Autopista Panamá- Colón, un activo para la nación
- Benjamín Colamarco Patiño
Como panameños todos debemos coincidir en que la autopista Panamá-Colón ha sido una necesidad histórica, una deuda muy antigua con nuestros hermanos colonenses y con todo Panamá. Desde la época colonial, y, posteriormente, cuando la afluencia de viajeros a través del Istmo originó el Camino de Cruces, ya se vislumbraba la importancia estratégica de una conexión terrestre entre ambos océanos. Hoy la autopista Panamá-Colón, que se construye quinientos años después, es un elemento vital para la competitividad del eje transístmico, pues complementa el ferrocarril y las operaciones del Canal, mejora la posición del país en la red global de comunicación, amplía la plataforma logística multimodal y consolida nuestro canal seco. ¡Qué país en el mundo podría competir con eso!
La calidad de un gobierno se mide por los resultados de su gestión y resulta innegable que el actual ha cumplido con su compromiso de hacer realidad un sueño postergado por más de 20 años, para beneplácito de los más de 500 mil usuarios potenciales. Para cumplir esta meta fue necesario, con estricto apego a la ley, conjugar la voluntad, la visión, la capacidad y la determinación para propiciar la viabilidad técnica, jurídica y política de la obra, porque Panamá no podía esperar ni un día más.
En este escenario podemos afirmar con satisfacción que el Estado, a través de sus instituciones, está cumpliendo su papel a cabalidad; el Ministerio de Obras Públicas (MOP) supervisando la construcción, además de atender las actividades y compromisos contractuales que le correspondían, tales como las vías marginales conexas para el tránsito local y los puentes peatonales, entre otras. Igualmente, la Dirección de Ingeniería de la Contraloría General de la República, ceñida a sus atribuciones, también ha desempeñado las funciones que le competen, salvaguardando el mejor interés del Estado.
Es así que apegados al contrato de concesión administrativa y adecuando la inversión en la obra a sus aspectos técnicos, constructivos, geofísicos y operativos, el monto referencial de la inversión recuperable a través de la concesionaria, llega a los B/ 267 millones, lo cual representa un importantísimo activo que incrementa el patrimonio neto del Estado; y cuyo enorme valor de uso garantiza ahorros importantes a través del aumento de las frecuencias de viaje, con tiempos de recorrido de 40 minutos entre las ciudades terminales de Panamá y Colón, y dentro de los más altos estándares de calidad y seguridad.
En este momento resulta imperativo preguntarnos cuánto hemos dejado de percibir como consecuencia de la carencia de una autopista entre ambas ciudades durante los últimos 20 años. ¿Sería posible cuantificar los costos para el transporte y los fletes, los costos asociados a los excesivos tiempos de travesía punto a punto para nuestra población o las vidas humanas desperdiciadas a causa de una infraestructura vial por tantos años inadecuada?
Esta imponente autopista de 42 kilómetros es una obra de primer mundo, que incluye además la rehabilitación de siete kilómetros de la carretera Transístimica y la construcción de seis puentes, entre ellos, el importante cruce sobre el río Chagres, 15 pasos vehiculares y dos intercambiadores en Madden y Quebrada López; generando cerca de tres mil empleos directos de los cuales el 70% ha sido mano de obra netamente colonense.
¿Podremos, entonces, calcular lo que representará positivamente para el país y la competitividad de nuestros servicios, la futura entrada en operaciones de esta importante vía? En este mismo sentido, ¿podríamos imaginarnos la cantidad de nuevas oportunidades que se abren a nuestros compatriotas con esta Autopista?
Estos logros nos reafirman que como panameños podemos estar orgullosos, pues sabemos hacer bien las cosas, siempre que exista un liderazgo visionario y sintonizado con las verdaderas necesidades y demandas de la gente; siempre que existan panameños conscientes del destino histórico que aguarda a este país de hombres y mujeres comprometidos con una visión de transformación de la realidad, más allá de la curva, más allá de donde termina el camino.
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