Ojo con los optometristas

Alguien necesita anteojos en la Caja de Seguro Social (CSS) porque las recetas para gafas que expiden los optometristas de esa institución a los asegurados al parecer se están perdiendo o alguien las acapara todas porque los propietarios de ópticas se quejan de que pacientes con estas recetas no se ven por sus clínicas privadas.
La versión dada por algunos pacientes que acudieron para atenderse en el servicio de oftalmología de diferentes policlínicas de la CSS revela que las recetas no se pierden en el camino, lo que sucede es que son instigados para que compren los anteojos en las ópticas que ellos representan o en la que ellos son propietarios. Lo señalado por los asegurados sustenta la explicación que tienen los propietarios de ópticas sobre el porqué los pacientes con recetas de la CSS no llegan a sus clínicas.
Una asegurada que acudió a la Policlínica "Carlos Brin" en San Francisco reveló que allí se le practicó un examen computarizado de la vista, pero la optometrista le explicó que como ese procedimiento no da con exactitud la deficiencia visual, tenía que acudir a una óptica donde ella laboraba para hacerle un examen más preciso, que se conoce como refracción. Una vez en la óptica, la especialista le comunicó que debería escoger un aro de los que vendían en el local.
Comentó la asegurada que no le gustaron ninguno de los aros que ofrecía la óptica, por lo que decide no comprar los lentes en ese lugar. Lo más sorprendente para la asegurada fue que al solicitarle la receta de sus anteojos a la optometrista, ésta se negó a entregársela porque según le explicó, tenía que volver a la CSS a que realizarán otro examen.
Una segunda persona beneficiaria de los servicios de la CSS y miembro de la tercera edad acudió a la Policlínica JJ Vallarino, de Juan Díaz, donde la situación no fue muy distinta a lo que le sucedió a la anterior persona.
A diferencia de la primera asegurada, ésta decide no acudir al consultorio privado al que fue invitada por un optometrista de la CSS y decide por cuenta propia ir a confeccionarse sus anteojos en la clínica de su preferencia. Un tercer asegurado que asistió a la Policlínica de la CSS en Bethania sí recibió la receta por parte de la optometrista para que fuera a confeccionarse los anteojos en la óptica de su preferencia.
Los dueños de ópticas denuncian que en la CSS nadie quiere ver con los que está sucediendo en el servicio de oftalmología de las diferentes policlínicas del país. Un vocero de los negocios afectados, que pidió reserva de su identidad, denunció que el 99% de los optometristas que laboran para la CSS están violando la ley de la institución porque "coaccionan" a los pacientes para que compren los anteojos en las ópticas que ellos representan o en las que son dueños.
La ley de la CSS dice que el paciente es libre de escoger la óptica donde quiere hacerse los anteojos y por ética el optometrista tiene la responsabilidad de expedirle la receta, advirtió el afectado. "Coaccionan al paciente y encima de eso no le dan la receta, lo que constituye una falta grave a la ley y a la ética", destacó el propietario de ópticas.
La fuente manifestó que, además de violar la ley orgánica de la CSS, los profesionales están utilizando recursos del Estado para su beneficio personal ya que muchos de los optometristas que laboran en la CSS son dueños de ópticas.
Denunció que los profesionales que se dedican a esto están lucrando con recursos estatales aparte de las excelentes remuneraciones que le paga la CSS, que superan los dos mil balboas mensuales. "Por ello muchos optometristas que laboran en la CSS no renuncian porque al llegar a la institución descubren una mina de oro", señaló la fuente.


Hay denuncia de que los optometristas de la institución llegan con "maletines" para vender en los consultorios de la CSS los anteojos, dijo el afectado. Precisó que los anteojos que se venden en los consultorios de la CSS son un 30% más caro que los que se venden en el comercio local, porque muchas de las ópticas para las que ellos trabajan no tienen laboratorios de confección de lentes en Panamá.
Denunció que también le ofrecen a los pacientes aros hechos en China como si fueran originarios de Europa. En Panamá existen cerca de 95 optometristas, de los cuales el 85% labora en la CSS. También señaló que aquí es uno de los pocos países donde los optometristas son dueños de ópticas porque la ley lo permite.
Destacó que a nivel nacional, en la CSS se expiden un promedio de 200 recetas diarias a pacientes que requieren anteojos, pero de esas si acaso una llega a las ópticas privadas que "no están en la combinación" con los optometristas de la institución. Señaló que esta situación viene ocurriendo desde hace cinco años atrás, sin que ningún director de la CSS se atreva a poner fin a la anómala situación.
Precisó que de las 70 ópticas que existen en Panamá, muchas de las que no están en el "juego" con los optometristas de la CSS han tenido una baja de pacientes con recetas del Seguro Social. Manifestó que las pocas recetas que llegan a las ópticas son confeccionadas con errores y tienen que ser corregidas, para evitar la confección de los anteojos con desperfectos al cliente.
Otra situación anómala que está sucediendo con los optometristas de la CSS es que no están cumpliendo con sus horas fijadas por la institución, denunció. Indicó que la mayoría de los optometristas trabajan por la cantidad de pacientes que atienden y no por las ocho horas de trabajo.
Arturo Wong Valdivieso, jefe de servicios de Oftalmología en el Complejo Hospitalario de la CSS, advirtió que no es ético y va contra las normas de atención al paciente pedirle a un paciente que acuda a una óptica en particular a confeccionar sus anteojos.
El médico destacó que el oftalmólogo y optometristas componen el servicio de oftalmología en la CSS, pero cada uno ejerce funciones por separado. Explicó que el paciente es visto y evaluado por el médico oftalmólogo y éste lo envía al optometrista, quien le realiza el examen y le receta la prescripción que necesita.
"Si el paciente mejora su agudeza visual a valores establecidos normales, este paciente debe salir del consultorio de optometría a cualquier óptica de la ciudad de su preferencia para realizar la obtención de las gafas que se le prescribieron", indicó el médico. No es política del servicio que el optometrista una vez que sale de su consultorio (en la CSS) canalice ( al paciente) hacia su óptica particular, indicó Wong.
Destacó el galeno que la ética médica impide decirle a un paciente que no se le puede operar en el Seguro Social y, sin embargo, le decimos que lo podemos operar en la clínica privada. "Eso además de ser no ético, riñe contra cualquier regla de atención institucional", aseguró Wong. En cuanto a las horas de trabajo indicó que el optometrista es nombrado en la CSS por ocho horas de trabajo diario y cuarenta horas a la semana.
"Generalmente ellos (los optometristas) llenan el cupo que corresponde a la cantidad de pacientes que debe ver cada funcionario por hora, que son cuatro por hora", explicó. Por su parte, Rolando Fábrega, optometrista con 40 años de experiencia, manifestó que no es una práctica general de estos profesionales que laboran en la CSS obligar a los pacientes a que se hagan los anteojos en una determinada óptica.
Fábrega señaló que la CSS no hace anteojos, por lo que no es un delito que un optometrista que labora allí, le haga los lentes a un paciente, pero lo que no se puede hacer es obligar al asegurado a que asista a una óptica específica. "Nadie debe obligar a un paciente a ir a una determinada óptica y mucho menos no entregarle la receta si al cliente no le gustan las gafas", declaró el especialista.
Aseguró que el optometrista que se niega a entregarle una receta hecha en la CSS a un paciente porque no compró los anteojos en una determinada óptica, incurre en una falta grave. Fábrega señaló que por sus años de servicio en la profesión hará un llamado de atención a los optometristas que están incurriendo en esa práctica ilegal que afecta la imagen de la actividad.
En cuanto a las horas de trabajo, explicó que los optometristas de la CSS laboran por la cantidad de pacientes que están citados. "Es como la marea, a veces tenemos hasta 30 pacientes en turno y otros días hay sólo 10", indicó Fábrega.