9 de Enero de 2014… ¿y después qué?
El pasado jueves miles de panameños, en diferentes lugares, ofrecieron justo y merecido homenaje a los que participaron hace 50 años en los hechos que, a la postre, lograron nuestra real independencia, tal como uno de esos héroes dijo a un canal de televisión el 31 de diciembre de 1999.
Diversas organizaciones, la televisión, la radio, los periódicos, etc.. Todos aprovecharon el momento para hacer algo que les hemos negado a nuestros héroes en las últimas décadas: recordarlos dignamente.
Salvo un reducido grupo de dignos, persistentes y valerosos panameños de distintas edades, mayoritariamente exalumnos del Instituto Nacional, el 9 de Enero se ha convertido desde hace ya un par de décadas, en sinónimo de día de playa, más aún con la brillante idea de algún desubicado de hacerlo día puente, felizmente eliminado hoy.
Aparte de lo anterior, creo que la fecha es propicia para que reflexionemos sobre el desprendimiento personal de esos miles de estudiantes y ciudadanos que, desde la tarde del 9 de Enero de 1964 y por casi cuatro días, defendieron la dignidad nacional, ha sido correspondido por quienes, generacionalmente hablando, debimos haber probado al mundo que aquel esfuerzo valió la pena.
Desde el punto de vista económico, queda claro que hay una relación directa entre la devolución de las tierras antes denominadas Zona del Canal al país al que siempre pertenecieron y el día de la plena ejecución de los Tratados Carter-Torrijos.
Pero me queda igualmente claro que, salvo lo que está sucediendo hoy, nuestra clase política ha hecho todo lo posible para que la fecha se vaya diluyendo en el recuerdo de los panameños más jóvenes. Toda una generación es ignorante e incluso le importa muy poco lo que sucedió en aquella ocasión.
Por alguna razón, nos concentramos solo en las grandes fechas. Así ocurrió con el centenario de la República, aquel 3 de noviembre de 2003. El país entero estaba vestido de patria, banderas por todas partes, eventos, programas de radio y televisión, etc. Y desde el año siguiente, volvimos a la rutina: desfiles solo seguidos por los padres de quienes participan, apatía total hacia la fecha y gran despliegue de otras fechas anteriores relacionadas con festividades anglosajonas.
Me temo que el próximo 9 de Enero entre en ese ciclo una vez pasen los actos conmemorativos. Lamentablemente, si no hay un grupo de panameños que tome como un reto personal mantener la fecha, quedará en al menos una década, como un hecho anecdótico del cual muchos jóvenes se preguntarán por qué es un día libre.
Otra reflexión importante es si todo lo sucedido en Enero de 1964 es correspondido en la realidad, cuando hablamos de la operación del Canal de Panamá. Es cierto que es operado con eficiencia y ganancias muy superiores a las reportadas en la época de la administración norteamericana. Pero en realidad, ¿trabaja el Canal de Panamá con la libertad financiera, operativa y política por la cual se luchó? ¿Es el Canal de Panamá libre para lograr el beneficio de todos los panameños?
Para la mayoría de la población, el Canal de Panamá es, hoy por hoy, un sitio turístico al cual algún día podrán visitar. Como ir a South Beach o a Cartagena. Luego del referéndum que permitió el inicio de las obras de ampliación, la Autoridad del Canal de Panamá comenzó una tímida apertura hacia la población. Unos espectáculos culturales y los paseos en barco por una de las esclusas son los eventos más significativos que realiza para que los panameños no nos sintamos ajenos a su operación. La pregunta es si eso es lo que los dueños de ese territorio y esa empresa, o sea nosotros, es lo que esperamos de la misma.
¿Puede la operación del Canal de Panamá sacar de la pobreza a todos los panameños? ¿Es diferente la calidad de vida de los ciudadanos de este país a la de los países que no tienen una obra como esta? ¿Nos ha hecho mejores panameños el haber entrado en la Zona del Canal y recuperado el Canal?
Sí, hay mucho que reflexionar. Y eso no es una labor de un día o una semana. En realidad, las próximas generaciones tienen el reto de honrar la memoria de todos los que fueron enterrados en Enero de 1964 por defender a su país. Y no solo con actos protocolares vacíos, carentes de significado emocional. La verdad es que estas demostraciones se deben dar con hechos, siendo mejores como sociedad.