¿Dónde encontrar la paz, dónde?
- Mons. Rómulo Emiliani cmf
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Estamos destrozados por el estrés. Nos bombardean las preocupaciones, las necesidades económicas, los resentimientos, las prisas, los ruidos, las peleas con otros, las malas noticias del mundo, los miedos, las angustias. Necesitamos encontrar un oasis de paz. Urge tranquilizarnos, serenarnos. Recuperar el equilibrio emocional. No sabemos qué hacer. Por eso están las ofertas del mundo: consumir drogas, licor, diversiones diversas, siempre frenéticas, la pornografía; en el fondo alienarnos, escaparnos de mala manera de la realidad. Los refugios del mundo son diversos, muy atractivos, pero siempre trampas que nos pueden llevar al infierno en vida. Y allí van cayendo los seres humanos. Aumenta la drogadicción en el mundo. Y en todas las clases sociales. Es una plaga moderna más mortal que la peste negra que azotó a Europa en la edad media, o que los efectos letales de la Segunda Guerra Mundial, o que un terremoto devastador. Acaba con vidas jóvenes, enloquece a muchos, de cualquier edad, destruye matrimonios, empleos, y junto con el licor, van extendiendo sus tentáculos de manera voraz e incontrolada. Gran negocio mundial el del tráfico de drogas. Y el alcoholismo con la ventaja de que publicita y promueve de muchas maneras el consumo. Es de fácil acceso en cualquier lugar, salvo en algunos países por principios religiosos.
Pues la respuesta, el antídoto para enfrentarse a todo eso y vencer es el encuentro con Dios y hacerlo por rodos los medios conocidos, pero hoy quiero hacer hincapié en un camino que es muy bueno, la meditación. Es probado por muchas generaciones, y en algunas culturas milenarias se sabe del poder espiritual y terapéutico que genera la práctica continua de la meditación, que en el caso nuestro como cristianos desemboca en la oración, en el encuentro consciente de la presencia de Dios. Y de un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. La meditación practicada diariamente genera mucha paz, serenidad y energía espiritual y física. Es practicada por millones de seres humanos en el mundo. Se le despoja de todo tinte de espiritualismo pagano o de tendencia supersticiosa. Eso jamás. Se aceptan sus técnicas sencillas y se practican. Se busca un lugar donde estés solo, en silencio, si quieres con música espiritual de fondo, te sientas con la espalda recta y respiras pausadamente, con un ritmo adecuado, y repites una jaculatoria como: "Sagrado corazón de Jesús en ti confío", o la que quieras. En la biblia y en el devocionario espiritual podrás encontrarla. Veinte minutos por la mañana, veinte por la noche.
Un cristiano bien fundamentado en su fe, con su práctica religiosa bien vivida, la Eucaristía y demás sacramentos, vida parroquial adecuada, participación en movimientos o grupos diversos, encuentra en la meditación un complemento adecuado para fortalecer su vida en Cristo.
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