Niñez se atreve a denunciar el abuso
Publicado 2001/07/05 23:00:00
- Estoril
Los niños y niñas rompen el silencio, ya hablan sobre los abusos sexuales y maltratos a los que son sometidos por personas adultas y en muchos de los casos hasta por sus propios familiares. La psicóloga y terapeuta familiar, Jenny Barb, afirmó que cuando el abuso se da dentro del seno familiar, a las personas que están ajenas a la situación, como son vecinos o parientes, se les dificulta intervenir. En estos casos es más difícil para las autoridades investigar, por falta de ayuda de la misma comunidad.
El abuso sexual infantil ya no es considerado solamente como la penetración del miembro genital masculino en un niño o niña, pues según la psicóloga, es un ritual que tiene su inicio y su final.
Explica que la iniciación del abuso es consintiendo al niño (a), mimándolo (a) y hablándole con palabras cariñosas para ganar su confianza y luego poder abusar de él o ella con juegos como el del doctor y el enfermo, en el cual el abusador le hace ver que él es el doctor y que el abusado es el enfermo que necesita revisión para diagnosticar la enfermedad.
El menor, señala Barb, accede a ser tocado o manoseado por el abusador, pues para él es natural que un doctor revise a una persona enferma. Agrega la psicóloga que la inocencia del niño (a) lo lleva a permitir el abuso, sobre todo a la edad de 8 años, cuando sus pensamientos no son concretos y actúan por lo que ven.
Según Barb, el que los padres se paseen desnudos frente a sus hijos, que se bañen con ellos, los besen en la boca, los pellizquen en los glúteos o los pechitos, entre otros "cariños", hacen que el niño encuentre normal estas acciones, aun con personas extrañas.
Si se habla del abusador, señala Barb, se debe estar consciente de que ellos fueron abusados en cualquier etapa de su vida, sufrieron maltrato o vieron y vivieron violencia y muy en particular un 80% del varón abusador fue maltratado o abusado por una mujer.
A la persona que maltrata y/o abusa se le llama pedófilo, y sufre de una enfermedad de atracción sexual hacia los niños (as). La pedofilia es controlable, pero no curable y el tratamiento de control o de recuperación dura hasta 10 años.
Existe también otro tipo de abusador, que es el situacional molestador, que delante de todo el mundo es respetable, responsable y goza de buena reputación, pero que en su privacidad abusa, maltrata o encuentra placer en los infantes. Generalmente, este tipo de abusador tiene desórdenes de personalidad sociopáticos, explicó la especialista.
CONDUCTAS QUE ALERTAN
Según Barb, existen conductas en los menores que demuestran que han sido o son abusados. En los bebés: llanto excesivo, irritabilidad y mal humor, agitación, desarrollo lento y problemas en la alimentación.
Los niños de 2 a 6 años presentan conducta regresiva, succión del dedo pulgar, irritabilidad, cambios en el sueño, cambios en la alimentación, temor a la oscuridad, pesadillas, interés en juegos sexuales y masturbación excesiva.
La psicóloga advierte a los padres de familia, maestros y demás personas, que a los infantes con problemas de abuso sexual se les debe creer cuando hacen la denuncia, se debe mantener la calma ante la situación, que no se les presione para hablar, que se les ofrezca apoyo para romper el silencio, que se les escuche con atención y respeto, que se les haga sentir seguridad y sobre todo, que se detendrá el abuso.
PEDOFILIA
De acuerdo con algunas fuentes documentales consultadas por El Panamá América, se identifica a la pedofilia con el estupro, con el acto sexual impuesto por la fuerza al niño, de modo que el pedófílo sería un maníaco sexual sin ningún freno moral.
La pedofília puede ser de tipo heterosexual, homosexual o bisexual, aun cuando resulten mucho más frecuentes las relaciones entre adultos y niños varones. Existen por otro lado variaciones en cuanto a las franjas de edad preferidas, lo cual configura situaciones muy distintas entre sí, tanto por la modalidad de contacto sexual como por la valoración social.
Se puede agrupar a los pedófilos en tres grandes grupos de edad: los adolescentes, los treintañeros y los cincuentones. En general son en su mayor parte jóvenes (menores de 40 años), contrariamente al estereotipo del pederasta senil e impotente.
No existen datos específicos de pedofília en función de la condición social, el nivel intelectual o el grado de alteración psíquica. En algunos estudios se subraya que con frecuencia estos individuos poseen un nivel de educación superior a la media y que a menudo desempeñan actividades laborales en contacto con jóvenes y niños.
La mayoría no están casados ni lo han estado, aunque los hay también casados y con hijos. Algunos mantienen escasas relaciones sociales con adultos y coetáneos.
Por cuanto respecta a los clásicos malos tratos físicos, los sexuales son los de más difícil detección, ya sea porque son denunciados muy pocas veces ya sea porque los exámenes médico-legales no se realizan de forma sistemática.
El abuso sexual infantil ya no es considerado solamente como la penetración del miembro genital masculino en un niño o niña, pues según la psicóloga, es un ritual que tiene su inicio y su final.
Explica que la iniciación del abuso es consintiendo al niño (a), mimándolo (a) y hablándole con palabras cariñosas para ganar su confianza y luego poder abusar de él o ella con juegos como el del doctor y el enfermo, en el cual el abusador le hace ver que él es el doctor y que el abusado es el enfermo que necesita revisión para diagnosticar la enfermedad.
El menor, señala Barb, accede a ser tocado o manoseado por el abusador, pues para él es natural que un doctor revise a una persona enferma. Agrega la psicóloga que la inocencia del niño (a) lo lleva a permitir el abuso, sobre todo a la edad de 8 años, cuando sus pensamientos no son concretos y actúan por lo que ven.
Según Barb, el que los padres se paseen desnudos frente a sus hijos, que se bañen con ellos, los besen en la boca, los pellizquen en los glúteos o los pechitos, entre otros "cariños", hacen que el niño encuentre normal estas acciones, aun con personas extrañas.
Si se habla del abusador, señala Barb, se debe estar consciente de que ellos fueron abusados en cualquier etapa de su vida, sufrieron maltrato o vieron y vivieron violencia y muy en particular un 80% del varón abusador fue maltratado o abusado por una mujer.
A la persona que maltrata y/o abusa se le llama pedófilo, y sufre de una enfermedad de atracción sexual hacia los niños (as). La pedofilia es controlable, pero no curable y el tratamiento de control o de recuperación dura hasta 10 años.
Existe también otro tipo de abusador, que es el situacional molestador, que delante de todo el mundo es respetable, responsable y goza de buena reputación, pero que en su privacidad abusa, maltrata o encuentra placer en los infantes. Generalmente, este tipo de abusador tiene desórdenes de personalidad sociopáticos, explicó la especialista.
CONDUCTAS QUE ALERTAN
Según Barb, existen conductas en los menores que demuestran que han sido o son abusados. En los bebés: llanto excesivo, irritabilidad y mal humor, agitación, desarrollo lento y problemas en la alimentación.
Los niños de 2 a 6 años presentan conducta regresiva, succión del dedo pulgar, irritabilidad, cambios en el sueño, cambios en la alimentación, temor a la oscuridad, pesadillas, interés en juegos sexuales y masturbación excesiva.
La psicóloga advierte a los padres de familia, maestros y demás personas, que a los infantes con problemas de abuso sexual se les debe creer cuando hacen la denuncia, se debe mantener la calma ante la situación, que no se les presione para hablar, que se les ofrezca apoyo para romper el silencio, que se les escuche con atención y respeto, que se les haga sentir seguridad y sobre todo, que se detendrá el abuso.
PEDOFILIA
De acuerdo con algunas fuentes documentales consultadas por El Panamá América, se identifica a la pedofilia con el estupro, con el acto sexual impuesto por la fuerza al niño, de modo que el pedófílo sería un maníaco sexual sin ningún freno moral.
La pedofília puede ser de tipo heterosexual, homosexual o bisexual, aun cuando resulten mucho más frecuentes las relaciones entre adultos y niños varones. Existen por otro lado variaciones en cuanto a las franjas de edad preferidas, lo cual configura situaciones muy distintas entre sí, tanto por la modalidad de contacto sexual como por la valoración social.
Se puede agrupar a los pedófilos en tres grandes grupos de edad: los adolescentes, los treintañeros y los cincuentones. En general son en su mayor parte jóvenes (menores de 40 años), contrariamente al estereotipo del pederasta senil e impotente.
No existen datos específicos de pedofília en función de la condición social, el nivel intelectual o el grado de alteración psíquica. En algunos estudios se subraya que con frecuencia estos individuos poseen un nivel de educación superior a la media y que a menudo desempeñan actividades laborales en contacto con jóvenes y niños.
La mayoría no están casados ni lo han estado, aunque los hay también casados y con hijos. Algunos mantienen escasas relaciones sociales con adultos y coetáneos.
Por cuanto respecta a los clásicos malos tratos físicos, los sexuales son los de más difícil detección, ya sea porque son denunciados muy pocas veces ya sea porque los exámenes médico-legales no se realizan de forma sistemática.
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