Legado
A 188 años del congreso de Panamá de 1826
- Paulino Romero C. /Pedagogo, escritor, diplomático
El Gobierno Nacional se propone el año próximo (abril 2015), como ocurrió hace más de medio siglo, en 1956, celebrar una de las obras políticas cumbres del
El Gobierno Nacional se propone el año próximo (abril 2015), como ocurrió hace más de medio siglo, en 1956, celebrar una de las obras políticas cumbres del libertador Simón Bolívar. En aquella ocasión, fue el punto de partida de otro acontecimiento: la primera reunión de los jefes de Estado americanos en Panamá, por acertada iniciativa del, en ese entonces, excelentísimo señor presidente de la República, don Ricardo M. Arias Espinosa.
Con motivo de la celebración, pues, de ese importante evento continental, en esta capital, en julio de 1956, cuyas repercusiones no pudieron tal vez, de inmediato, ser medidas en todo su valor y alcance, el doctor Guillermo Sevilla Sacasa, embajador de Nicaragua en Washington y representante ante el Consejo de la OEA, dijo en la sesión conmemorativa:
“Conmemorar la instauración del Congreso Bolivariano; rendirle homenaje a Simón Bolívar, libertador y mártir, genio de la raza y ciudadano del mundo; consignar nuestro reconocimiento a los distinguidos hombres públicos que se interesaron en afianzar las libertades conquistadas por las antiguas colonias españolas; hacer público elogio de los congresistas de 1826, que estructuraron el trascendental Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpétua, suscrito en aquella magna asamblea; exaltar las virtudes de los connotados varones que le dieron aliento y vida al panamericanismo, y ofrecerle nuestra admiración a la hermana patria, que tiene el privilegio histórico de haber sido sede del Congreso Anfictiónico, patria de esclarecidos repúblicos que han sabido mantener una constante lealtad a los ideales de solidaridad y amistad americanos, y han dado elocuentes evidencias de su espíritu democrático, es un deber americano”.
“Si analizamos --sigue diciendo el embajador Sevilla Sacasa-- los propósitos que impulsaron a Bolívar para convocar el Congreso Anfictiónico, nos convenceremos de que este congreso marca un hecho histórico que no es menos grande que el descubrimiento ni menos esplendoroso que la emancipación. Colón le dio a España un continente nuevo. Bolívar se lo arrebató a España para darle al universo un mundo libre. La libertad, la independencia y la unión de los pueblos de este mundo encontraron magnífica expresión en el Congreso de Panamá. La solidaridad americana hunde sus raíces y toma savia en el Congreso de Panamá, para rendir sus frutos mejores en Río de Janeiro y Bogotá”.
¡Cuán acertado y convincente fue el citado embajador nicaragüense! Porque si es verdad que el Congreso de Panamá de 1826 no satisfizo las esperanzas de su gran protagonista, como han señalado después algunos historiadores, nadie discute que aquel congreso es la piedra angular de la estructura de la Organización de los Estados Americanos (OEA), y hasta pudiéramos decir, de la misma Organización de las Naciones Unidas (ONU) y, además, fuente de constante inspiración para los pueblos de América.
La Organización de los Estados Americanos (OEA), que hoy representa la estructura de nuestro sistema regional, es una demostración inequívoca de que los propósitos de acercamiento y de estrecha cooperación que animaban a los Gobiernos que suscribieron, en respuesta a la iniciativa de Bolívar, el Pacto de Unión, Liga y Confederación Perpétua de 1826, no han sido olvidados en el curso de los tiempos. La cooperación interamericana se ha extendido en muchos campos, incluyendo el jurídico, el cultural, el político y el de la defensa colectiva.
En el año 2005, se eligió al nuevo secretario general de la OEA, resultó ganador el chileno Dr. José Miguel Insulza, en una controversial votación por parte de los representantes de los Estados miembros en ese organismo. Allí volvió Panamá a demostrar su calidad de Estado con vocación bolivariana y de solidaridad continental. El papel desempeñado por el primer vicepresidente de la República y ministro de Relaciones Exteriores, su excelencia Samuel Lewis Navarro, en la decisión final de aquel cónclave americano, recibió merecido reconocimiento y el aplauso de todo el continente. El joven canciller panameño demostró su gran sensibilidad humana, su indiscutible capacidad negociadora y comprensión de los problemas comunes que afectan los países de la región.
Ojalá la séptima cumbre, a celebrarse en Panamá, quede a la altura del libertador Simón Bolívar, del presidente Dicky Arias y su canciller, Alberto Boyd, en 1956.
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