Cien días: Cogito Ergo Sum
Quiero, en aplicación del arte de concesión benévola y sin que por ello renuncie a mis elaboraciones lógicas y mucho menos hacer sacrificio de la lógica material, señalar que eso de evaluar a un gobierno en los primeros cien días de gestión, en lo personal, me parece una soberana barrabasada. Ni siquiera los jueces, menos los abogados, salvo muy contadas y raras excepciones, resolvemos un caso en cien días, y no porque no se quiera, sino merced a las dilatorias recursivas, incidencias, etc. Los juicios quedan “ad calendas grecas”.
Hablar de un año es otra cosa. Es un tiempo mínimo en que deben advertirse concreciones, atisbarse soluciones –al menos paliativas y en más años definitivas- de los grandes problemas nacionales y sobre todo de aquellos que agravan a las grandes mayorías –los sectores sociales más golpeados de nuestra economía-
Hablo de campesinos, obreros, estudiantes, indígenas –el caso de Petroterminal que afectó a miles de indígenas sigue durmiendo el sueño de los eternos en los tribunales y también el caso de los pobres indígenas que caminaron toda la carretera interamericana de cabo a rabo, el pasado día lunes en que recordamos el siempre triste célebre Día de la Hispanidad- resulta que ni siquiera se les atendió como correspondía.
Tres meses servirán, cuando mucho, para evaluar proyecciones, perspectivas de planes ya adoptados, líneas de gobierno en cada sector: educación, salud, seguridad ciudadana, profilaxis social, educación, en fin.
De otro lado, nada se ha dicho sobre Puerto Armuelles. Un pueblo, su gente, que languidece y no conocemos aún qué es lo que se va a hacer por esos nuestros compatriotas que no por vivir lejos de esta ciudad, signifique que sean menos panameños que otros o ciudadanos de segunda o tercera categoría.
Cien días son apenas tres meses con diez días si hablamos que cada mes tiene treinta días. Tres meses con siete días si lo son de treinta y un días. Es un tiempo efímero, breve. Sin embargo, para lo que sí servirían cien días, insisto, será acaso para evaluar el discurso político ante la realidad de ser gobierno y ya no oposición.
En su libro La Retórica como pragmática y hermenéutica, Mauricio Beuchot, refiriendo a Chaim Perelman, advierte que una de las cosas más trascendentes en la dialéctica de este pensador y teórico del discurso, es el hecho de que las reflexiones nunca deben darse en abstracto, sino ante un auditorio en concreto que tiene expectativas bien definidas frente a sus emociones, circunstancias e intereses. La sociedad panameña, en este sentido, espera concreciones en los próximos meses.
El señor Presidente Ricardo Martinelli tiene la razón, la ha venido advirtiendo: ha tenido que buscar plata en los primeros cien días. Eso significaría, acaso, que en los venideros meses, las cosas deberían verse mejor que el tétrico panorama que toca a cientos de miles de panameños y de panameñas vivir a diario. Para muestra un botón: Eso de que en este país hay un muerto víctima del crimen cada 24 horas, es ¡espeluznante! sencillamente: ¡aterrador!
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