Panamá
El ferrocarril, obra maestra
- Fermín Agudo A./opinion@epasa.com/
Las enfermedades tropicales atacaron cruelmente produciendo incontables víctimas, pero más pudo el codiciado dinero, producto de la venta del oro, que los dolores emanados del cólera, la fiebre amarilla, también la malaria. ...la producción sufrió muchas declinaciones por la falta de dinero, pero pudo más la insistencia avariciosa del ser humano hacia el encuentro con el esplendente billete.
Las conclusiones de las necesidades surgidas, ante las incursiones de los ejercicios escrutables, nos han traído las creaciones de las suntuosas obras, tal es el caso de la construcción del ferrocarril transístmico a mediados del siglo antepasado. Lógico es que me comprometa con las generaciones de hoy cumplimentando a un grupo de amigos accesibles a la reproducción verdadera de un conjunto conceptual que enriquece la complacencia mental y, para ellos he concurrido a la realización insustituible frente al juicio insoslayable de la historia, tendiendo a dilucidar los variados acontecimientos que en los directivos instantes, armonizaron con plausibles entusiasmos la cosecha opípara de los profundos frutos esplendorosos.
El ferrocarril surge de la ostensible necesidad, provocada por dos fenómenos irreemplazables, uno, la explotación de las minas de oro en California, dos, la travesía terrestre de este a oeste de los Estados Unidos, siendo casi imposible en aquella época ausente de tecnología. Precisa de manera clara buscar otra vía usando los vapores en boga, bajando hacia el sur donde se encontraba ubicado el angosto estrecho de Panamá. Como consecuencia directa de la conquista concurrieron dos veredas de empleos costumbristas, el Camino Real y más tarde el Sendero de Cruces con el asentimiento de trasladar las riquezas rastreadas en Perú con destino a la madre patria España. El recorrido de dicho trayecto resultaba riesgoso y penoso, cuantioso de concurrentes dificultades. He aquí donde nace la idea de la construcción de un medio de transporte rápido, seguro y convencional atravesando el Istmo y continuar rumbo a California, paraje que había pertenecido a México y que ahora mediante la firma del Tratado Guadalupe-Hidalgo era posesión de EE.UU. de América, dicho acto aconteció en el año 1848. Los trabajos de la obra empezaron en el año 1850 y fueron terminados en 1855, 76 km de Colón a Panamá.
Las enfermedades tropicales atacaron cruelmente produciendo incontables víctimas, pero más pudo el codiciado dinero, producto de la venta del oro, que los dolores emanados del cólera, la fiebre amarilla, también la malaria. Por su rapidez y seguridad, fue una obra en extremo funcional que llevó el proyecto hacia el enfoque evolutivo y pragmático que mereció ser evaluado como una escalofriante heroicidad. Es conveniente apuntar que la producción sufrió muchas declinaciones por la falta de dinero, pero pudo más la insistencia avariciosa del ser humano hacia el encuentro con el esplendente billete.
Los caballos coloniales cayeron en desuso, y las piernas adormiladas de los conquistadores fueron servidas por la comodidad, alumbradas a lo lejos por un faro, proyectando la radiante luz, era la construcción del futuro Canal de Panamá la que provocaría el genial abrazo nupcial de la humanidad.
Fue el ferrocarril de Panamá el transporte de carga que llevó de norte a sur del Istmo el mayor volumen de carga por unidad de longitud que cualquier otro en el universo de su especie. ¡Panamá, hermosa patria que nos vio nacer! La sustitución lenta del caminar de los caballos, suplantada fue por el sonido estridente de las duras palancas constitutivas, impuestas por las confortables urgencias correspondientes.
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