la ley permite importar carnes de animales silvestres hacia panamá+
Persiste el comercio ilegal de animales en extinción
Especies a punto de desaparecer son servidas en algunos restaurantes del país. La oferta varía: pato, iguana, lagarto, conejo y hasta codorniz. Las leyes permiten la importación de estas carnes o la comercialización de animales en cautiverio; la caza furtiva es castigada con 2 años de cárcel.
Las cifras
- denuncias por mes es el promedio de quejas que se reciben en la Oficina contra Delitos Ambientales de la DIJ. No llevan cifras de personas condenadas por este delito.
- años es la pena máxima que contempla el Código Penal panameño para quienes trafiquen, exporten, importen o comercialicen carne de animales en peligro de extinción o animales vivos.
Aunque en Panamá existe una ley que protege a los animales en peligro de extinción, en algunos sitios del país, sobre todo en las fondas, se sirven como platos especiales.
En un recorrido realizado por el Mercadito de Calidonia, en el de San Felipe Neri y en Colón centro, varios vendedores de estos establecimientos poco salubres revelaron cómo se consiguen animales protegidos por las leyes ecológicas de Panamá.
Tal es el caso de la carne de saíno, venado, armadillo, iguana, macho de monte, tortuga y otras especies, en ese mismo orden, a punto de desaparecer de nuestro ecosistema, según un informe de la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam). Los animales son cazados, en su mayoría, en las islas del golfo de Panamá, en el Pacífico, en Coiba, Darién, Guna Yala y en las áreas boscosas cercanas a las costas de Colón, afirma Eric Núñez, del Departamento de Biodiversidad y Vida Silvestre de la Anam.
Núñez asegura que en la Anam tienen conocimiento de que los cazadores furtivos ofrecen la carne de estos animales a los dueños de las fondas y kioscos y que luego, dichos compradores las ponen a la venta en sus locales como parte del menú diario.
“Un plato de arroz con tortuga y ensalada de papas cuesta 5.50 por persona”, dijo uno de los propietarios de un kiosco en calle séptima y avenida Central, Colón. De una tortuga de casi dos kilos, que le cuesta 25 dólares al dueño del pequeño restaurante, se sacan entre 10 y 15 platos en un día.
En el Mercadito de Calidonia son los propios carniceros quienes manifiestan poder traer desde Otoque, San Miguel o Taboga ‘carne fresca’ de iguana, armadillo e incluso venado. “La de armadillo te la dejo en 30 y la de vena’o en 50 la libra”, expresó uno de los carniceros.
Aunque las autoridades no manejan cifras de la cantidad de personas condenadas por este delito, en la Dirección de Investigación Judicial (DIJ), informaron que en lo que va de 2013 se han reportado 14 denuncias por tráfico, venta o comercialización de animales silvestres. El año pasado se recibieron 37.
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Contrario a la comercialización ilegal del patrimonio ecológico, hay quienes por cuestiones económicas, culturales y geográficas comen armadillos, patos, iguanas y otro tipo de animales, expresa Núñez. Sin embargo, a estas personas no se les penaliza porque “esa es su forma de vida y mientras no se abuse del recurso, no habrá problemas”, narra el funcionario.
Para la ambientalista Raisa Banfield, las autoridades deben, además de penalizar, concienciar a la ciudadanía en temas que ella considera de importancia nacional. “Si hay locales que los ofrecen es porque hay quienes los consumen. La Anam debe actuar de manera preventiva”, dice.
La desaparición de alguna especie animal representa un peligro para la cadena alimenticia, agrega Banfield. “Cuando una especie se extingue, tiene un impacto en la alimentación de la especie que la depredaba. Eso crea una alteración en la cadena que no puede ser controlada”, argumenta.
Como alternativa, Banfield recomienda a las autoridades enseñarle a la población variar su cultura alimenticia. “Tenemos que ser más equilibrados, debemos dejar de ser más carnívoros y aprender a sembrar nuestros propios alimentos”.
Pero cambiar la mentalidad de una población que está acostumbrada a consumir carne, por lo menos dos veces por día, no es el foco del asunto, explica el sociólogo Marco A. Gandásegui.
“El asunto tiene otras aristas. No se trata de cambiar los hábitos de consumo de la gente porque en Panamá la población no depende de la cacería, sino de lo que ofrecen los supermercados. Lo que habría que regular es la cacería como deporte”.
Ante esta realidad, en la Anam cuentan que la mayoría de las denuncias por este delito se reciben en las oficinas regionales de provincias, pero que por la falta de equipo o personal para hacer las investigaciones, se les hace difícil controlar la situación.
El Código Penal de Panamá establece que las personas que sean sorprendidas traficando, vendiendo, exportando o que negocien animales en peligro de extinción o partes de estos, serán sancionados con penas de prisión de 6 meses a 2 años (Ley 24 del 7 de junio de 1995).
Especies a la carta
Así como existen locales que de manera prohibida ofrecen estos platos, también hay restaurantes de clase que preparan comidas poco comunes.
Empero esa práctica sí es permitida por la ley. En estos casos, la comercialización de carne de animales silvestres no del patio, puede realizarse con un permiso de la Anam, “el cual se otorga a quienes crían estas especies, a quienes los importan o los compran en locales dedicados a este negocio.
Uno de esos platos es el anca de rana, dice Fabián Migny, chef de Ten Bistro en calle 48 y Uruguay.
“Lo denominamos plato especial porque solo lo hacemos por pedidos previos. Se apanan y se acompañan con tomate, albaca y papas y con arroz blanco, como les gusta a los panameños”, explica. El precio oscila alrededor de 19 dólares con 21 centavos.
Si no le apetecen las patas de ranas, puede pedir el 'escargort' o caracoles, en francés. “Después de una buena limpieza se hierven con mantequilla de ajo y perejil. Un plato de este tipo con media docena de caracoles importados le cuesta 15.00. La carne de venado también es parte del menú del restaurante 1985, en El Cangrejo, narra el chef Álvaro Sandoval. “Lo pide el que ya lo ha comido, que por lo general es panameño o extranjero de clase media alta”. El precio por dos pedazos de carne de venado es de 32.00 dólares.
Otra forma de obtener estos productos es adquiriéndolos en las cadenas de supermercados.
En las sucursales de Riba Smith hay filetes de salmón, de conejo, rodajas de truchas o costillas de cordero. De igual forma, en Meat's Gourment, un local ubicado al inicio de Calle 50, comercializa cortes especiales de búfalo, ancas de rana, faisán y hasta cola de lagarto.
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