Mensaje
¡Bote esa basura! que contamina la mente y el corazón
Muchos Gobiernos y municipalidades en el mundo tienen entre otros retos el de eliminar la basura que se acumula en las ciudades e incluso en los
Muchos Gobiernos y municipalidades en el mundo tienen entre otros retos el de eliminar la basura que se acumula en las ciudades e incluso en los ríos y mares por el gran peligro que representan. Cada vez se complica más esto por la abundancia del material desechable, muchas veces no degradable, y ocasiona sedimentación en las aguas, contaminación en las poblaciones y polución atmosférica. Las estrategias que se realizan son múltiples y los esfuerzos, ingentes.
Pero no hacemos igual con el desecho nauseabundo que acumulamos en la mente y en el corazón a nivel personal y comunitario y es más, no nos importa. No nos preocupamos por esa basura maloliente que se va sedimentando en nuestro subconsciente y que va contaminando todo nuestro organismo humano, tanto espiritual, mental y físicamente. La cantidad enorme de ideas negativas que arrastramos atentan contra nuestra dignidad, autoestima, moral y además nos ponen contra mucha gente, a la que enjuiciamos de manera perturbadora, buscando la manera de marginarlos y hasta de eliminarlos. Esto tiene muchas veces consecuencias trágicas: violencia intrafamiliar, suicidios, robos, fraudes, homicidios, e injusticia social, por ejemplo.
La basura mental tiene un alto grado de radiación que impregna todo el organismo psicoespiritual material, y afecta nuestro desarrollo evolutivo ascendente, y nos arrastra a niveles, algunas veces, exageradamente primitivos.
Se acumulan las ideas, emociones y recuerdos altamente cancerígenos espiritualmente, que brotan con cierta periodicidad y contaminan todo nuestro ser hasta producir esa “muerte” en vida, a la que podríamos llamar “inercia hipnótica”. El complejo de culpa, los resentimientos y rencores tienen un efecto contaminante casi mortal. De hecho los comportamientos “salvajes”: masacres, violaciones, torturas, tienen que ver con esa involución cavernícola, fruto de pensamientos y actitudes negativas.
No podemos olvidar que toda idea tiene su imagen correspondiente. Si pienso que los africanos, o los rusos o mongoles son depravados, la imagen mental que tengo es la de un grupo de gente en orgías y matándose entre sí y eso me lleva a rechazarlos inconscientemente.
Frases como: “que se mueran todos aquellos, no merecen vivir; esto no lo perdonaré jamás; lo odio y lo quisiera muerto; yo soy lo peor, no merezco vivir; no des nada sin esperar algo en cambio; vive tu vida, olvídate del resto; los drogadictos no sirven, hay que exterminarlos; Dios no me escucha ni se interesa por mí; mi religión, mi raza es la mejor, superior a todas; Yo no sirvo, no valgo; ¿para qué estoy aquí? Todas estas frases denotan una contaminación poderosa de ideas negativas en uno y su fin es ponernos en contra de Dios, de los demás y de uno mismo. Toda esta “basura mental”, tanto personal como comunitaria va creando una atmósfera enrarecida que nos va asfixiando y nos convierte en depredadores asesinos, unos de otros.
Las justificaciones destructivas tienen una sutil base ideológica: “somos productores de basura mental porque nuestra esencia no es buena. Hacemos lo que es normal según nuestro estado primigenio”. Ahí está la clave de todo y el engaño de las tinieblas. Y resulta que es todo lo contrario: Dios nos creó buenos, a su imagen y semejanza, con una tendencia innata de generosidad, compasión, amabilidad, paciencia, amor. Cada vez que hacemos un acto bueno, el alma y el cuerpo (somos uno) experimentan satisfacción, alegría, paz. Nos encontramos con nosotros mismos, tal y como es nuestra esencia, cuando pensamos bien y actuamos bien.
¿Cómo liberarnos de la basura? “Conservemos la paz del espíritu para que la mente pueda discernir los pensamientos que la asaltan, guardando en la despensa de su memoria los que son buenos y provienen de Dios, y arrojando de este depósito natural los que son malos y proceden del demonio. Solo el Espíritu Santo puede purificar nuestra mente; si no entra él, como el más fuerte del Evangelio, para vencer al ladrón (el diablo), nunca le podremos arrebatar a este su presa”, (Diadoco de Foticé). Pedir pues la liberación por obra del Espíritu Santo, siendo conscientes de los estragos que hacen los malos pensamientos. La oración profunda personal y comunitaria, la lectura de la palabra de Dios, los sacramentos y la humildad para recibir de Dios todo lo que Él nos quiere dar provocarán liberación profunda.
Disciplina en la observación y control de todo pensamiento y palabra. Todo lo que provoque ira o depresión, desprecio o desánimo no viene de Dios. Buscar lo bueno y hacer lo que es bueno, eso lo quiere Dios, con quien somos invencibles.

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