Hessel, el héroe de la Resistencia, desea contagiar su indignación a todos
- Madrid
El francés Stéphane Hessel, autor del milagro editorial "¡Indignaos!" y héroe de la Resistencia, manifestó hoy su deseo de que su alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica se "contagie" por todo el mundo.
Casi 1,7 millones de ejemplares vendidos en Francia en sólo cuatro meses, avalan la publicación en español de este "librito", en palabras de Hessel, de apenas 30 páginas, que prologa el escritor y economista español José Luis Sampedro, y que edita Destino.
Además del compromiso y la indignación que propugna Hessel, Sampedro abogó hoy en rueda de prensa en Madrid por la "libertad de pensamiento" como salvoconducto hacia un futuro mejor.
A sus 93 años, ambos comparten "indignación" ante las injusticias y "preocupación" por que el mensaje de "libertad y justicia" que defienden alcance a los jóvenes para que salgan del "desánimo" y la "indiferencia", se comprometan y renueven la sociedad, según Hessel.
Sin perder la sonrisa y con un hablar intenso y pausado, justificó el enorme éxito de su opúsculo en que ha aparecido en un "momento crucial de la evolución de la sociedad mundial".
"Conmovedor" le parece ha Hessel que su mensaje se haya publicado ya en una veintena de países, incluidos la mayoría de los europeos, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Argentina, Uruguay, Chile y Brasil, al tiempo que en breve llegará a Australia y Nueva Zelanda, y no se descarta que también a China, según su editora francesa Sylvie Crossman, quien expresó hoy su deseo de que sea "el origen del despertar de una conciencia" social mundial.
Optimista, Hessel señaló, como ejemplo esperanzador, el "surgir de una juventud no violenta, pero eficaz", en los países árabes sacudidos por una ola de deseo de libertad.
Deseo de libertad y de justicia que siempre ha animado su vida.
Nacido en Berlín en octubre de 1917, en plena Revolución Rusa, vivió de lleno la Segunda Guerra Mundial, con un destacado papel en la Resistencia francesa, fue torturado y deportado, pasó por tres campos de concentración, burló a la muerte apropiándose de la identidad de otro preso muerto y se evadió dos veces; tras la contienda fue diplomático y formó parte, en 1948, del equipo redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Un bagaje que avala y refuerza su exhortación contra la indiferencia ("la peor de las actitudes", dice) y por la insurrección pacífica, al estilo de Mandela o Martin Luther King, frente a "lo inaceptable": las injusticias.
Y es que los principios y valores por los que él luchó, aseguró, "son hoy más necesarios que nunca" y, además, están "en peligro".
Desde la altura de miras que le da su experiencia, su compromiso y sus 93 años ("la última etapa. El final ya no está muy lejos", apunta en su libro), Hessel advirtió: "Los jóvenes de ahora se juegan la libertad y los valores más importantes de la humanidad".
Una "verdadera" democracia necesita, recordó, una prensa "independiente" capaz de posicionarse frente a la "dictadura actual de los mercados financiaros que amenaza la paz y la democracia" y que "tutelan" los estados.
"El dinero es el dios de esta civilización", denunció, por su parte, Sampedro, para quien esta crisis, que va más allá de lo puramente económico, solo se superará cambiando el sistema, "que afortunadamente -dijo- está en decadencia".
A lo largo de su larga vida, Hessel, que se naturalizó francés en 1947, ha tenido "la suerte", afirmó, de tener "una sucesión de razones para indignarse". La última: Palestina.
Para Hessel, resulta "insoportable" que "los propios judíos puedan perpetrar crímenes de guerra", tras sufrir el Holocausto.
Es tajante al tachar el terrorismo de "abominable", "inaceptable" e "ineficaz", y advirtió que solo se podrá vencer al terrorismo islamista "con la no violencia y el respeto mutuo de culturas".
Hijo de un escritor alemán amigo del filósofo Walter Benjamin, condiscípulo de Sartre, de quien le caló su mensaje libertario, Hessel, por su "optimismo natural", se reconoce más cercano a Hegel, pues piensa que "todo aquello que es deseable es posible".
Ahora, afirmó, el mundo se encuentra en "un umbral", entre los retrocesos y horrores de la primera década del siglo XXI (el 11 de Septiembre, las "desastrosas" acciones emprendidas por Estados Unidos y la crisis económica) y las posibilidades de las siguientes.
Su deseo es que todos, especialmente los jóvenes, encuentren un motivo de indignación: "Es un valor precioso".
Para encontrarlo, concluyó, solo basta con mirar alrededor: "¡Buscad y encontraréis!".
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