicos usted fácilmente se marea porque se utilizan fuertes plaguicidas", indicó Johnson alarmado, "yo siento que el día que se investiguen las causas de las enfermedades que padecen las personas que viven en estas regiones es posible que se encuentre alguna correlación con el uso de plaguicidas".
En la consulta los agricultores, señoras e hijos directamente relacionaban, sin necesidad de ningún estudio, muchos de sus males con la contaminación grave que sufre la atmósfera en las montañas de Chiriquí.
Lo peligroso del problema no es sólo la contaminación en el aire, sino también que las lluvias arrastran los pesticidas del suelo a los ríos y quebradas donde inciden en al vida silvestre y las actividades humanas.
Al ser consultado si los productores se protegen de alguna manera para contrarrestar los efectos de los pesticidas, Johnson visiblemente preocupado indicó: "de ninguna manera, porque hay una tradición dentro de nuestra cultura machista de que el que se pone un guante para realizar labores de cultivo es afeminado así como el que se protege debidamente con sus cascos y botas".
El otro escenario que visitó Johnson junto a expertos de la ANAM fue el "Arco Seco", que comprende las provincias de Coclé, Veraguas, Herrera y Los Santos.
En esta región de "Arco Seco", cuyo tamaño es comparable al de la cuenca del Canal, existe un proceso evidente de desertificación, ya que contiene características de tierras secas o semi áridas, en la cual las precipitaciones anuales no alcanzan los mil milímetros.
Bajo esta condición natural adversa también existe un modelo de producción que no toma en cuenta la necesidad de proteger y conservar los recursos naturales, por las quemas, la deforestación, el uso excesivo de maquinarias y pesticidas, los cuales marcan un descenso de la biodiversidad del área que tiene implicaciones directas en las poblaciones que habitan en Antón, Río Hato, Chitré, La Villa, Las Tablas.
Antes este locuaz escenario de deterioro, de acuerdo con Johnson, "la esperanza está en la puesta en marcha de un sistema que le permita a la gente realizar un cambio en su forma de interactuar con el ambiente.

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