Anhelar
- José Pineda
Tener ansia o deseo vehemente de conseguir algo. Vivimos de anhelos y ay de aquel que no tenga anhelos. Estaría muerto.
En efecto, en una época de la vida el niño anhela ir a la escuela, cuando está en la escuela , quiere seguir adelante, quisiera terminar la primaria y anhelar ir a la secundaria. Cuando llega a esas alturas y asumiendo que en medio de todo, le va bien, anhela seguir una carrera para ser útil a la sociedad, aunque algunos más bien anhelan ver cómo sacan y tienen dinero con su trabajo y anhelan un buen trabajo sin necesidad de matarse quemando pestañas y pasando exámenes. Cuando concluyes los estudios universitarios, sigues anhelando conseguir un empleo remunerado cónsono con tu preparación para luego después anhelar formar una familia como es debido. Así que vivimos de anhelos, unos conseguidos otros por conseguir. Qué decir del que no anhela nada. Que todo le da lo mismo. Le aconsejamos que tenga ambiciones. No que envidie y quiera ser como otros. Y la Sagrada Escritura nos advierte: “Ambicionad carismas superiores” sugiriéndonos que no fomentemos el autocontentamiento con el cual creyéndonos unos sabios o unos santos cuando de hecho estamos lejos de esas metas.
Es un hecho de que cuando uno termina sus estudios ha recorrido gran trecho pero se aplica aquí aquello de que cuanto más sé más me entero de lo que no sé.
¿Y de los que ambicionan más de la cuenta? No ambiciones lo que no te conviene tener. Existen los maquiavélicos que a toda costa quieren tener el poder sea político, económico, religioso, militar, siempre con la excusa, para poder arreglar esto que está desordenado y para ayudar a los más necesitados rompiendo las barreras entre las clases. Y como ideal suena bien, pero cuando venimos a lo concreto que solo alterando los procedimientos logran conseguirse esas metas . “In medio stat virtus”.
Textos bíblicos vapulean la codicia que se confunde con la ambición excesiva; Ex.20,17: no codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni de su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.” Esta lectura como muestra pues abundan otras citas que exhortan a evitar la avaricia como en Colosenses 3;5: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros, la fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría”. Todo afán de quedarse con todo, todas esas luchas electoreras, ansias desmedidas de quererlo todo, aunque son anhelos pero no dejan de confundirse con la ambición y la avaricia que es un pecado capital del cual Dios nos libre.
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